El cambio emocional del ser humano es una acción lenta y raramente notable. Cuando una persona cambia de parecer o pasa por una etapa de madurez sobre ciertos temas en su vida, estos cambios no necesariamente se notan por encima de la ropa.

En cine tenemos la obligación de mostrarte con imágenes y acciones las emociones de cada personaje. ¿Cómo hacemos esto? Bueno, aunque existen diferentes formas, implementando la dirección de arte o el cambio en la actuación del actor, el método más común es el de la acción rutinaria.

La palabra “rutina” comprende un grupo de acciones que se repiten y que tenemos todos en nuestras vidas. Al levantarnos, al ir al trabajo, cuando comemos, entre otros. En nuestras acciones rutinarias viven firmemente nuestros sentimientos sobre la vida, son acciones que van acorde a nuestras creencias y por eso las repetimos, nos hacen sentir seguros.

Cuando cambiamos la rutina cuestionamos nuestra fe. Sentimentalmente encontramos algo que no está correcto y buscamos formas de hacerlo diferente. Este es el método más seguro y más eficiente de mostrar el cambio emocional de un personaje. Lo pones a repetir su rutina dos o tres veces y para la cuarta, la piensa y la hace diferente.

La chica que cierra su puerta con candado todas las noches por miedo de su hermana loca; hasta que un día ella lo piensa y no pone el candado, muestra un nuevo sentimiento de valentía. O el hombre que todos los días se levanta y escoge su traje elegante color negro viviendo una vida solitaria, deja un día que una joven bonita le escoja un traje color blanco, esto enseña que él deja su vida solitaria y apuesta a un nuevo cambio.

Nuestros sentimientos se esconden bien atrás de nuestras acciones cotidianas y es nuestro trabajo hacer que salgan a la luz del día.