El Estado dominicano aprobó un plan para la renovación de las plantaciones de café afectadas por la roya en favor de la Asociación de Productores de Café Especial de Juncalito, que contempla la producción de chinolas en 1,500 tareas. El presidente de la Asociación, Luis Núñez, planteó la calamidad que afecta a los productores de café, que de 20 a 25 mil quintales anuales han pasado a producir sólo dos mil quintales como consecuencia de la enfermedad en sus plantaciones. La renovación de los cafetales abarcará cinco mil tareas, y se desarrollará en tres años. Esta disminución de la productividad, es multicausal, y una de estas es por micotoxinas, especialmente las ocratoxinas.
Las ocratoxinas son 7 amidas isocumarínicas de B-fenilalanina; la ocratoxina A es la más tóxica y el miembro que más predomina. De las micotoxinas la ocratoxina puede contaminar una gran variedad de productos alimenticios; el primer compuesto que se descubrió la ocratoxina A, se aisló de una cepa de Aspergillus ochracens. La ocratoxina A fue descubierta por Van der Merwe en 1965 y fue descrita por primera vez en 1974, en granos de café. Es la ocratoxina una micotoxina mutagénica; su órgano diana es el riñón, pero también es hepatotóxica, inmunotóxica y teratogénica de Clase B2, pero se desconoce si el mecanismo de acción transcurre a través de fenómenos genéticos o epigenéticos. Con el fin de determinar la concentración de ocratoxina A en productos alimenticios, se han implementado los métodos con límites mínimos permisibles (picogramos); actualmente los niveles aceptables son del orden de 1-50 microgramos /kg en alimentos y de 100-1000 microgramos/kg en piensos. La Unión Europea ha aprobado recientemente los límites máximos permitidos en cereales, de 5 microgramos/kg, derivados de cereales de 3 microgramos/kg y de uvas pasas de 10 microgramos/kg, que se ampliaron para café verde y tostado, vino, cerveza, zumo de uvas, cacao y productos a base de cacao.
Las ocratoxinas están presentes en productos alimenticios, como productos vegetales como: maíz, cebada, granos calentados, piensos mezclados, habichuelas blancas secas, cacahuates mohosos; y en residuos de alimentos de origen animal (órganos afectados: riñón, hígado y tejido adiposo). La ocratoxina integra una familia de compuestos: ocratoxina A, ocratoxina B, ocratoxina C (Etíl ester de ocratoxina A) y ocratoxina Alfa; la más tóxica en la Ocratoxina A, asociada a su anillo isocumarínico. Se han notificado casos de ocratoxicosis en animales de explotación pecuaria; (porcinos y aves) y la manifestación primaria ha sido la nefropatía crónica. Se absorbe por el tracto gastrointestinal, siendo su biodisponibilidad superior al 50% en los mamíferos. Como contaminante, la carne bovina en principio no supone peligro para la salud humana, ya que los rumiantes destruyen la ocratoxina, por la acción de las enzimas bacterianas presentes en la panza, lo que evita que la toxina se acumule en los tejidos; pero los alimentos derivados del cerdo, representan una fuente potencial de transmisión de la toxina a la población humana. La ocratoxina A, es principalmente nefrotóxica (nefropatía porcina y nefropatía aviar espontánea). Es tiempo de ponerle atención a las micotoxinas.