En un relativo corto plazo, digamos 90 años,  o para decirlo de otra forma en una vida de un ser humano en una auspiciosa probabilidad, el devenir histórico ha demostrado que los cambios radicales desde lo político o la llamada Revolución, no es factible.

Hay personas realmente sensibles ante las tantas distorsiones sociales que se expresan en grandes inequidades y atrasos que  impulsan o quisieran impulsar cambios profundos para que sean superadas. Es posible que sean más efectivos en sus aspiraciones de cambios si son capaces de concentrarse en áreas concretas que podrían tener un importante impacto en las vidas de las personas.

Nadie niega que la educación sea uno de los temas de más impacto,   de lo que surge la inquietud de si es posible un cambio revolucionario en educación ¿Qué se podría decir al respecto para la República Dominicana?

Bastaría sólo citar el artículo 63 de la Constitución de la República para entender lo que podría ser, de lograrlo, una verdadero cambio revolucionario, cuando expresa que: “toda persona tiene derecho  a una educación integral de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones”.

Se evidencia que  convertir ese artículo en una indudable realidad es muy difícil.

Hoy y después de más de tres décadas de intensas luchas se han creado las condiciones básicas. El país invierte más del 20% del Presupuesto Nacional en la educación formal preuniversitaria; las maestras y maestros tienen salarios y condiciones de vida dignos; el currículo en cuanto a  contenido es uno de los más avanzados de la región. Además las condiciones de las y los alumnos han estado mejorando notoriamente tanto en las infraestructuras como en la dotación de alimentación y útiles escolares.

Aun así y ante esos reales pasos de avance,  no se ha logrado mejoría en los aprendizajes. Por el contrario las evaluaciones más recientes de los cursos de 3ro y 6to grados de Primaria indican que es muy poco lo que se está aprendiendo, casi nada. Ya a nivel mundial se dice que si no hay aprendizaje la llamada educación es una gran estafa.

Es evidente que la educación dominicana actual representa un  desafío de grandes dimensiones en su propósito esencial que es el aprendizaje y apunta principalmente hacia lo que se hace en el aula, es decir en el componente del currículo relativo a los métodos y técnicas de aprendizaje.

Procurar el aprendizaje efectivo y significativo en la educación dominicana actual equivale a proponerse un verdadero cambio revolucionario, y así debe ser.