De alguna manera los esclavos de origen africano de Saint Domingue aceleraron la historia en nuestra isla y generaron procesos que se prolongarían durante todo el siglo XIX. Existe un hecho importante que no hemos estudiado y apreciado en su justa dimensión. Éramos franceses desde el 1795 por el tratado de Basilea, pero las autoridades francesas no se interesaron en ocupar efectivamente nuestra parte porque se encontraban en medio de la sublevación de los esclavos y en Europa Francia estaba en guerra contra todas las monarquías existentes. Quien sí se ocupó de ocupar la parte oriental fue Toussaint Louverture, que a la sazón era general francés ya que las autoridades francesas en una maniobra política sagaz habían declarado la liberación de los esclavos y convertido en militares franceses a los antiguos franceses, y sus líderes fueron convertidos en oficiales. En enero de 1801 Toussaint entró al territorio Este de la isla con gran cantidad de tropas y las autoridades locales se movilizaron para enfrentarlo, a pesar de que toda la isla pertenecía a Francia y las tropas que entraban eran francesas, aunque formadas por antiguos esclavos negros.
Explica Bosch que: “…el 7 de enero, “se improvisaron compañías que con la tropa del fijo llegarían al número de mil quinientos hombres”; tales fuerzas fueron despachadas apresuradamente para hacer frente a Toussaint, que marchaba por el camino del Sur. En la sabana de Ñagá, las avanzadas haitianas (técnicamente eran tropas francesas, Haití no existía) destrozaron la vanguardia dominico-española, que se hallaba bajo el mando de don Juan Barón. El general Kerverseau y el general Chanlatte —francés el primero y haitiano “affranchí” el segundo— huyeron con los derrotados. Toussaint avanzó sobre la Capital y estableció su cuartel general en el ingenio Boca Nigua, “propiedad del Marqués de Iranda”, de manera que como puede verse, hasta había marqueses con ingenios en el país. Inmediatamente se nombró una diputación para negociar con Toussaint, y “en este intervalo, fue grande la emigración de españoles a los puntos más inmediatos de los dominios españoles, Puerto Rico, Maracaibo, Caracas, etc.”, dice del Monte y Tejada” (Bosch, vol. X, p. 159).
Los españoles y criollos dominicanos no “veían” a tropas francesas ocupando el territorio que legítimamente había cedido España a Francia en el Tratado de Basilea, sino que “veían” a los antiguos esclavos de la parte francesa “invadiendo” su territorio. Esa interpretación es muy común en la historia dominicana, una suerte de distorsión por los hechos posteriores que ocurrieron. Incluso Rodríguez Demorizi tiene un libro que su título promueve ese error. Se titula: Invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822. La de 1801, ni fue una invasión, ni fue haitiana. Lo primero es porque Toussaint era un militar francés entrando a territorio francés, y no existía Haití. La de 1805 fue una invasión de Haití a una colonia francesa, que era nuestro estatus en ese año, para disuadir a las autoridades francesas de seguir secuestrando hijos de ciudadanos haitianos para esclavizarlos. El mensaje era claro: no te metas con nuestros hijos.
“Toussaint Louverture estuvo en Santo Domingo apenas dos meses, pues retornó a Haití (Saint Domingue propiamente) en marzo; al marcharse dejó el gobierno de la antigua parte española (que era territorio francés) en manos de su hermano Paul Louverture —comandante general de la región del Sur, con asiento en Santo Domingo— y del general Pageot —con el mismo cargo para la región Norte, con asiento en Santiago—. Aunque a su paso por Santo Domingo Toussaint aplicó el principio de la libertad de los esclavos, que estaba aplicándose en Haití desde el año 1793, la verdad es que la situación de los esclavos no tuvo cambios apreciables, entre otras razones porque quedaron adscritos a las propiedades en que trabajaban, y Toussaint prohibió la venta de tierras sin previa autorización de los municipios a fin de evitar la división de las grandes fincas. Por otra parte, la esclavitud iba a ser repuesta en las posesiones francesas de las Antillas en mayo de 1802” (Bosch, vol. X, p. 163). A pesar de que se había abolido la esclavitud, Toussaint entendía que no debía permitirse que los antiguos esclavos abandonaran las fincas e ingenios donde trabajaban porque arruinarían la economía de la isla. Por supuesto se les trataría a los antiguos esclavos como hombres libres y recibirían remuneración por su trabajo, pero no podían abandonar las tierras de producción.
El resultado de la estadía de Toussaint en el antiguo territorio español no provocó un cambio drástico en el statu quo de la sociedad. El temor que muchos sentían por las noticias de la sanguinaria guerra que habían escenificado en el lado occidental hasta alcanzar su liberación se disiparon rápidamente, pero el racismo contra militares negros que tenían el poder se manifestaba en muchos aspectos. Bosch explica ese proceso de la siguiente manera. “Así pues, el paso de Toussaint por Santo Domingo dejó intacta la organización social del país, por lo menos de hecho; y eso explica el comportamiento frente a Toussaint de los sectores dominantes en la vida del país. El gran jefe haitiano no puso en peligro los bienes de esos sectores. Al llegar a San Juan de la Maguana, de paso para la Capital, Louverture había lanzado una proclama en la que prometía seguridad y protección a las personas y a sus propiedades, y mantuvo su promesa; las medidas que tomó mientras estuvieron en Santo Domingo fueron de tipo superficial: reorganización de los municipios, apertura de algunos puertos al comercio exterior, reglamentación de los cortes de madera, estímulo a la producción. Pero sucedió que su ocupación de la antigua parte española de la Isla, con la consecuente convocatoria para redactar una Constitución para la Isla, provocó la reacción de Napoleón Bonaparte, y la respuesta a esas demostraciones de poderío autónomo del jefe haitiano no se hizo esperar. Al comenzar el año de 1802, Víctor Manuel Leclerc, cuñado de Napoleón, llegaba a Samaná al frente de fuerzas poderosas de mar y tierra que tenían el encargo de aplastar a Toussaint a cualquier costo. La tempestad de la guerra iba a caer sobre la Isla, y a causa de ella el pueblo dominicano iba a sufrir como nunca antes había sufrido en su historia” (Bosch, vol. X, p. 164). Efectivamente la isla se sumió en una guerra brutal entre las tropas francesas de Leclerc y los antiguos esclavos, los españoles y criollos de Santo Domingo tomaron partida en esa guerra del lado de los esclavistas franceses, pero al final los antiguos esclavos lograron derrotar a los franceses y establecieron la República de Haití. El lado oriental quedó como colonia francesa al mando de Ferrand.
Entre 1791 y 1804 la isla cambió radicalmente, de existir dos colonias, una francesa y otra española, pasó a la existencia de la segunda república en América, la República de Haití (1804), al mando de los antiguos esclavos y del lado oriental se articuló una colonia francesa, la de Saint Domingue, pero esta vez del otro lado de la isla. A partir de ese momento Haití pasó a ser el principal factor de cambio en la isla y en gran medida, por reacción, fue el gestor de la existencia de la República Dominicana a partir del 1844, y los intentos por conquistar toda la isla duraron hasta el 1855 cuando Soulouque intentó por última vez en toda nuestra historia ocupar toda la isla. Podemos afirmar que de forma directa la causa de que existan la República Dominicana y la República de Haití en el presente se deben a la Revolución Francesa y la manera en que impactó nuestra isla, aunque en nuestro caso hay que enfatizar la presencia de la República de Haití como catalizador de nuestro proceso de toma de conciencia de que debíamos ser un país soberano.