CALZADA

“… al terminar las faenas, lo almacenan en depósitos construidos sobre la CALZADA…”

En esta sección se examinará lo concerniente al vocablo del título. Lo interesante con respecto a una de las acepciones de este vocablo es que en República Dominicana siempre se usó con un significado diferente del que señalaba la Real Academia Española. Las ideas esbozadas aquí se expondrán pormenorizadas más abajo.

El origen de la palabra calzada ha sido motivo de debate entre los entendidos de las etimologías. La teoría más socorrida es la que hace derivar la palabra calzada del latín calciata, vía de calx, calcis, piedra para hacer cal. Enciclopedia del idioma (1958-I-867).

Desde largo tiempo la definición que el diccionario oficial de la lengua trae es, “Parte de la calle comprendida entre las dos aceras”.

… hay que puntualizar que calzada se usó y todavía se usa en República Dominicana para la acera

Durante largo tiempo la palabra calzada se usó en República Dominicana para mencionar la, “Parte lateral y más elevada de la calle por donde transitan los peatones”. Esta definición se encuentra en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.

Llama la atención que en el diccionario recién mentado no se menciona República Dominicana entre los que usan la palabra para este propósito, constan allí, Venezuela, Bolivia y Paraguay.

  1. Emilio Rodríguez Demorizi en su obra Del vocabulario dominicano (1983:48) asienta que calzada es acera. Ya antes de esta obra D. Manuel Patín Maceo había escrito que calzada era, “Barbarismo por acera”. Dominicanismos (1947:52).

No ha sido posible documentar el motivo por el cual no apareció mencionada la República Dominicana en el Diccionario de americanismos como uno de los países donde se usa la palabra con esa acepción, cuando D. Martín Alonzo en la Enciclopedia del idioma en 1958, citada más arriba, consignó en la acepción número cinco que calzada se usaba en Santo Domingo para acera. Quizás la ausencia se deba al severo juicio de Patín Maceo en su obra.

El autor de estos comentarios recuerda que cuando era adolescente en Santo Domingo se defendía el uso de calzada para la acera porque algunos entendían que derivaba de calzado. Es un hecho cierto que esa fue una etimología aventurada que no se correspondía con la verdad, aunque sí hubo algunos tratadistas que sostuvieron que calzada derivaba del latín calx, talón.

No hay lugar a extender más este examen, aunque sí hay que puntualizar que calzada se usó y todavía se usa en República Dominicana para la acera, aunque algunos estudios y diccionarios no lo consignen.

GADEJO

“. . . con perdón de P. y de todo el que crea que insisto con esto por GADEJO . . .”

La voz gadejo no aparece entre las recogidas por el lexicón oficial de la lengua. Sí se encuentra en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Durante largo tiempo los diccionarios eligieron pasar por alto esta voz por el contenido implícito en ella.

La definición que trae ese diccionario es interesante. Inmediatamente después de la voz y entre paréntesis se lee, “Abreviatura de ganas de joder”. Hay que tener en cuenta que en el español peninsular el verbo joder tiene una carga semántica más ofensiva que en el español hispanoamericano.

Debajo de la acepción y, después de la enumeración de países en los que se usa, viene la parte que interesa en esta sección. Se define a gadejo como eufemismo. La acepción es, “Deseo de molestar o fastidiar”.

Se aprovecha aquí la oportunidad que ofrece esta mención al eufemismo para abundar sobre este término, su significación y alcance. El diccionario de la autoridad reconocida de la lengua común lo define de modo escueto, como debe ser, “Manifestación suave y decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura y malsonante”.

Muchas de las palabras en español y otras lenguas romances que comienzan con “eu” llevan en sí el sentido de bien, bueno o, atributos positivos. Este eufemismo es uno de ellos. Procede del griego a través de un “hermano del latín fari”, “que habla bien, que evita las palabras de mal agüero”. Así aparece en Corominas y Pascual, (1980-III-297). El griego euphemismós era “pronunciar una palabra de buen augurio”.

A principios de la segunda mitad del siglo XX (1953) D. Fernando Lázaro Carreter en su Diccionario de términos filológicos, en su definición consignó brevemente las características de esta “manifestación”, que él llama “proceso”, para “evitar la palabra con que se designa algo molesto, sucio, inoportuno, etc.” Obsérvese que antaño lo importante era de “mal agüero” y hace setenta años era “molesto, sucio, inoportuno”. Este orden ilumina acerca de la sociolingüística de cada época.

Hace cien años el eufemismo se usaba era evitar palabra “plebeyas, triviales” y en cambio, mostrar “respeto”; se atenuaba la “evocación penosa”. Se eludía así el tabú social, religioso, moral, supersticioso.

Cada lengua tiene su modo de expresar el concepto en sus palabras, algo que refleja lo que la cultura mantiene. En francés colocan el acento en la “manera atenuada o suavizada para expresar ideas cuya crudeza puede herir”. Los procedimientos a los que recurre el eufemismo son numerosos, entre otros pueden mencionarse, la lítotes, hipérbole, perífrasis, circunlocución, alusión, metaplasmos y otros para transmitir la idea.

Como puede comprobarse mediante estas explicaciones, el eufemismo “disfraza para evitar una palabra socialmente chocante. . .” Diccionario de terminología actual (1981:182).

En Hispanoamérica puede decirse que alcanzan a mencionar lo desagradable, ofensivo, de modo indirecto. Ch. Kany en su obra American-Spanish euphemisms, de 1960, afirma que el populacho recurre al eufemismo mayormente por razones de superstición, mientras las capas cultas lo hacen por delicadeza, urbanidad, decencia o hipocresía. Así se disfraza una verdad hiriente, ofensiva. Es una manifestación de creación incesante que se renueva. Observa este autor que el propósito no es jocoso.

El autor de estas reflexiones acerca de la lengua recuerda que las personas de avanzada edad con menor educación formal evitaban la palabra diablo; en su lugar decían “el enemigo malo”.

Se es consciente de que el eufemismo de la lengua hablada es distinto del usado en la expresión escrita. El gadejo está en la lengua con vocación para permanecer.