Una de las ventajas de las redes sociales es la cantidad de información que podemos compartir a través de ellas, este es su gran aporte, la accesibilidad inmediata a información que, si estamos listos para crecer, nos puede servir.
Durante la navidad recibí, de una amiga muy especial, una imagen con un título muy atractivo: "El arte para no enfermarse", de Drauzio Varella. El contenido planteaba 7 puntos claves para vivir en sanidad emocional y por ende en sanidad física. En seguida lo compartí con mis contactos proponiéndolo como un buen plan de crecimiento y decidí nutrirlo para mis lectores como regalo de inicio de año:
1- Habla de tus sentimientos. Regularmente estamos más entrenados para expresar los sentimientos de agrado y satisfacción. La enfermedad emocional y que luego se convierte en física, se construye muchas veces en base a sentimientos de enojo, rabia y temores guardados por años. Nos cuesta decir con tranquilidad y respeto aquello que no nos gustó o que nos hizo sentir mal. Tenemos miedo a perder el amor de los demás si decimos lo que nos han hecho sentir. La baja autoestima, expresada en miedo a ser mal vistos o el afán de complacer a los demás, suplanta nuestro propio sentir y vamos por la vida llenos de basura emocional que al final socava la salud mental y física.
Algunas soluciones: dejar de hablar de los otros y hablar más de y con nosotros mismos; respetar nuestro sí mismo y el de las demás personas; al final de cada conversación relevante ponernos en contacto con lo que hemos sentido y si quedaron residuos dañinos, retomarla más adelante para expresar lo que quedó pendiente como basura emocional en nuestro interior.
2- Buscar soluciones. Con mucha frecuencia tenemos problemas y situaciones que nos preocupan y nos quedamos en la preocupación, pero de esta manera las cosas no se solucionan. A veces repetimos mucho los problemas o no hablamos con nadie acerca de ellos, lo cual sigue siendo dañino. Otras veces nos quejamos, los evadimos, nos castigamos a través de la culpa o nos victimizamos sintiendo pena y lastima de nosotros mismos por la situación que nos ha tocado vivir. Ninguna de las anteriores hará que las cosas cambien, sólo retrasa la acción y carga de emoción negativa nuestro interior.
Algunas soluciones: desmitificar los problemas y comenzar a verlos como parte de la vida para fortalecernos y crecer. Frente a un problema que realmente sea nuestro, reconocer la necesidad de afrontarlo, trabajar el miedo y poco a poco ir haciendo conductas concretas que hagan que las cosas cambien.
3- Confiar. Primero en Dios o en la idea que tenemos acerca de Él. Reconocer que hay un poder superior, un plan macro, un proyecto universal que nos conecta y nos permite la posibilidad de trascender la realidad. Nos ayuda además, a salir de la visión individualista de la existencia para vernos, en humildad, como parte de un todo que transcurre guiado por fuerzas que están por encima de nuestro control.
Luego confiar en la persona que somos, en nuestra capacidad para crear, construir, para entregar bondad al mundo y transformarlo. Confiar en la posibilidad de tener una vida plena en amor y trabajo para hacer la parte que nos corresponde en la realización del propio proyecto de vida.
Después confiar en los demás, la mayoría de la gente es buena, confiable, amable. Esto no quiere decir que no estaremos alerta a los sentimientos negativos de otras personas, pero la confianza en nosotros hará que desarrollemos la asertividad y sabiduría para defendernos y preservarnos.
Confiar en el amor, pero en el amor maduro y sano, el que se expresa a través del respeto, la solidaridad y el compromiso.
4- No vivir siempre triste. La tristeza muchas veces está sostenida en expectativas irreales, parámetros externos, necesidad de aparentar, resistencia a los cambios y baja autoestima, aprendida socialmente, que nos hace distraernos del sentimiento de gratitud por el sólo hecho de tener vida, salud, trabajo, techo, familia, cuerpo, sentidos y vínculos. Esta tristeza nos arrebata la posibilidad de recibir al sol cada día, a la luna cada noche, la lluvia, el calor tropical, el hermoso merengue que nos une como pueblo en ritmo y movimiento.
La tristeza es una emoción humana, pero permanecer en ella es condenarnos a dejar de recibir el amor, no solo al amor que merecemos, sino el que está a nuestra disposición por el solo hecho de existir.
Algunas soluciones: cuando llegue la tristeza recíbirla, asumirla y despedirla. Luego cambiar la emoción por gratitud ante la posibilidad de sentir y transformar.
5- Aceptarse: Somos criaturas únicas, irrepetibles, con un código de barra personal que nos diferencia de cada uno de los otros y las otras. Tenemos también una historia única que siempre, después de adultos, tenemos el poder de mejorar y reeditar en caso de no haber sido muy afortunada. De manera que ir por la vida renegando de lo que somos nos quita la posibilidad de cambiarlo. Tenemos luces y sombras que nos hacen humanos, tener la valentía de aceptar estos dos lados de la moneda, nos hará más felices y plenos.
El trabajo consiste en mirarnos con la honestidad suficiente para reconocernos como parte de una historia familiar que nos entregó un legado y en libertad escoger lo que queremos dejar en nuestras vidas y hacer diferente lo que ya no nos sirva.
6- No vivir de apariencias. La cultura, el mercado, la moda, el sistema de creencias nos imponen patrones por los que se supone todos y todas deberíamos guiar nuestro andar. Seguirlos fielmente pudiera hacer que nos perdamos de nosotras y nosotros mismos, nuestros deseos, ilusiones y hasta la misión que traemos.
Algunas soluciones: hacer lo que queremos y no siempre, lo que se supone debemos hacer; valorar lo que es valioso para nosotros y no lo que los demás valoran; atrevernos a decir lo que sentimos y no lo que los demás quieren escuchar; romper los parámetros de belleza y aceptarnos con las libras, talla, peso, pelo, dientes, color de piel, nariz, busto, boca que hemos recibido como bendición.
7- Tomar decisiones. El cambio en nuestras vidas depende únicamente de nosotros y no de los otros y otras. Nos pasamos la vida esperando que los demás hagan cosas para nosotros ser felices, esto es una falacia y un espejismo. Conozco mucha gente que se ha pasado la vida esperando que la persona que tiene a su lado cambie para ser feliz, que su trabajo cambie, que sus vecinos sean mejores, que sus hermanos, padres, hijos e hijas sean diferentes y eso nunca pasa.
De lo que se trata es de identificar lo que queremos con nuestra vida y tomar las decisiones para ello. Nos podremos equivocar, pero ya iremos en camino, podrá ser difícil sin embargo, la inercia y la anestesia son peores, cometeremos errores, no obstante con asumir las consecuencias es suficiente. Sabemos que es un gran reto, amerita esfuerzo y como dice un amigo querido "No hay atajos”, mas la experiencia de vernos crecer e identificar lo que hoy hacemos distinto y mejor que ayer, es una gran satisfacción que vale la alegría.
El tiempo es ahora, se hace en primera persona y el proyecto de vida es propio.
Al igual que muchas personas nos han expresado sus buenos deseos para el 2015, yo igual lo hago ahora, les deseo un año cargado de cambios, renovación, pasión y fortaleza y la única manera de hacerlo realidad es construyéndolo con nuestras propias manos. ¡Felicidades!
@Solangealvara2