Mientras nos escandalizábamos con las revelaciones de que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos y la propia firma brasileña Odebrecht confirmaban y admitían que funcionarios dominicanos y otras personas recibieron 92 millones de dólares en sobornos para la contratación de obras públicas sobrevaluadas.
En momentos en que por esa enorme estafa aquí se ha convocado y organiza la que podría convertirse en la más formidable manifestación ciudadana de protesta en contra de la corrupción y la impunidad, deviniendo en un gran sacudimiento de la conciencia nacional.
Justo en este momento, también desde Estados Unidos, nos llegan las buenas nuevas de la responsabilidad que implica sembrar entre todos la conciencia de que el cambio para superar las grandes deficiencias que afectan a los pueblos, reside en el poder de la gente simple de luchar en favor del cambio hacia niveles superiores de vida…
Desde los inicios de nuestra vida republicana, y actuando en su beneficio propio, la mayoría de los gobernantes dominicanos han deformado la conciencia del criollo, sometiéndola a regímenes de engaños, clientelismo, terror y represalias de todo tipo para subordinarla a sus designios.
Los largos períodos de terror y las más diversas formas de engaños y opresión han hecho del criollo un ser esquivo, temeroso y dependiente del poder y la autoridad, sin importar cuán ilegítima, deshonesta o absurda sea. José Ramón López, Toñito Zaglul, y Juan Bosch, entre otros, han estudiado el fenómeno profunda y ampliamente.
Ahora nos llega en el último discurso del saliente presidente norteamericano Barak Obama, y como si fuera un llamado especial a las y los dominicanos, una exhortación a la gente común, a los ciudadanos ordinarios, a asumir que el cambio de sus vidas, de su situación económica, social, política y cultural no depende de los líderes o los dirigentes sino de las decisiones y determinaciones que adopte cada individuo.
“Les estoy pidiendo que tengan fe en los escritos y las ideas que sustentaron los abolicionistas de la esclavitud, en el espíritu de los inmigrantes, en los que marcharon por la justicia, en la conciencia de que sí podemos cambiar la historia”, apeló el presidente Obama a la gente común en un emocionante discurso de despedida en el que subrayó su convicción de que pese a muchos no creerlo –sobre todo los poderosos- la esperanza también puede también desarrollar iniciativas transformadoras, como expuso precisamente Obama en su libro La Audacia de la Esperanza.
Por eso, y pese a los cientos de años de sometimiento, de miedos y dependencias que han sojuzgado la conciencia dominicana, brilla cual relámpago luminoso la convocatoria de la marcha contra la corrupción y la impunidad a efectuarse a partir de las 10 de la mañana del próximo domingo 22, en la intersección de las avenidas Máximo Gómez y 27 de Febrero.
Una señal de las buenas nuevas que vienen con esta marcha es la fuerza que han tenido las etiquetas #YoVoyPaLaMarcha y #MarchaFinDeLaImpunidad que en los últimos días han sido tendencias sobresalientes en las redes sociales y el periodismo ciudadano de Internet.