¿Qué organización privada, pública o del tercer sector no ha experimentado una crisis alguna vez? La teoría del ciclo económico puede explicar el fenómeno, al menos, desde el punto de vista del desempeño financiero.

El economista Wesly Mitchell define el ciclo económico de esta forma: Son un tipo de fluctuación en la actividad económica, cuya actividad está organizada principalmente en empresas lucrativas. Consiste en expansiones que tienen lugar a la vez en muchas actividades económicas, seguidas por recesiones, contracciones y recuperaciones igualmente generales que confluyen en la fase de expansión del ciclo siguiente.

El especialista estadounidense que desempeñó su carrera como investigador y profesor en la Universidad de Chicago a principios del Siglo XX pudiera resumir el ciclo económico en tres fases: expansión, recesión y recuperación.

Partiendo de esta forma mecanicista de interpretar la economía, pudiéramos plantear que las crisis son inevitables. En ese entendido, estimaríamos que los momentos difíciles, tanto en la empresa como a nivel nacional, son parte del proceso de crecimiento y perfeccionamiento de las dignas actividades que justifican nuestra profesión y ciudadanía.

Ahora bien, la realidad de que la crisis es parte del proceso de desarrollo de las empresas y los países, no indica que se trate de un evento que un buen gestor no pueda manejar. Aun en los tiempos malos, los buenos hábitos hacen que estos duros acontecimientos nos sirvan para aprender, crecer y fortalecer nuestra organización; y nuestra nación.

Permítanme amigas y amigos lectores presentarles algunos buenos hábitos que propogo, con fines de capitalizar los tiempos malos, de los cuales nadie está exento.

La prevención. Estudia de manera constante los riesgos asociados a la organización o la actividad económica que desempeña y traza estrategias para mitigarlos de manera constante.

Adaptabilidad. Adáptate. Es famoso el caso de Kodak, que quiso mantener sus rentas análogas en un mundo digital. Por lo general, la crisis es causada por cambios de tendencia. Observa la naturaleza de esas transformaciones e insértate en las mismas para que sigas agregando valor.

Desarrollar a la gente. Lo primero que recortan las organizaciones en tiempos de crisis es el entrenamiento. Grasso error. El capital humano es el más importante de los insumos. Entrene a su gente y facilite su crecimiento, para que con ellos también se desarrolle la institución.

Proactividad. Entre estímulo y respuesta, tenemos la facultad de elegir, resume el principio de la proactividad. Ante la crisis, un estímulo que no controlamos, podemos elegir el miedo y la rendición, o podemos abocarnos a la determinación y el entusiasmo. Entre la dificultad y nuestra reacción, tenemos opción.

Acción. Haz algo bien planificado, creativo y que agregue valor. Algo. No importa que sea pequeño incluso. Rompe la inercia y dejadez que caracteriza a los momentos difíciles, donde la parálisis por análisis es culpable de la pérdida de diversas oportunidades.

Solvencia. En su sentido más amplio, la solvencia es la capacidad de resolver problemas. Sé solvente, encárgate de las dificultades y crisis de tus clientes o audiencias, y tu crisis no será muy larga.

Optimismo. El optimismo es el poder sobre uno mismo. Figura de manera inteligente y planificada un futuro cercano lleno de oportunidades, en vez de concentrarte en las amenazas y dificultades. El optimismo es la fuente del entusiasmo, que cargará de nuevas energías a la organización para que afronte los retos inmediatos.

Dedícate a lo que te apasiona. La crisis es ese momento donde decides abandonar ese producto que sabes que no hacías muy bien ni tenía mucho resultado, para enfocar tus recursos en aquellas ofertas que entregas de manera efectiva con un alto nivel de satisfacción por parte de tus clientes o públicos clave.

Estos fueron algunos buenos hábitos que usted puede reproducir en tiempos malos. ¡Recuerde! Las y los buenos gestores afrontan la crisis con creatividad y valor, actuando de manera optimista con un compromiso concreto, basado en la vocación de servicio y el desempeño de lo que les apasiona.