En un testimonio que brindó Bosch en 1981 sobre la expedición de Cayo Confites detalla como el plan original implicaba un movimiento interno en el país con armamento que facilitaría Betancourt y como no se consiguieron las armas, Juan Rodríguez decidió armar una red de hacendados en todo el país que prepararan las condiciones para apoyar a los expedicionarios que llegarían del exterior. Y aquí entra la faceta del Bosch que hizo el giro a finales de los 60 luego de sus lecturas de Marx, pero que poseía desde mucho antes una capacidad de análisis sobre la evolución de las sociedades y especialmente la dominicana.

“…después de habernos contado don Juan Rodríguez (lo relativo a esa red de hacendados), estando ya en Cayo Confites, nosotros empezamos a pensar que el movimiento en que nos hallábamos no iba a tener éxito (…) porque nos parecía que frente a un movimiento dirigido por terratenientes ganaderos Trujillo representaba un avance porque Trujillo era el hombre que había implantado aquí el capitalismo industrial; y debemos aclarar que nosotros no éramos marxistas ni conocíamos a Marx, de manera que en lo que pensábamos estando en Cayo Confites no había influencia marxista; pero entendíamos que la historia no da marcha atrás y que por esa razón no podía triunfar un movimiento organizado por terratenientes y ganaderos contra una sociedad industrial y con cierto desarrollo financiero, sin embargo no le dijimos a nadie lo que pensábamos porque ya estábamos montados sobre el caballo de Cayo Confites y éramos en realidad un poder militar por el número de hombres que había allí y además por las armas que teníamos” (Vol. IX, p. 254). La madurez política de Bosch le permitió diferenciar siempre durante su lucha contra Trujillo, el tirano como persona, y el sistema que había implementado. No hay en Bosch nunca una pizca de resentimiento personal contra Trujillo, como si ocurrió con muchos antitrujillistas, incluso en varios momentos él plantea al mismo dictador que se convierta en el timón de la democratización del país o en su defecto que abandonara el poder para que dicho proceso ocurriera. En su obra Trujillo causa de una tiranía sin ejemplo formulará claramente esa distinción y cuando llegó al país en 1961 muchas veces planteó que el problema no era el trujillismo o el antritrujillismo, sino democratizar la sociedad dominicana y emprender las reformas sociales y económicas que permitiera el progreso de todo el pueblo.

Si el liderazgo político que asumiera el poder luego de la caída del tirano era históricamente más atrasado que el de la tiranía, el pueblo dominicano iba a sufrir las consecuencias de esa involución. De hecho, quienes enfrentan a Bosch en la campaña electoral del 1962 fueron los sectores más atrasado de la sociedad dominicana que se consideraban ser gente de primera y a sus ojos figuras como Balaguer o el mismo Bosch, como lo fue Trujillo para ellos, no merecían presidir el país porque no pertenecían a dicha élite de familias. Y ese mismo sector es el que apoyándose en los militares dan el golpe de Estado y sumen a la sociedad dominicana en una ciénaga de autoritarismo y corrupción. Bosch siempre tuvo claro que no era suficiente con derrocar a Trujillo, había que implantar un orden social, económico y político superior al de la dictadura.

Sobre ese tema vuelve a insistir Bosch en su testimonio del 1981. “…la presencia de terratenientes ganaderos en la dirección del movimiento que estaba culminando en Cayo Confites, nosotros pensábamos que desde que pisáramos tierra dominicana debíamos organizarnos dentro del país de tal manera que el triunfo de la revolución no fuera el de los ganaderos y terratenientes para lo cual debíamos llevar a posiciones de mando a gente nuestra de tal manera que el poder militar y el poder político que acabara imponiéndose no obedeciera a los intereses de los grandes propietarios” (Vol. IX, p. 255). Para brindar una referencia importante, tan temprano como en 1940, prologando un libro de Juan Isidro Jimenes Grullón que ya analizamos en esta serie, Bosch señalaba que la sociedad dominicana estaba dividida entre los pueblitas (favor no confundirlo con la aberración de lo que hoy se denomina con ese nombre) y el pueblo campesino y pobre. Los pueblitas explotaban el pueblo y era menester -señalaba Bosch- sacar a los pueblitas del poder para organizar una sociedad más justa. Esta convicción de Bosch encontrará en sus lecturas de Marx décadas después, la explicación científica de como las clases sociales son la clave para interpretar correctamente la estructura de una sociedad como la dominicana y emprender las acciones políticas para su desarrollo.

Otro aspecto que señala Bosch en su testimonio es lo que él entiende como la participación de los Estados Unidos en el fracaso de la expedición. “Tenemos la impresión de que el embajador que tenían los Estados Unidos en La Habana trabajó en esa ocasión para Trujillo. Poco después del fracaso de Cayo Confites ese embajador fue sacado no sólo de Cuba sino del servicio diplomático de su país. Eso no se dijo nunca, al menos que nosotros sepamos, ni lo dijimos tampoco nosotros ni siquiera en una conversación privada, pero pudiera ser que en los archivos del Departamento de Estado de su país haya una explicación del retiro de ese embajador del servicio. En ese momento había en el Departamento de Estado dos enemigos de Trujillo; uno era el embajador Braden, que había servido en Cuba y en la Argentina, y el otro era el embajador Briggs, que había servido aquí, y según oímos decir a un funcionario del Ministerio de Estado cubano, que era como se llamaba en aquellos tiempos el de Relaciones Exteriores de aquel país, Briggs tuvo algo que ver con la retirada del embajador Webb, que según nuestros recuerdos era como se llamaba el que representaba a Estados Unidos en Cuba en los días de Cayo Confites” (Vol. IX, p. 255-256). Ambas observaciones de Bosch, tanto la de un embajador norteamericano al servicio de Trujillo y de la hostilidad de otros frente a la dictadura está ampliamente documentado en tiempos recientes. Cayo Confites lo que menos tenia era discreción, todos en Cuba y por lo visto norteamericanos e ingleses, vigilaban el proyecto, y por supuesto Trujillo sabía casi todos los detalles. Si la expedición hubiese llegado a suelo dominicano hubiese tenido éxito o al menos resistido por semanas o meses, nunca lo sabremos, pero indudablemente estaba mejor equipada que las expediciones posteriores, aunque en el tiempo Trujillo se fue preparando militarmente con mayor capacidad de fuego y organización. Ni todos los aviones, ni tanques de guerra, ni tropas, pudieron impedir que un grupo pequeño le arrancaran la cabeza la noche del 30 de mayo del 1961.