Conocidas hasta 5 milenios antes de Cristo como instrumental mágico religioso que condicionaba las buenas cosechas al comportamiento de los elementos meteorológicos, los dominicanos conocemos con las cabañuelas los augurios que pinta la primera semana del nuevo año sobre lo que será el comportamiento de los restantes 12 meses.
Quienes siguen las cabañuelas -auguran que 2019 será año de dones por ser none- pueden bien usarlas para ponderar cómo pudieran cerrar estos 12 meses que en tanto año preelectoral será definitorio para proyectar lo que pudieran ser los resultados de las elecciones generales a efectuarse a mitad del año siguiente, el 20.
Pocos procesos electorales de los verificados en los últimos tiempos en el país han llegado tan adelantado del calendario electoral sin que haya cuajado un menú que proyecte el orden de las preferencias presidenciales.
Conforme reflejan el posicionamiento de la preferencia electoral y otros indicadores que definen la perspectiva política, sólo Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno, entra cómodo al año iniciado esta semana como presidenciable como el camino despejado.
Cómodo porque al interior de su partido corre sin competencia, según todas las encuestas, y porque cuenta con tres ventajas comparativas esenciales: i) es el único presidenciable que por sus compromisos propositivos y por no haber defraudado expectativas de la gente puede vestir el traje de candidato del cambio, con lo cual ya le identifica buena parte de la población.
- ii) Aunque el peledeísmo gobernante hará todos los esfuerzos a su alcance para boicotear un proceso de unidad opositora, Luis es el único presidenciable alrededor del cual se puede articular un frente de fuerzas para desplazar del poder al PLD a instaure un gobierno que materialice cambios y transformaciones a tono con las demandas de institucionalidad, eliminación de la corrupción y la impunidad, equidad, y operatividad eficiente de las funciones del Estado, especialmente en lo relativo a los servicios públicos.
iii) El aspirante presidencial del PRM es por trayectoria personal y familiar, por legado ético, un dirigente sin colas que le pisen, en tiempos en que por cuestionamientos a su comportamiento ético la mayor parte de la clase política ha perdido credibilidad ante el pueblo.
Hay otras figuras que pudieran competir con Abinader, como el tres veces presidente de la República, Leonel Fernández, quien marca como opción morada para las próximas elecciones o alguna otra candidatura que pudiera ser presentada por imposición o por acuerdo entre Medina y Fernández.
(No incluyo en la competencia al presidente de la República, Danilo Medina, pues su opción electoral es una ilusión mediática interesada. Medina no podrá competir porque ya el Tribunal Constitucional sentenció que es inadmisible cualquier intento de modificar la Carta Magna por parte de cualquier entidad o persona, en la parte que hace el fallo vinculante a todos.
Queda el resquicio de que el presidente Medina intente volver a comprar votos congresuales para lograr otra reforma reeleccionista, pero en tal pretensión encontraría de frente a prácticamente todas las fuerzas vivas del país, lo que el Presidente, su familia y allegados no necesitan.
Porque aparte de que de manera inequívoca el artículo 124 y la Vigésima Disposición Transitoria de la Constitución prohíben cualquier invento de reelección, si el presidente volviera a comprar los votos necesarios para reformar esos dos aspectos de la Constitución, está la amenaza a la gobernabilidad política, social y económica que tal malaventura representaría.
Quedan por analizar las opciones del tres veces presidente Leonel Fernández y una persona que presenten Medina Y/O Fernández por imposición o por mal acuerdo. De eso escribiré en una segunda cabañuelas de 2019.