Henry Kissinger, es uno de los hombres que más conoce los asuntos internacionales, geopolítica, diplomacia, sino el que más. Si somos empáticos, podríamos decir que es también uno de los hombres más admirables. No se puede entender la diplomacia y las relaciones internacionales de los últimos cuatro siglos, de manera especial, del siglo XX, sin leer su libro, titulado precisamente así “La Diplomacia”.

En el primer capítulo de dicho libro, “El nuevo orden mundial”, Kissinger señala que en cada siglo surge un “país con el poderío, la voluntad y el ímpetu intelectual y moral necesarios para modificar todo el sistema internacional, de acuerdo con sus propios valores”. En el siglo XVII, Francia; en el siglo XVIII, Inglaterra; en el siglo XIX, los germanos, con Austria y Alemania; en el siglo XX, EEUU.

¿Y en el siglo XXI, cuál es o será ese país? Mi opinión es que no hay, ni habrá un país que imponga su criterio, que diseñe un sistema internacional a su medida, que influya de manera determinante en el nuevo orden mundial que se está gestando. Reitero mi posición, nos encaminamos a un mundo multipolar, con varios centros del poder, integral y globalizado, que en el peor de los casos tendrá un verdadero “equilibrio de poder global” y en el mejor habrá un “Tercero Ausente”, como árbitro imparcial.

La posición de este simple ciudadano del mundo no es caprichosa, no es el sueño personal sin base real de un pacifista empedernido que aborrece las teorías clásicas de la geopolítica que aconsejan el expansionismo para aumentar el “Lebensraum” o “espacio vital”, en detrimento del “espacio vital” de otros pueblos. No, esta es una posición sustentada en la realidad a la que estamos asistiendo todos los ciudadanos del mundo que nos ha tocado vivir la más importante y rápida transición que ha experimentado la humanidad.

El mayor sustento de mi tesis es el G-5 o BRICS, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Aunque fue concebido como un grupo de países que emergen en lo económico, sin embargo han tomado la idea y han promovido reuniones entre ellos del más alto nivel. Todavía no logran afianzarse como grupo político o de influencia global, no obstante, están enviando claros mensajes, de que este sistema internacional, que como dijo Kissinger fue moldeado por EEUU en el Siglo XX, debe ser reformado para que responda a los intereses globales, de todos los pueblos del mundo, los grandes y los pequeños, los poderosos y los débiles, los más y los menos favorecidos por la geografía y los recursos naturales.

En la III Cumbre BRICS, que se produjo en Hainan, China, en abril de 2011, este grupo se expresó en el sentido de que favorece una verdadera y completa reforma de la ONU, donde se amplíen los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, pero también se sugirió una especie de nuevo Bretton Woods, para el establecimiento de un nuevo sistema financiero global.

El pasado jueves 29 de marzo se produjo la IV Cumbre BRICS, en Nueva Delhi, India. En el documento final, conocido como “Declaración de Delhi”, reiteraron asuntos ya tratados y agregaron otros.  Aspiran a un mundo multipolar,  futuro de paz, progreso social y económico para todos. Se propusieron la creación de un banco de desarrollo para financiar proyectos propios y de países más pobres. Dijeron que Irán tiene derecho al uso pacífico, de la energía nuclear y favorecieron el cese inmediato de la violencia en Siria.

No habrá en el siglo XXI un país que se imponga. No sólo Europa y EEUU con el Atlántico Norte, serán importantes en lo político y comercial, sino que los centros de poder estarán distribuidos por todo el planeta.  Esa es mi apuesta para este siglo XXI y para el futuro del sistema internacional.