La presencia de hechos violentos en centros educativos con escenas de peleas entre niños, niñas y adolescentes se ha convertido en los últimos meses con escenas lamentables de muertes de niños y niñas ha impactado recientemente la opinión pública.
Las peleas entre niños, niñas y adolescentes en los centros educativos van acompañadas muchas veces de procesos de bullying-acoso que tienden a ser aceptados y muchas veces legitimados por docentes y directivos/as de centros como se identifican en estudios realizados en centros educativos del país (Vargas/Plan 2010).
Docentes y directivos/as de centros educativos son indiferentes ante el bullying, el acoso y las peleas entre niños y niñas. Esto se puede observar en: recreos, salidas y entradas de los centros educativos.
En nuestra cultura popular las prácticas de acoso y bullying se asumen como algo “normal” que sirve de “diversión” “recreación” teniendo así un cierto grado de legitimidad. El desconocimiento y desorientación sobre la noción de Bullying como ejercicio de violencia psicológica, verbal y física que afectivamente deja secuelas en sus víctimas está oculto. El bullying pasa desapercibido como “juego” de niños o niñas y no se le visibiliza en toda su magnitud.
El sistema educativo necesita un tratamiento de su clima interno desde la interacción social con rupturas a la reproducción cultural de la homofobia, el racismo, la discriminación hacia personas discapacitadas y hacia la diversidad
El bullying en la niñez y adolescencia refleja la forma en que se construye la relación con “el otro”. Una cultura en la que se sanciona la diferencia y la diversidad genera pautas de relación con “el otro” basadas en la intolerancia y la violencia.
Niños, niñas y adolescentes tienden a acosar y a maltratar a los otros niños, niñas y adolescentes que son diferentes como es el caso de aquellos(as) catalogados/as como feos(as) porque son: gordos(as), negros(as), discapacitados(as), dominicanos de ascendencia haitiana, migrantes haitianos(as) o tienen características físicas que no se ajustan al modelo estético promovido por nuestra sociedad de consumo.
Lo mismo ocurre con aquellos(as) que presentan tendencias a opciones sexuales diversas catalogados(as) como “amanerados(as)” o como “machorras”. Estos(as) sufren todo tipo de burlas, humillaciones, discriminación, violencia verbal y psicológica. El bullying sufrido por esta población tiende a ser reforzado por docentes y directivos(as) de centros que apuntan a “corregir” sus tendencias “anormales” y “desviadas” irrespetando su derecho a ser distintos(as).
La presencia del bullying y su alto contenido de violencia en los centros educativos debe ser erradicada. El punto de partida es el abordaje de los derechos de la niñez y del respeto al “otro” y a la diversidad. El sistema educativo necesita un tratamiento de su clima interno desde la interacción social con rupturas a la reproducción cultural de la homofobia, el racismo, la discriminación hacia personas discapacitadas y hacia la diversidad.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY