En los pasados números de Veritas liberabit vos avanzamos en el tiempo hasta el 1944, cuando en octubre de ese año se celebró un Congreso unitario de los movimientos antitrujillistas que hacían vida en Cuba y otras zonas del Caribe, pero regresemos ahora a 1940 porque muchas cosas relevantes ocurrieron en la vida de Bosch durante ese cuatrienio. En el verano de 1940 existía todavía un fuerte vínculo de amistad entre Juan Bosch y Juan Isidro Jimenes Grullón. Bosch señala que desde que comenzó a integrarse al PRD en 1939 le había escrito a Jimenes Grullón para que fuera a Cuba, pero su llegada se dilató hasta que: “Por fin, Jimenes Grullón llegó a La Habana. Debió ser a mediados de 1941 porque en el mes de noviembre de ese año fuimos él y yo a México donde se reunirían delegados de la Central de Trabajadores de América Latina (CETAL)” (v. VIII, p. 607). Manuel Núñez señala en el mismo volumen ese dato con más detalles. “Jimenes-Grullón llegó a La Habana en 1941. Se instaló con su compañera la poetisa Julia de Burgos en la casa de Bosch. Bosch trabajaba de visitador a médico destinado a las provincias de Matanzas y Santa Clara, y logró emplear a Jimenes-Grullón como visitador a médico para la provincia de Oriente. Además de visitador a médico, Bosch dirigía dos programas de radio en la estación CMQ, que era la más importante entonces, uno era Los forjadores de América, y el otro, Memorias de una dama cubana. Pero a pesar de esas ingentes ocupaciones, comienza la organización del Partido Revolucionario Dominicano” (v. VIII, p. xvi). Bosch recibe a Jimenes Grullón en su casa, que llega con su compañera, la poetisa puertorriqueña Julia de Burgos (1914-1953), le consigue trabajo y lo integra a las tareas de organizar el PRD. Era muy buenos amigos.

El año anterior Jimenes Grullón publicó un libro y le solicitó a Juan Bosch que le escribiera las palabras iniciales. El libro se titula La República Dominicana (Análisis de su pasado y su presente). En la edición del 2004 de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Roberto Cassá elaboró un prólogo donde señala: “Después de su aparición en La Habana, en 1940, el libro fue reeditado en el país por primera vez en 1974, habiéndose sucedido luego, al parecer, otras dos ediciones (…) Cuando fue escrito, entre 1939 y 1940, el libro comportó una ruptura con las nociones universalmente aceptadas acerca de la historia nacional que se hallaban plasmadas en la tradición historiográfica. Representó la aparición, de súbito, de un nuevo formato de hacer historia, a base de premisas teóricas, problemáticas y conclusiones radicalmente innovadoras” (p. 15).  Las palabras iniciales de Bosch lleva como título: Un pueblo en un libro, y es el primer esbozo de nuestro autor de una teoría, muy esquemática por cierto, de nuestra realidad social, los actores responsables de su sufrimiento y la clave para superar la explotación de la mayoría, que eran los campesinos. La dedicatoria de Jimenes Grullón es afín a esa realidad: “Dedico este libro —hijo de la expatriación— a los virtuosos campesinos de mi país, sumidos hoy en el dolor y la esclavitud; a aquellos compatriotas de pueblos y ciudades, víctimas de la explotación y la ignominia; a mis compañeros de destierro, ejemplos de dignidad y rebeldía, y a todos los jóvenes del mundo, razón de la esperanza, y esperanza de la razón y la justicia”.

Bosch comienza sus palabras iniciales con una referencia aristotélica. “Todas las asociaciones humanas persiguen el bienestar y la dicha” (v. XXXIX, p. 407). El estagirita lo describe de la siguiente manera en la Política. “Puesto que vemos que toda ciudad es una cierta comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien (porque en vista de lo que les parece bueno todos obran en todos sus actos), es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tiende al supremo la soberana entre todas y que incluye a todas las demás. Ésta es la llamada ciudad y comunidad cívica” (1252a). Ese bien supremo, según Bosch, es el bienestar y la dicha, que es el fundamento de la comunidad cívica. Pero alcanzar ese objetivo le ha sido negado a nuestro pueblo. “La República Dominicana, desgraciadamente, no ha logrado esos fines, y si en algún momento de su historia ha creído alcanzarlos, de sí misma ha dado ella las fuerzas necesarias para que se frustrara la esperanza. Esta patética, dolorosa verdad, no puede ser negada por dominicano alguno” (v. XXXIX, p. 407). Si vivir en sociedad no se articula en torno al fin supremo de la prosperidad y la dicha para todos hay que preguntarse cómo es posible amar una patria que unicamente brinda dolor y miseria. “…cómo es posible que los dominicanos sigan amando a una patria que sólo ha costado lágrimas y sangre a los mejores de sus hijos. Del amor que pueda tenerle la minoría que a lo largo de su historia se ha beneficiado a sus expensas, nada hay que decir; se comprende ese interesado y hasta cierto punto lógico amor. Pero el de los otros sólo puede explicarse con dos palabras: ignorancia y deber” (v. XXXIX, p. 407). Mientras una minoría “ama” la patria porque al explotar a la mayoría se enriquece, esa mayoría explotada la ama debido a un sentido del deber y una gran ignorancia. Ese patriotismo, tal como lo señala Bosch en 1940 y lo percibimos en el 2018, es una herramienta ideológica para embrutecer a la inmensa mayoría y hacerlos dóciles a los intereses espurios de unos cuantos que acumulan fortunas con el sudor y la muerte de los pobres, nacionales y extranjeros.

Luego de varios párrafos elogiando los logros del texto de Jimenes Grullón, Bosch continúa con su análisis. Sobre los explotadores del pueblo dominicano señala nuestro autor: “Generalmente esa minoría ha estado encabezada por un hombre de garra sostenido por la tropa, y los profesionales de la política. Al correr del tiempo una nueva fuerza se unió a ésas. Fue el imperialismo extranjero, que, en su actual forma de invasión financiera, empezó a dejarse sentir en el país hacia el inicio del último tercio del siglo XIX. La detallada exposición de fuerzas maléficas que hace Jimenes-Grullón puede reducirse a las ya dichas, porque en fin de cuentas el intelectual corrompido y el cura no son sino politicastros” (v. XXXIX, p. 409). Bosch asume el análisis de clases de Jimenes Grullón y el papel jugado por el imperialismo en el sometimiento de esa mayoría campesina que únicamente sobrevive y padece para beneficio del ejercito, los políticos, los intelectuales, el clero y el capital externo. Aquellos que consideran que Bosch asumió como análisis la lucha de clases sociales y el imperialismo a finales de los años 60, tienen en este texto de 1940 un antecedente notable. A la vez se destaca la benéfica influencia de Jimenes Grullón sobre Bosch en su formación como analista político, que será efímera en la medida que ambos se distanciarán en la lucha por el liderazgo del PRD y de los luchadores antitrujillistas en el exilio.

Para enfrentar a los explotadores del pueblo dominicano hace falta un partido político capaz de unificar la fuerza de los explotados, que son mayoría. “Esa necesidad de contar con un partido de médula ideológica suficiente para arrastrar a las masas la sienten muchos dominicanos. ¿A qué se ha debido, pues, su no formación? Nosotros contestamos que a la falta de un estudio sereno, como éste de Jimenes-Grullón, que nos permitiera localizar aquella parte del pueblo de donde sale la minoría explotadora. Localizarla para aniquilarla era la clave del problema, porque señalar a un hombre solo, en un momento dado, como el origen de los males del país no es razón bastante para unir a las masas; ese hombre desaparece y no tarda en ser suplantado por otro” (v. XXXIX, p. 411). Bosch sostuvo en 1940, y durante todo su exilio, y al llegar al país en 1961, que si había que luchar contra Trujillo, no bastaba su exclusión del poder para lograr la felicidad y bienestar que merecía el pueblo dominicano, ya que eliminado Trujillo otros podrían ocupar su lugar. Había que buscar la raíz del problema para salir de ese círculo vicioso que mantenía en el atraso nuestra sociedad desde la llegada de los castellanos en 1492 hasta el momento en que escribía esas palabras.

La herramienta era un partido político con la entereza ideológica necesaria para erradicar las raíces del mal y no dejarse embaucar en una lucha anecdótica contra el dictador o gobernante de turno. Viéndolo en la distancia podemos develar ese hilo conductor que llevará a Bosch varias décadas después a fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que como él decía debía completar la obra de los Trinitarios. Lamentablemente el tiempo nos ha brindado también la lección que ni la lucidez de un Bosch en sus 31 años de edad, ni el esfuerzo titánico en su tarea de construir el PLD ya en el inicio de su ancianidad, rindió los frutos esperados. La culpa no la tuvo el maestro, la tuvieron un grupo de discípulos que cedieron a sus instintos pequeños burgueses y se valieron del poder para enriquecerse y mantener el régimen de explotación para su beneficio. En la próxima Veritas liberabit vos continuaremos con este lúcido texto del 1940.