Unos carpinteros de Sonora, Campeche y el Distrito Federal, en México, realizaron una visita al Palacio Nacional.
Al jefe de mantenimiento le dio gusto verlos, pues las puertas principales necesitaban una buena reparación.
Así, pues, a cada uno le pidió un presupuesto. El sonorense, midió, hizo cuentas y dijo:
-Serian 800 pesos por el material, 800 para mis trabajadores y 200 para mi.
En total, 1800.
El jefe de mantenimiento asintió y volvió al carpintero de Campeche.
Este sacó su cinta métrica y un lápiz y después de efectuar algunos cálculos dijo:
-Yo le cobro 1500: 650 para el material, 650 para mi gente y 200 para mí.
El otro le dio las gracias y miró al carpintero del Distrito Federal.
Sin vacilar, éste último afirmó:
-El trabajo le va a costar 5500 pesos.
El jefe se quedó boquiabierto.
-Oiga, ¡si ni siquiera tomó medidas ni hizo cálculos! Protestó-
¿De dónde sacó una cifra tan alta?
-Fácil- explicó el carpintero-.
Dos mil pesos para mi, dos mil para usted y contratamos al de Campeche.
(Colaboración de KB).