Este año la violencia escolar y la juvenil se están juntando para proporcionar a la sociedad dominicana nuevos y nefastos hechos de sangre previsibles. 

El acoso escolar o bullying dentro de la escuela encuentra su par en la generación Ni-Ni como se conoce a grupos de jóvenes con potencial para el estudio y el trabajo pero que están marginados por el sistema económico y social vigente y por tanto ni estudian ni trabajan. 

Trae a preocupación la inexistencia de políticas públicas que integren a los ministerios de la juventud, educación, salud pública, de la mujer, justicia y los organismos policiales y de seguridad frente a este flagelo que empieza a sorprendernos con noticias de hechos sangrientos dentro o alrededor de planteles escolares sean públicos o privados. 

El desequilibrio de poder que trae la desvalorización del concepto autoridad a partir de la falta de concientización sobre moral y civismo es la clave de esta problemática. 

Hoy la autoridad pública que debería legislar frente al bullying se mantiene ausente dejando que  tome cuerpo de  plaga.  Y es muy posible que los poderes del legislativo, el judiciario e incluso el mismo ejecutivo no se den enterados para salirle al frente a una problema que les compete. 

Los suicidios de jóvenes aparentemente sin problemas visibles, la escalada de violencia intrafamiliar, la auto exclusión escolar y laboral y el crecimiento de bandas juveniles es el resultado del olvido de los deberes de la autoridad pública.