Luego de los deprimentes resultados de nuestro sistema educativo, según el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) aplicada por la Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la UNESCO, la opinión pública dominicana ha vuelto a reflexionar sobre el problema de nuestras deficiencias educativas, un mal extensivo a la mayor parte de las naciones del mundo.

La situación nos hace mirar hacia aquellos países que son hoy la referencia de la educación a escala global: Finlandia y Corea del Sur.

En una reseña del periódico español El Mundo se destacan las similitudes y diferencias de los sistemas educativos de ambos paises. Me detendré en las similitudes.

En primer lugar, ambas naciones  poseen una educación básicamente pública y gratuita. Son ejemplos que refutan a quienes defienden la tesis de que el Estado es ineficiente por naturaleza, que la calidad  educativa solo puede ser garantizada por el  sector privado. Un sistema educativo regulado por el Estado es más deseable si el mismo posee una política educativa definida y acorde con los intereses de la sociedad, siendo menos probable que la educación se perciba como un negocio entregado a las dinámicas del mercado.

En segundo lugar, el profesorado de ambos países disfruta de altos niveles salariales y sobre todo, de un alto prestigio social. En muchas sociedades, incluyendo la nuestra, no se ha interiorizado la importancia de estos logros. En una comunidad donde la profesión de educador no conlleva reconocimiento social es más probable que los ciudadanos más talentosos escojan otras profesiones más valoradas, mientras los menos capacitados opten por ser profesores debido a su incapacidad para dedicarse a otra profesión.

El mencionado prejuicio justifica los bajos salarios, la precarias condiciones de enseñanza y el bajo prestigio social que caracterizan a nuestros profesores, quienes deben seguir trabajando bajo estas condiciones por “vocación”. El resultado, por supuesto, acentúa el círculo de la baja calidad educativa para todos.

Las escuelas de educación deben establecer estrictos criterios de selección en función del historial, la evaluación y la supervisión permanente del aspirante a docente. Si los más talentosos acceden al oficio docente y disfrutan de buenos salarios, otros se sentirán atraídos fortaleciendo el círculo de la calidad docente.

Otra característica común a los países referentes en materia educativa es el compromiso de los padres o tutores con la formación de los educandos. Los estudios indican que en estas sociedades los padres dedican mucho tiempo a realizar las tareas con los hijos. Para ello, en el caso de Finlandia, el Estado promueve ayudas a los trabajadores. En el caso de Corea del Sur, los padres invierten una gran cantidad de dinero para la enseñanza privada complementando así la educación estatal.

La educación familiar es fundamental a la hora de crear una cultura de lectura, otra característica común a los paises modelo en educación. El hogar y su entorno es condición necesaria para crear las estructuras y los hábitos de lectura que hacen posible la creación de verdaderos “entornos de aprendizaje”.

En este sentido, la verdadera “revolución educativa” no radica en la creación de nuevas infraestructuras o en la extensión del horario de clases. Estos logros son parte de una reforma, pero no estructuran la transformación significativa que necesitamos. La misma pasa por modificar los criterios de ingreso de nuestros aspirantes a docentes, la inversión en su capacitación y futuro salario, su promoción social y la creación de mecanismos de ayuda social e integración a los tutores más comprometidos con la educación de sus hijos. Solo entonces, podremos decir que: “la revolución educativa está en marcha”.