En la tragedia griega “Filoctetes”, de Sófocles, Neoptólemo pregunta a Odiseo si es lícito decir mentiras, recibiendo por respuesta que en la guerra, para obtener el triunfo, todo era lícito.

El Brexit no fue en sí una guerra, más bien una confrontación entre un grupo de políticos que propugnaba por la continuidad del Reino Unido (RU) en la Unión Europea (UE) y otro que se oponían a mantener ese estatus. Estos últimos ganaron el referéndum del 23 de junio pasado (17 millones, el 52%), aprovechando una situación de bajo crecimiento económico y de ingresos reales por personas (PPS) al 0.5% en los últimos diez años, uno de los más bajos en Europa, lo que limita la expansión en una época en que las circunstancias lo ameritan y genera frustraciones en las personas.

Los dudosos argumentos de los ganadores, por quienes se hizo el referéndum, fueron básicamente que bajo el esquema actual la migración hacia el RU es muy elevada y que al liberarse de los compromisos con la UE las condiciones de los individuos mejorarían, pues el gobierno dispondría de más recursos para gastos sociales

En cuanto a la migración prometían un sistema que frene la llegada de personas, pero sin la libre circulación de ciudadanos de la UE, no se podrá tener libre acceso al mercado único comunitario y el 44% de las exportaciones británicas van a la UE. Además, de las 330,000 personas que migraron al RU en 2015, sólo 180,000 provenían de la UE. Con el resto las autoridades inglesas pudieron aplicar las restricciones que entendieran sin afectar el acuerdo.

El grupo que apoya al Brexit manifestaba, pues después en los últimos días es poco lo que han argumentado tras apreciar la realidad que se avecina, que no se afectarían las subvenciones económicas que reciben de fondos europeos en el sector agrícola, pesquero, proyectos regionales, micro/pequeñas empresas, universitario y de investigación. Prometieron que el gobierno inglés, con el ahorro de los fondos que pasa a la UE, se encargaría de mantener el aporte de recursos a esas áreas, pero todo indica que la situación económica que enfrentaría el RU limitaría los financiamientos por lo que se verán obligados a priorizar la focalización de recursos.

Otro argumento era el que el Reino Unido acreditaba 350 millones de libras a la UE, cada semana. Los promotores de Brexit, vendieron la idea de utilizar parte de esos fondos al sistema de salud pública. Los contrarios a la salida, siempre mantuvieron la postura de la inviabilidad de esa propuesta. Después del Referéndum, los primeros han indicado que todo fue mal interpretado, que sólo hablaron de “posibilidades”.

El 90% de los trabajadores del sector pesquero británico, cansados de las cuotas impuestas por la UE, votaron por la salida. Pero esto no implica que las cuotas desaparecerán y que los británicos pescarían las cantidades que quisieran, pues las reglas se mantendrían y cambiarlas implica negociaciones que pudieran tardar uno o más años. En adición, el sector ya no recibirá las asignaciones por subsidios de la UE.

En el aspecto fiscal los del Brexit prometían que al lograr salir, se anularía el IVA del 5% en la factura de consumo eléctrico de los hogares y todos los impuestos a carburantes producto normas europeas. Lejos de eso muchos expertos han manifestado sus dudas, pues la situación económica hará que el gobierno tienda incrementar los impuestos.

En síntesis, ahora resulta que los que lideraron el Brexit se han destapado diciendo que la cantidad de dinero que envía RU a la UE es menor y esos fondos no se ahorraran ni serán necesariamente invertidos en mejorar el sistema de salud. Que salir de la UE no implicará menos inmigrantes. Lo cierto es que la situación de salida genera vacíos institucionales y regulatorios que se deben atender e implican recursos y tiempo.

En la era de la información y del conocimiento, lo ideal es que el último sea influenciado por el primero y viceversa. Si la información es mala, sólo quienes cuentan con un conocimiento superior podrán rebasarla, de lo contrario se adsorberá. Vemos como las pasiones y la intuición, son inducidas por intereses que aprovechan coyunturas frustrantes y motivan las decisiones de las personas, con mentiras o verdades a medias. Es usual que los seres humanos pensemos y actuemos en función de lo inmediato, al parecer no sólo pasa en el Subdesarrollo.

Este conjunto de situaciones, bajo la incertidumbre y el inevitable proceso de ajuste, implicarán un periodo que podría generar un aumento en el desempleo, menor crecimiento y problemas fiscales, derivándose en un alza de los costos reales para empresas y familias. Pocos elementos económicos se verán inducidos a invertir en el RU.

El Primer Ministro, David Cameron, ha informado que dimitirá y que retrasará la aplicación del Artículo 50 de los tratados de la UE, que estipula la regulación de la salida  de un país. Esto indica, que al parecer, dada la incertidumbre no desea enfrentar la situación que sobrevendrá.

Ciertamente, los términos de intercambio de la economía Dominicana con la del RU son bajos, por lo que el impacto del Brexit será mínimo. Para el 2015 las exportaciones Dominicanas al RU  representaron el 1.8%, del total de las Exportaciones. Las Importaciones el 0.89% y las comercializaciones de muchos productos están aparadas en los acuerdos de CARIFORUM y EPA. El Turismo 2.6% del total de turistas, las Remesas 0.2% y la Inversión Extrajera Directa (IED) en el último lustro  representó el 0.7%. No será nulo, pero puede resultar mínimamente negativo, pues el fenómeno podrá reflejarse en una baja del flujo de turistas y reducción del intercambio comercial.

Finalmente, tampoco es cierto que todo en la guerra es lícito, ya que hasta en este tipo de barbarie existe un código, muchas veces irrespetado por la naturaleza misma de las confrontaciones bélicas. Pero engañar al ejército que te lleva al triunfo, en detrimento de ellos mismos, es traición.