El 1 de septiembre del 1939 la Alemania nazi inició su invasión a Polonia y dos días después, el 3 de septiembre, Inglaterra y Francia le declaran la guerra a Alemania. Formalmente se considera este hecho como el inicio de la llamada Segunda Guerra Mundial. Esta conflagración concluyó en Europa con la rendición alemana el 8 de mayo del 1945, posterior al suicidio de Hítler el 30 de abril y la rendición de Berlín frente al ejercito rojo de la Unión Soviética el 2 de mayo. Bosch recordaba 5 décadas después como le afectó ese hecho recién llegado a La Habana. “En septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia por tropas alemanas —el ejército nazi de Adolfo Hítler—, acontecimiento de proporciones mundiales que conmovió a todos los cubanos y en mi caso provocó una reacción tan violenta que estuve varios días sacudido por un estado de indignación que no podía controlar. Las noticias que publicaban los periódicos cubanos y que difundían las estaciones de radio eran alarmantes porque en ellas se describían las barbaridades que estaban ejecutando en Polonia las tropas hitlerianas. A mí me parecían los hechos que estaban sucediendo en la patria de Chopin una repetición de lo que hasta poco tiempo antes había sucedido en España, y la sangrienta guerra civil española estaba relacionada en el mundo de mis sentimientos con Trujillo y su dictadura, lo que era un indicio de que, al menos en el terreno emocional, yo estaba convirtiéndome en un militante antitrujillista, y sabía que en el origen de esa militancia estaba la prédica del Dr. Henríquez, a quien a esas alturas yo le llamaba, como sus familiares y amigos, Cotú a secas” (v. VIII, p. 599). La cita es del libro El PLD, un partido nuevo en América, publicado en 1989. El texto refleja la profunda conexión de Bosch entre su vida política y sus emociones, en gran medida explicado por su talante original como literato. Para otros era un individuo irrascible.
Señala Bosch dos evocaciones emocionales en este fragmento: “…en mi caso provocó una reacción tan violenta que estuve varios días sacudido por un estado de indignación que no podía controlar” y “…la sangrienta guerra civil española estaba relacionada en el mundo de mis sentimientos con Trujillo y su dictadura, lo que era un indicio de que, al menos en el terreno emocional, yo estaba convirtiéndome en un militante antitrujillista…”. En el 1939, en Cuba, Bosch vivía emociones muy fuertes relacionadas con las injusticias políticas, con nombres definidos, Hítler, Franco y Trujillo, pero él mismo nos explica que era una etapa previa a la constitución de una auténtica conciencia política y la voluntad de accionar en consecuencia. Sobre el talante emocional de Bosch hay muchas referencias y un servidor lo padeció en carne propia cuando inaugurábamos la Biblioteca de INTEC dedicada a Emilio Rodríguez Demorizi e invitamos a Bosch a dar testimonio en ese acto, debido a su relación estrecha con tan destacado historiador dominicano. Problemas de comunicación en la coordinación de su llegada provocó que su chófer lo dejara a casi 50 metros del lugar donde lo esperábamos y a pesar de que presurosos acudimos a su encuentro, él decidió muy molesto retirarse sin participar en el acto. Personalmente creo que esas reacciones era propias de su talento artístico, pero mientras elaboraba mi tesis doctoral un amigo sacerdote catalán me señaló que posiblemente era una herencia de su padre. En Cataluña se indica que hay dos rasgos que define a los catalanes: el Seny y la Rauxa. Sin ser experto en el tema podemos definir el seny como una cierta cordura, sentido común y hasta buen humor, por el contrario la rauxa es el arrebato, casi llegando a la locura en algunos casos. La manera como se mezclan ambas es complejo y ameritaría estudiar a fondo la historia del pensamiento y el desarrollo político catalán. Según este sacerdote, que conoció en persona a Bosch, nuestro autor representaba en su accionar perfectamente el talante catalán en su constante balance entre el seny y la rauxa.
La cuestión emocional está presente en varias notas autobiográficas de Bosch y en su manera de evaluar personas y hechos. En respuesta a la reacción del PRD luego de que Bosch y el PLD solicitara la renuncia de Jorge Blanco de la presidencia señala en una entrevista. “…en el PRD no hay un político, un solo. Yo puedo parodiar a José Martí diciendo del PRD que viví en el vientre del monstruo y conozco sus entrañas, y viví en ese vientre desde que tres días después de haber llegado a Cuba le dije al Dr. Enrique Cotubanamá Henríquez, que había hecho dos viajes a Puerto Rico para convencerme de que era necesario fundar un partido antitrujillista que se llamara Partido Revolucionario Dominicano, que aceptaba trabajar en la formación de ese partido; y desde entonces, es decir, desde enero de 1939 hasta noviembre de 1973, viví dedicado al PRD y nunca conocí en sus filas ni en su dirección a una sola persona que fuera capaz de analizar los acontecimientos políticos sin mezclarse ella misma de manera emocional con esos acontecimientos. Ante un hecho político nuevo, lo primero que hay que hacer es analizarlo fríamente por partes…” (v. XXX, p. 268). Comparando ambas citas entendemos que el mismo Bosch reconoce que vivió en su etapa temprana como político, el 1939 en La Habana, esa mezcla entre lo emocional y el análisis frio que la política demanda. En cambio, el juicio contra los dirigentes del PRD, a todas luces exagerada, refleja las emociones de Bosch en el debate político de los años 80 del siglo pasado y se manifiesta, esa rauxa, en muchos de sus juicios sobre el PRD y José Francisco Peña Gómez que el tiempo ha demostrado que fueron exagerados e injustos, especialmente después de que conocemos el accionar de los dirigentes del PLD que él consideraba como los opuestos a los dirigentes del PRD.
Un ejemplo de como Bosch emocionalmente juzgaba a Peña Gómez como un individuo emocionalmente afectado es su juicio sobre lo acontecido en las elecciones del 1978. “Como él (Peña Gómez) estaba al tanto de todo lo que iba a suceder y tenía sus temores de que se presentara algún fallo, el caudillo del PRD desapareció la noche del 15 de mayo, lo que indica que aunque en esa ocasión, como le sucede siempre, se dejó llevar por sus descargas emocionales, él se daba cuenta de que la intervención política de los Estados Unidos en el país era un paso peligroso, que podía terminar en una intervención armada como la de 1965…” (v. 25, p. 198). De hecho el resultado de las elecciones del 1978 desconcertó a Bosch, en gran medida porque no atinó a darse cuenta cabalmente de los cambios geopolíticos que introdujo la Administración Carter en su accionar político en el Caribe. Bosch seguía convencido de que la agenda norteamericana era semejante a la de 1965 y por tanto no permitiría el triunfo del PRD. Una vez definida la postura de Carter a favor del PRD, entonces desarrolló un conjunto de argumentos apelando al intervencionismo norteamericano en la política dominicana. La carga emocional que tenía contra el PRD y sus dirigentes, y el éxito de los mismos en lograr sacar a Balaguer del poder, no le permitía a Bosch analizar fríamente lo que estaba pasando. Posteriormente Bosch comprendió el hecho y puso la proa del PLD en dirección a las elecciones siguientes convencido de que era posible llegar al poder bajo las reglas de la “democracia” que tanto había denostado desde lo sucedido en el 1965.
Refiriéndose a las consecuencias del Golpe de Estado del 1963 y la experiencia de la democracia en nuestro país en torno a ese hecho, señala Bosch: “…la democracia no enseña como enseña un maestro de escuela. La democracia enseña a través de la práctica (…) hay un alto porcentaje que la apoyaría porque por experiencia sabe que cuando la democracia desapareció de Santo Domingo se vieron perjudicados. No porque están intelectualmente o emocionalmente convencidos de que la democracia es mejor, sino porque la ausencia de democracia ha perjudicado sus intereses. Pero así es como uno aprende democracia” (v. 39, pp. 36-37). Este juicio lo emitió Bosch en una entrevista a inicios del 1964, su fuente primaria está en el libro de Bernardo Verga titulado Kennedy y Bosch. Aportes al estudio de las relaciones internacionales del gobierno constitucional de 1963. Aquí Bosch, aparte de la influencia del “análisis frio” propio de la actividad intelectual, y de las emociones, integra la variable de los “intereses” de los actores políticos. Eso Bosch lo señalaba un lustro antes de que desarrollara su teoría política en el contexto del marxismo, donde los intereses de clase son un factor esencial en el comportamiento político de los individuos.
Bosch, al igual que José Francisco Peña Gómez o Juan Isidro Jimenes Grullón, tomaron decisiones en función de reacciones emocionales, humanos eran, no máquinas. Pero siempre anhelaban racionalizar sus propuestas políticas al mayor nivel posible. Es insensato imaginar un líder político de relevancia sin el componente emocional, pero necesita depurar esas emociones a la luz de la fría razón o conducirá a los que le siguen a la frustración .