La pérdida de vidas humanas y de especies de la naturaleza, la destrucción de viviendas y de infraestructuras estratégicas como carreteras, puentes, escuelas, la desaparición bajo el espejo de agua de las principales plantaciones de la isla, con la consiguiente ruina de miles de tareas de tierras productivas y la entrada en la pobreza extrema, en pocas horas, de poblaciones enteras con miles de refugiados ambientales, imponen la realidad del CAMBIO CLIMÁTICO ANTROPOGÉNICO como transversal a todas las políticas públicas y actividades económicas en todo el territorio insular.

Sin embargo el discurso oficial y el de muchos “expertos” del sector privado, solo mencionan el CAMBIO CLIMÁTICO ANTROPOGÉNICO como un componente de las ocurrencias climatológicas y no como el responsable de que las condiciones y efectos climáticos que han actuado sobre la isla durante siglos, como la Niña y el Niño, ahora estén exacerbados y tan poco declaran que por sus efectos los dominicanos tienen pérdidas billonarias, que puede colapsar en las siguientes semanas la seguridad alimentaria y aparecer peligrosos brotes de enfermedades que llevarían el luto a las familias y diezmarían el presupuesto nacional.

Si el Estado señala de forma directa AL CAMBIO CLIMÁTICO ANTROPOGÉNICO, fruto del exceso de vida del Primer Mundo, de lo que está ocurriendo, no solo con las inundaciones y destrucción en el norte del país, sino también con la catástrofe del lago Enriquillo en el sur profundo, desde ese momento accede al mecanismo internacional de pérdidas y daños que se logró establecer en el 2013 en la COP21, celebrada en Varsovia, Polonia, a través del cual se busca suministrar asesoramiento y apoyo a los países en desarrollo y las islas para afrontar los daños producidos por el calentamiento global.

Pero, según parece, la dificultad está en ponernos de acuerdo…¿por qué?…quizás porque una isla azotada por el CAMBIO CLIMÁTICO ANTROPOGÉNICO, tiene que considerar en emergencia los ecosistemas que sustentan la vida por encima de cualquier actividad del mercado y en consecuencia, en un territorio insular declarado en emergencia por los efectos de esa anomalía climática, no se deben montar plantas a carbón, se debe suspender la actividad minera, evitar la tumba de manglares para la construcción de hoteles, impedir la agricultura y construcción en zonas productoras agua, todo para disminuir un poco la fuerza de los acontecimientos catastróficos que anuncia el CAMBIO CLIMÁTICO ANTROPOGÉNICO.

Ahora podemos acceder al Mecanismo de Varsovia, si no lo hacemos, estamos cargando con la deuda ambiental del I Mundo y abandonamos la responsabilidad de reclamar con dignidad la reparación del daño que sus estilos de vida han causado, eso no es pedir ayuda, es reclamar el pago a un deudor.