En el artículo publicado en Acento.com sobre la armonía ambiental en la frontera, citábamos la Declaración de Villa Anacaona y la importancia que tuvo, ya  que contribuyó a profundizar las relaciones y la cooperación entre República Dominicana y Haití e impulsó la conciencia colectiva entre ambas naciones para tratar de organizar la sociedad desde su propia base en torno a la preservación y fomento del Medioambiente y los Recursos Naturales.

El relativo éxito de dicho proyecto en la parte de repoblación forestal se debió especialmente a la creación de las brigadas de reforestación binacionales, a las cuales debemos continuar prestándole atención por los niveles de deforestación en el vecino país y la amenaza permanente de la misma en la frontera entre de los dos países.

Y traemos a colación este tema a propósito del acuerdo firmado el pasado fin de semana entre    el Ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, y Abner Septembre, su homólogo de Haití, con el propósito de relanzar políticas de protección del medio ambiente.

La declaración conjunta establece  retomar los planes de reforestación en la zona fronteriza, incluyendo  la protección y uso sostenible de las cuencas de los ríos transfronterizos Artibonito, Libón, Pedernales y Masacre, y ocho puntos más que tienen que ver con el desarrollo de la zona.

Vista desde La Peñita Abajo, Loma de Cabrera, mirando hacia Haiti se observan parcelas repoblada de árboles. 2019

La firma de este acuerdo entre ambos ministros es muy pertinente, así como su divulgación, debido a que una semana antes los presidentes Luis Abinader, de República Dominicana, y Jovenel Moise, de Haití, realizaron un encuentro en la zona fronteriza para revisar los principales temas contemplados en la agenda bilateral entre ambos países.

Cabe destacar que el hecho de que ambos encuentros se produjeron en la región fronteriza es una señal de que ambos gobiernos tienen la intención de cambiar la imagen y la predisposición que muchos tienen sobre el acontecer en la zona.

Lejos de vivir como incitando al odio, vamos a sembrar el porvenir de nuestra isla, porque aunque es cierto que existen diferencias  políticas, socioeconómicas, y culturales forjadas, a los largo de siglos de relaciones conflictivas con la parte occidental de esta tierra, con los recursos naturales y la biodiversidad no debe ocurrir lo mismo,  porque la paloma silvestre que come frutos de Capá sabanero en Tres Cerros en Comendador de  Elías Piña, se va a dormir a los campos haitianos; tampoco se puede ignorar el espectacular encuentro de las aguas de los ríos Macasías y Artibonito en Dos Bocas para entrar a Haití.

La frontera de República Dominicana con Haití, a lo largo de sus casi 300 kilómetros, posee 4 cuencas compuestas por los ríos Pedernales, Lago Enriquillo, Artibonito y Masacre; encontrándose la del río Artibonito, en más de 2,500 kilómetros cuadrados en suelo dominicano y la más importante porque es la principal fuente de agua de la presa de Peligre (Haití) que le da la vida a una población de millones de personas en la vecina nación.

Río Artibonito, Guayajayuco, a 34 kilómetros aproximados de su nacimiento en Nalga de Maco, RD

En todas estas cuencas las brigadas binacionales y los técnicos de medioambiente han trabajado arduamente y se tienen logros significativos, aunque no representativos, ya que hablamos de una zona muy extensa y deforestada históricamente.

Podemos afirmar que hasta la fecha el número de tareas reforestadas es inferior, pero importante por el nivel de compromiso que han asumido diferentes sectores en torno al tema, sobre todo en las comunidades fronterizas ubicadas entre Magasse a Capolitlle (del lado haitiano) donde podemos encontrar más de 30 parcelas reforestadas en las que antes había solo deterioro de los suelos, como muestran las fotografías tomadas por quien suscribe en el año 2019.

Queremos reiterar la  importancia ambiental que tuvieron  las brigadas binacionales y que pueden representar en la coyuntura de tratados, declaraciones e intenciones binacionales actuales, porque a través de las mismas se puede fomentar la  tolerancia cultural que implica el trabajo conjunto de ambos pueblos; es decir, porque impulsa la conciencia en las comunidades de ambas naciones desde su propia base; además con la reactivación de las mismas se puede contribuir a elevar el nivel socioeconómico de las comunidades más empobrecidas  de la zona fronteriza y, en consecuencia, contribuir con el desarrollo socioeconómico de ambas naciones