En las calles de centros urbanos de diferentes provincias del país se observa a niños, niñas y adolescentes en situación de calle. Población infantil y adolescente desprotegida y vulnerable ante múltiples situaciones de riesgos y abusos, perteneciente al sector poblacional de pobreza extrema.
Su situación de calle muchas veces es una mezcla familia-calle sin fronteras claras ni límites precisos de rupturas entre uno y otro espacio. Encontrarlos en las calles vendiendo distintos artículos, limpiando zapatos, durmiendo o pidiendo para comer no necesariamente significa que carecen de un tejido familiar de referencia desde donde “entran y salen”; “salen” por un tiempo para sobrevivir o por una situación de violencia en la que también pueden ser víctimas sus madres u otros familiares.
La complejidad de la realidad social de la niñez en situación de calle ha sido esbozada por diversas instituciones que trabajan con esta población como: Niños del Camino, Caminante, Acción Callejera, Muchachos y muchachas con Don Bosco, Visión Mundial, entre otros…
En estudios cualitativos que hemos realizado con población infantil en situación de calle identificamos dos abordajes distintos del concepto de familia. Un primer abordaje de la familia asociado a valores, “La familia es estar unido y compartir” y otro de la familia asociado a la satisfacción de necesidades, “es el conjunto de personas que necesitamos”.
Estas dos dimensiones muestran una alta carga de valores desde donde la familia se identifica como el espacio de satisfacción de necesidades materiales, físicas y afectivas. Las necesidades materiales y físicas planteadas en sentido general y las afectivas planteadas desde la formación en valores como la unidad, la armonía, el respeto, la solidaridad, y el amor.
La población infantil en situación de calle entrevistada en diferentes estudios cualitativos y distintos lugares del país muestra una estructura familiar en la que se integran personas que mantienen un vínculo consanguíneo y que no necesariamente residen con ellos. Para esta población la familia trasciende la residencia, aún cuando se entiende que satisface necesidades. Esta visión de la familia permea las relaciones con padres/madres, abuelos/as, tíos, tías, primos/as que residen o no con ellos/as.
“En la familia está la gente que tiene relación con uno de siempre aunque no viva conmigo”.“Mi familia es la gente con quien yo puedo contar, no viven conmigo ahora, pero han vivido y vivirán”. “Aunque mi madre no viva conmigo ella está en la capital trabajando y ella está pendiente de mí”.
Se encuentran casos que tienen estructuras familiares con co-residencia como son familias monoparentales patrifocales, matrifocales, nucleares, extensas y ampliada.Aunque vivan en la calle mantienen una relación con sus familiares, a veces viven con ellos/as y otras veces están en la calle.
La situación de vulnerabilidad de la población infantil y adolescente en situación de calle desde su residencia es alta. En algunos casos la niñez y adolescencia en condición de calle no tiene residencia fija sino que están moviéndose de lugar según las circunstancias socioeconómicas, la informalidad y el vivir “de lo que aparezca” .
Muchas veces la inestabilidad familiar tiene que ver con situaciones de violencia vividas en su hogar o en su familia. “Yo me fui de mi casa porque mi papá le daba golpes a mi mamá, ella también se fue de la casa y se fue a trabajar a una casa de familia”.
Esta situación de violencia intrafamiliar se destaca en otros estudios :. “Los problemas con la familia se convierten en la causa principal de la frustración y el malestar de los-as NNA, facilitando su salida a la calle. Muchos casos es la vivencia de situaciones de violencia en el seno familiar. Violencia que ellos mismos pueden sufrir, o de la cual pueden ser testigos. Por ejemplo maltratos, amenazas o insultos del padre hacia la madre35, peleas entre hermanos, o de los padres hacia algún hijo o hija. Otros casos son el abandono, la negligencia de sus padres, o la omisión de sus responsabilidades” (Niños del Camino, 2010: 60)
Esta población no se identifica “sin familia” sino que muestra un vínculo con el concepto y el tejido de forma dinámica en la que combina sus condiciones, su sostén afectivo y expectativas.
Las políticas sociales dirigidas a la protección de la niñez deben integrar la intervención focalizada en la niñez y adolescencia en situación de calle fortaleciendo y ampliando los programas que existen de instituciones no gubernamentales citadas anteriormente y desarrollar programas en los territorios donde no tienen incidencia estas instituciones.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY