Ya se ha dicho reiteradamente; pero hay más que razones para no cansarse de repetirlo: la educación es la más significativa inversión de una nación.
La inversión en educación no sólo se justifica desde el punto de vista de su rentabilidad económica; hay factores más importantes aún, como el desarrollo social e individual en los que impacta; pero aún más, si está bien enfocada, es una esencial contribución a la paz social y a la convivencia humana civilizada. Decimos bien enfocada, pues como se sabe la Alemania hitleriana era el país entonces con el más alto índice de personas alfabetizadas, próximo al 100% y aun así sus dirigentes condujeron a una parte de su pueblo a inolvidables crímenes de lesa humanidad. De ahí que la educación para la paz y la convivencia social que se aspira ha de ser muy efectiva, dentro del enfoque integral de todos sus efectos positivos.
Pero si faltaba la rentabilidad económica ya estudios del Banco Mundial han demostrado que, por ejemplo, la inversión en Educación Primaria tiene una rentabilidad del 20% mientras que en la industria es del 12% y en la agricultura el 11%.
Más la pregunta clave es: ¿qué tipo de educación produciría tan importantes efectos económicos y no económicos? La respuesta a dicha pregunta ya es muy clara: se puede supuestamente estar educando, involucrar a millones de seres humanos en la actividad educativa desde alumnas, alumnos, padres, madres, profesoras, profesores y público en general y como esfuerzo social, generar pocos resultados significativos.
A partir de lo anterior se llega a una clara conclusión: si la educación no es de la más alta calidad el esfuerzo que al respecto se hace es inútil en un elevado porcentaje.
El tema viene al caso en el marco del diálogo que desarrollan las autoridades educativas y la Asociación Dominicana de Profesores- ADP- y el interés de que muy pronto se coloque la calidad de la educación como el gran desafío de autoridades y dirigentes gremiales. Y no es cualquier tarea, no es un asunto de discursos, es una realidad muy compleja, pero superable en un relativo corto plazo, si se asume una estrategia apropiada con múltiples derivaciones que la hagan efectiva.
Estar en cuanto a la calidad de la Educación Primaria en el penúltimo lugar en el Informe Global de Competitividad, y también recientemente en el último lugar de la prueba internacional PISA, superarlo, es hoy el más grande desafío de la República Dominicana en sus perspectivas de desarrollo. ¡Unificar voluntades ¡Ya! en torno a tan patriótico compromiso!