La OMS (Organización Mundial de la Salud), la misma que hemos tenido muy pendiente con temas de pandemia, ha publicado una guía con nuevas directrices sobre la calidad del aire a nivel global. De acuerdo a los propios trabajos de actualización de datos de la OMS el nivel de contaminación del aire ha crecido exponencialmente desde 2005.

Se colige con facilidad, a partir de las informaciones servidas en los medios especializados, que las nuevas directrices de la OMS parten de datos en los que se refleja un aumento de contaminación a partir de números objeticos con respecto a las partículas en suspensión (PM), ozono (O₃), dióxido de nitrógeno (NO₂), dióxido de azufre (SO₂) y monóxido de carbono (CO).

Mucho se dice que uno de los pocos efectos favorables de la pandemia de la COVID-19 (dando por hecho que ha habido algunos efectos favorables), es que con el uso de las mascarillas ha descendido el contagio y/o las afecciones asociadas a la respiración (que me perdonen los médicos por el bajo nivel en cuanto terminología).

La OMS hace hincapié en las PM y nos dice como las PM25 y las PM10 son altamente perniciosas para nuestra salud. En información servida por fuentes especializadas y al respecto de esta noticia tan preocupante tenemos que el dato de que esas PM penetran en nuestros pulmones incluso llegando al torrente sanguíneo, y potencialmente afectando el sistema cardiovascular y respiratorio. Estas PM son generadas el uso combustibles fósiles tanto para el transporte como para temas de generación de la energía para los hogares, la industria y la agricultura.

La arquitectura sostenible tiene la vocación y el deber de enfrentar parte de este problema y en la página habilitada para los fines de dar la voz de alerta nos cuentan datos que nos ponen a pensar como proyectistas que somos. Ver: WHO global aire quality guidelines.

En distintos estándares de sostenibilidad para la arquitectura nos habla de este tema y de cómo abordar si no el todo del mismo, por lo menos una parte. Incluso nos podemos fijar que en muchos de estos referidos estándares se habla de la calidad del ambiente interior y/o del aire interior.

Se establece para LEED, por el ejemplo, un objetivo claro: Contribuir al confort y bienestar de los ocupantes del edificio mediante el establecimiento de estándares mínimos de calidad del aire interior (IAQ, según sus siglas en inglés).También tenemos para el tema de la calidad del ambiente o el aire interior la norma UNE 171330; evidentemente, muy enfocado de manera muy específica, igual que el punto de LEED en el párrafo anterior.

 Pero claro, esto tal y como hemos dicho lo de LEED y la UNE solamente enfocan el tema de la calidad del ambiente interior, y tomando eso en consideración – por supuesto- debemos mirar de manera holística el tema; tal y como lo plantea la OMS…Hasta la próxima.