Es práctica común en el país que se elaboren plataformas promocionales de candidaturas municipales, con hilarantes discursos e inversión de cuantiosos recursos con los que se procura ganar el favor de los electores independientemente de que se pueda cumplir o no con las propuestas del Programa o lo prometido. De ahí la socorrida frase “la gente no vota por programas”.
Toda propuesta municipal puede contener buen discurso político y coherencia temática, la misma se puede formular teniendo como telón de fondo la cultura de arquetipos sociales que facilitan construir visión de soluciones a problemas municipales de manera superficial, es decir, por apreciación. No fundamentadas en estudios o diagnósticos sobre la realidad concreta que se quiere transformar al margen de la población. Prima en la mayoría de las veces la práctica, el deseo de controlar y de acceder a presupuestos, lo que convierte de principio a fin, en falsos o demagógicos los compromisos de cambios. Es la reproducción del modelo tradicional de gestión municipal.
Hasta ahora, la máxima en las propuestas municipales ha sido que la “Misión” justifica los medios. Es decir, sin reparar si pueden o no resultar viables o inviables. Es precisamente esta debilidad la que da origen, a que los proponentes centren su ofensiva promocional en el poder mediático de los medios de comunicación y en la disponibilidad de recursos, cobrando fuerza la promoción personal, basada en el supuesto “liderazgo” más bien autocrático, no democrático, al populismo y al clientelismo político. A ello le ha servido el bajo empoderamiento de la ciudadanía en cuanto exigir y a comparar lo ofertado con lo ejecutado cuando termina una gestión. Aspecto que se comienza a cuestionar.
En una Propuesta de gestión municipal medianamente trabajada, deben ser identificables fácilmente los aspectos de la Visión de la Gestión, que no son más que las soluciones a los problemas de manera objetiva y responsable, es decir el Cómo. También debe contener explicita la Misión, que son los propósitos supremos a que debe servir las ejecutorias de la gestión municipal: satisfacción del ciudadano en cuanto a equidad social, ciudad vivible, de ambiente sostenible, segura, resiliente, etc.
Entre la Visión y la Misión está la planificación con sus procedimientos técnicos, como medios para verificar correspondencia entre estas y determinar la factibilidad y la viabilidad, lo que nos pone a soñar despiertos. Solo cuando se comprueba que los resultados son positivos; dejando de ser hipotéticos, entonces es cuando se puede comprobar que la propuesta tiene las condiciones para convertirse en un instrumento para la transformación social, por su nivel de certidumbre y credibilidad. Razón por la que podrá ser asumida y defendida por los electores, lo que a su vez facilita un discurso con fuerza natural, confiable y proyectar un liderazgo honesto, real frente a los mismos.
La Planificación, los Recursos Humanos, tanto internos como externos y el Presupuesto son los que cuantifican, miden, y determinan el cómo, el cuándo y el para qué de la propuesta o programa. Tarea indispensable si se procura objetividad en la propuesta.
Hoy, época de la tecnología, la comunicación, la era de las redes sociales se hace preciso superar la práctica de elaborar propuestas de gestiones municipales fundamentadas en las rutinas o por apreciación. Para ello se debe asumir el Municipalismo como una filosofía de gobernanza y de gobernabilidad responsable y nueva política para el Desarrollo Sostenible e integral en los municipios con la participación activa de la ciudadanía de cada territorio.