Las calles y avenidas de Santo Domingo están llenas de símbolos. Andar por estas avenidas y descodificar sus señales etnosocioculturales ha sido interesantísimo, pues la sociedad se revela tal cual es, en cada calle o avenida del Distrito Nacional.
Desde un "tapón" o parado en una intersección de la caribeña y colorida ciudad de Santo Domingo, puedes descubrir, fácilmente, clases sociales, tipos sociales, características de la psicología, conducta y relaciones sociales, entre otros aspectos del imaginario social, del funcionamiento o disfunción social, del orden o desorden social.
Ven, andemos (montados o a pie) por algunas interpretaciones de lo que nos revelan las calles y avenidas de la Capital.
Por ejemplo, conducir un vehículo en Santo Domingo es una aventura peligrosa, un desafío existencial, un reto a la prudencia, al sentido común, al autocontrol, a la paciencia y a la imaginación.
Pero manejar en Santo Domingo tiene, también, sus encantos y es apasionante. Se puede utilizar para conocer más nuestra sociedad. Por ejemplo, podrás ver que al lado de cualquier vehículo de lujo y del año (BMW, Audi, Ferrari, y tantísimos otros) se para "carro público" de esos que técnicamente no pudieran transitar, y menos, asumiendo la responsabilidad de la vida de los dos pasajeros que van delante -más el chofer- y cuatro atrás.
Un "carro público" que por vidrios en las puertas, trae nailon adheridos con cinta pegante, o que les falta el boomper delantero o trasero o ambos, o que están abollados y/o despedazados. Cada uno denota, la clase social a la que pertenecen. Aquellos primeros, representan, la alta-alta y los "carritos públicos son símbolo de la clase baja. Clases que están en lados opuestos de la pirámide social dominicana, en la que más del 47% de la población es de clase baja.
Los vehículos simbolizan los extremos de esta sociedad polarizada. Eso sin mencionar a los tipos sociales que convergen en cada semáforo, por ejemplo, los mendigos de diferentes clasificaciones: el manipulador (a) que pide, exhibiendo una malformación congénita, o a un bebé o niño, ardid que utiliza para manipular la sensibilidad humana, social, la solidaridad y profundos sentimientos religiosos que todavía enarbolan -felizmente- miles de dominicanos; también, niños que piden, respondiendo a las órdenes de un adulto para quienes "trabajan", o quienes piden porque no han encontrado otra alternativa de subsistencia.
Están los haitianos que piden para ellos y su prole, hallan en esto, una forma fácil de ganarse la vida. Pero en los semáforos están los vendedores, también, de diferentes tipos: los que venden periódicos, los que venden tarjetas de llamadas, los paleteros, los vendedores de boletos de la Lotería Nacional y rayaditos, o los niños y jóvenes que ofrecen el servicio de limpiar los vidrios. También, encontramos vendedores de almanaques, chichiguas, pajaritos, perritos, y cualquier objeto, animal o cosa que se les ocurra vender, e incluso, por época comercial del año: Navidad, San Valentín, Las Madres, etc. Pero a mí me encantan los vendedores de las más exuberantes y deliciosas frutas tropicales, símbolos de que esta tierra ha sido bendecida por el Señor.
Y qué decir de la violación de las leyes del tránsito en nuestras calles? Ahí no importa la clase social a la que se pertenezca, ni el título universitario que se tenga colgado en la casa, pero no en la mente. Algunos dominicanos-conductores, parecen que viven en la etapa de la barbarie y no en la civilización, ni en esta sociedad racional-legal global del siglo XXI que debiéramos ser. Se comportan con mucha agresividad manejando, violan todas las leyes del tránsito, de la lógica y del sentido común, sin embargo; hay otros, los menos, que se comportan con una exquisitez en el trato y una solidaridad que nos enorgullece. Pues ceden el paso a los transeúntes, son solidarios, demuestran educación académica y, sobre todo, la educación familiar de que gozan, y la sensibilidad y valores humanos, religiosos y cívicos que poseen y aplican.
Sin embargo, le sugiero que se aleje cuando vea acercársele una "voladora" (ómnibus urbano de 30 asientos, generalmente, conducido por un chofer, con muy bajo nivel de escolaridad y de educación familiar, y una conducta violenta, acompañado de un "cobrador" que es su imagen y semejanza). Estas llamadas guaguas "voladoras", le vuelan la tolerancia a cualquiera, son una amenaza pública, y junto a los "carritos públicos", hacen que las bocinas de otros vehículos compitan con el reggaeton/dembow, a todo volumen que algunas "voladoras" exhiben como trofeo, y la ciudad pareciera que va a estallar del ruido. Se toca mucha bocina en Santo Domingo indicativo de la desesperación y la falta de tolerancia y respeto al "otro" conque vivimos.
Muchas personas, entre las que me incluyo, evitamos la avenida Independencia, y otras que son las rutas de esos adefesios del tránsito terrestre. Las "voladoras" y otros "volaos" andan por la derecha, cuando en realidad van a doblar a la izquierda, y se tiran de derecha a izquierda, sin avisar, violentamente, como mismo actúan en sus disfuncionales hogares, con sus mujeres, pasándole por encima a los valores, al respeto, a la educación y a todo lo que signifique buenas normas de convivencia social.
El comportamiento social en las avenidas de Santo Domingo indica falta educación y de conciencia ciudadana en el país. Nuestras calles son reveladoras de la debilidad de una adecuada educación de familia, como institución básica de la sociedad. El comportamiento negativo y violento, de muchas personas, conductores sobre todo, denota lo inoperantes que son muchas instituciones públicas y de falta de implementación de leyes que norman la conducta social.
Mirarnos por dentro como sociedad, es tan bueno como necesario; para darnos cuenta de como podemos poner un granito de arena, cada uno de nosotros, para la construcción del cambio social al que aspiramos.