Con el presente artículo de Veritas liberabit vos arribo a la entrega #50 y la #34 de la serie sobre Juan Bosch. Mi gratitud al equipo de Acento y especialmente a Fausto Rosario su director. Espero que los textos que elaboro sean de utilidad a los lectores, especialmente a los más jóvenes, ya que de alguna manera esta es una extensión de mi labor docente en la PUCMM.
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Juan Bosch arribó a Puerto Rico en enero del 1938, a menos de un año de la matanza de Ponce, como primera estancia de su exilio mayor que duró hasta octubre del 1961. Previamente había estado en Puerto Rico a finales de 1930 en su viaje de Barcelona a Venezuela y participó en una actividad de recolección de fondos para las victimas del Ciclón San Zenón. Posteriormente volvería a vivir en Puerto Rico en su segundo exilio, luego del golpe de Estado, desde finales de 1963 hasta finales del 1965. Su amistad con Luís Muñoz Marín es muy destacada en sus textos y los estudios que se han realizado sobre su vida política, pero también tuvo un gran amigo en el histórico rector de la Universidad de Puerto Rico, me refiero a Jaime Benítez Rexach (1908-2001). Pero había un vínculo más fuerte con Puerto Rico: su madre. Ángela Gaviño Costales (1886-1963) nació en el poblado de Juana Díaz, debido a que su padre, el abuelo de Bosch, había venido a Puerto Rico desde Galicia justo cuando el sistema colonial español sobre la isla iba desarticulandose. Se casó con una puertorriqueña, Petronila Costales. La madre de Ángela (la abuela materna de Juan Bosch) murió en Puerto Rico y Juan Gaviño se casó con una prima hermana de ella, Vicenta Cintrón, y emigra a República Dominicana. Por tanto Bosch se vincula con Puerto Rico por su madre, sus tías, su abuela y quien sería la madre de crianza de su madre por ser la segunda esposa de su abuelo gallego.
Una obra que merece ser destacada sobre el vínculo entre Juan Bosch y Puerto Rico es Entre Islas: Homenaje puertorriqueño a Juan Bosch. Es obra de varios autores bajo la dirección de Jorge Rodríguez Beruff y Juan B. Giusti de Jesús. Bosch tiene un gran reconocimiento en Puerto Rico.
Voy a dedicar esta Veritas a analizar dos textos de Bosch sobre Puerto Rico. El primero se titula Evocación de Puerto Rico, publicado en Puerto Rico Ilustrado, en septiembre de 1940 y que se encuentra en el volumen 33 de sus Obras Completas. El segundo se titula La lección de Puerto Rico, que no aparece en sus Obras Completas, y que se publicó en la revista Futuro, en México, en abril de 1945. La Revista Futuro, fue un proyecto editorial dirigido por Vicente Lombardo Toledano, que se publicó entre 1933 y 1946. Bosch mantuvo estrechos vínculos con este líder político e intelectual mexicano, y una hermana de él fue la esposa de nuestro Pedro Henríquez Ureña. Es destacable que ella, Isabel Lombardo Toledano, se opuso con dignidad a que los restos de Pedro fueran traídos al país mientras Trujillo gobernara.
En Evocación de Puerto Rico Bosch comienza con una imagen preciosa de la isla. “Leyendo Isla de Puerto Rico, de María Zambrano, me tiendo, golosamente, a recordar. De todas las tierras que se vieron ninguna deja tan llenos los sentidos como las islas; y de entre ellas, el recuerdo de Puerto Rico se va precisando hasta que la pequeña y amada Borinquen se queda sola, como una virgen nacida del mar y el Sol y hecha expresamente para animar la soledad” (v. XXXIII, p. 523). El punto de partida de esa emoción sobre Puerto Rico en Bosch surge de la lectura de una obra de la filósofa española María Zambrano. Ella fue una gran amiga de Bosch durante toda su vida, y fue testigo de la boda de Juan y Carmen en Cuba. De esa relación entre Zambrano y Bosch, el Dr. Enrique Sánchez Costa y un servidor escribimos un artículo en el libro Dominicanidad. Perspectivas de un concepto (trans-)nacional, editado por Christine Felbeck and Andre Klump. El articulo se titula La amistad entre Juan Bosch y María Zambrano: dos escritores exiliados de las dictaduras de Trujillo y de Franco.
Es hermoso ver cómo un dominicano y una española reflejan la intensidad de sus sentimientos sobre nuestra isla hermana. Bosch deja salir todas las memorias de su vida en ese año de 1938 en Borinquen. “Puesto a evocar, recuerdo el sol puertorriqueño, visto nada más en otra parte los domingos: recuerdo las suaves líneas de las colinas, hacia Bayamón; el cielo diáfano de San Juan, el solemne Atlántico, tan grave y tan plácido a un tiempo; la vieja Puerta que, por Santa Catalina, es una pupila discreta de la ciudad, y, cerca de ella, los robles australianos de dulces tonos, los plomizos adoquines. Y todo ello envuelto, como en una atmósfera embriagante, en el canto nocturno de los coquíes” (v. XXXIII, p. 524). Y aunque he insistido en que el Bosch de 1938 no tenía el sentido político que posteriormente desarrollaría, no olvidemos que este texto es de septiembre de 1940, y mucho avanzó Bosch en política en esos dos años, por eso nuestro autor señala el recuerdo de los puertorriqueños, en su propia manera de hablar, de quien fuera gobernador español de la colonia entre 1873 y 1874. “Llegaron los negros con sus bombas, y to era ir y venir las mujeres y los muchachos cuando en eso, Primo de Rivera que sale, el cañón que suena, y lee el bando. Ese era hombre, hijo, porque los otros… Bueno, que todos venían de la España y ninguno se atrevía a leer el bando. ¡Ay, mi hijo! No quieras saber cómo se alborotó la capital ese día. Ahí mismo empezaron los negros a bailar, a cantar “Sí, José, sí José…” (v. XXXIII, p. 526).
La Lección de Puerto Rico en la Revista Futuro es un excelente análisis político de la situación de la isla al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Bosch destaca como se formó el Partido Popular bajo el liderazgo de su líder Luís Muñoz Martín, en el contexto de la asfixiante situación colonial de Puerto Rico. Desde la vergonzosa entrega de España de su Provincia Ultramarina Autónoma al imperialismo norteamericano, en lugar de reconocerle su independencia, hasta el triunfo arrollador de los populares en las elecciones de 1940 bajo la consigna de “¡Vergüenza contra dinero”!. Los derrotados fueron los grandes hacendados, socios del gobierno estadounidense, que habían extinguido el modelo minifundista puertoriqueño al finalizar el dominio español, con la creación de grandes latifundios azucareros que proletarizaron a los campesinos borinqueños y los empobreció dramáticamente.
Sobre el movimiento político a favor de la independencia señala Bosch: “…el pueblo iba refugiándose en el Partido Nacionalista, dirigido por don Pedro Albizu Campos, cuyas masas originales habían sido reclutadas especialmente en la clase media. Los nacionalistas representaron, durante los años anteriores a 1939, la dignidad política de Puerto Rico, una dignidad cada vez más exaltada por los desmanes de los partidos colonialistas demagógicos” (Futuro, abril de 1945). La fecha es importante porque Bosch entiende que es precisamente a partir de ese momento que el Partido Popular recogió la bandera de la dignidad por las desviaciones de las nacionalistas y pudo ganar las elecciones del año siguiente. ¿Qué paso con los nacionalista? Indica Bosch: “Sin doctrina social, económico-política, los nacionalistas no tardaron en derrotar (el término correcto es derivar, dam) hacia un ideario fascistoide, de acuerdo con el cual sus juventudes fueron militarizadas y uniformadas con camisas negras (a la manera del fascismo español, alemán, italiano y del movimiento que derrocó a Horacio Vásquez, cuya figura principal era Rafael Estrella Ureña, y quien redactó el manifiesto fue Joaquín Balaguer, dam), su líder se declaró defensor de la religión católica contra la invasión protestante, sus cuadros acogieron con beneplácito el plan de conquistar la libertad nacional mediante la violencia” (Futuro, abril de 1945). La deriva del nacionalismo hacia el fascismo es la razón que establece Bosch para que el independentismo puertoriqueño perdiera el favor del pueblo y quien ganaría ese mismo apoyo sería Luís Muñoz Marín y los populares.
El milagro del triunfo arrollador del Partido Popular, que amalgamó “a todo el pueblo, a las más diversas clases, es un partido que al principio sólo promesas podía ofrecer” (Futuro, abril de 1945) nos evoca necesariamente el milagro de Bosch y el PRD en 1962. Concluye Bosch que “…fue un verdadero milagro, operado por la capacidad política y la conciencia social de los líderes populares; alimentar durante cuatro años ese entusiasmo con realizaciones concretas (Bosch habla al finalizar ese primer periodo del Partido Popular), no fue ya un milagro, sino una demostración de honradez y de valor revolucionario como pocas veces se ha dado en América” (Futuro, abril de 1945). La empatía entre Bosch y Muñoz Marín se explica.