Las tan cacareadas virtudes de la etapa de "progreso" que vivimos es sólo otro fruto de la mitomanía oficial. Con seis reformas fiscales en casi igual número de años y un endeudamiento sin precedentes, Ciprián, el que vendía chinas, presentaría iguales credenciales, porque en su puesto de venta en los recreos en la normal en aquellos ya lejanos días "las agrias"no se pagaban, lo que no ocurre hoy con los combustibles, a despecho de la baja en los precios del petróleo y sus derivados en los mercados internacionales.

 Sin embargo, hay que reconocer que para la pequeña elite gobernante, estos años les han servido para acumular, a costa del Estado, fortunas de una magnitud que las familias ricas dominicanas tradicionales tardaron decenas de lustros en crear, a base de trabajo intenso, muchos esfuerzos, restricciones, sacrificios, malos y buenos tiempos, creando así empleos y empresas estables y riquezas para la nación. 

Lo cierto es que en algún momento, lo quieran o no las autoridades, las realidades económicas quedarán al desnudo y toda esa fantasía acerca de una economía blindada, inmune a la crisis global, quedará sólo en la mente de quienes han hecho del ejercicio del poder un medio para acumular riqueza y fama, olvidándose que esta última, como ya alguien escribió, se parece a los mercados, porque al permanecer demasiado tiempo en ellos bajan los precios. 

El sistema impositivo, que la naciente institución CREES del sector privado, estima como "tortuoso" y regresivo, le ha permitido a la actual administración  incrementar sus gastos sin control alguno, especialmente en aquellos renglones improductivos, agravando así las calamidades nacionales. 

La ilusión de bienestar de la incansable propaganda oficial hará que un día nos levantemos con el país ardiendo por todos lados. Posibilidad esta ya no remota y que de sólo pensarlo me llena de espanto.