En Haití nacieron dos de los hermanos de Juan Bosch Gaviño, ambos en la ciudad de Cabo Haitiano: Ángela Bosch Gaviño, el 17 de agosto 1911 y Francisco Bosch Gaviño en 1913. Ángela Bosch Gaviño fue la madre de Milagros Ortiz Bosch (1936- ). El vínculo político de Milagros con su tío durará desde el 1961 hasta finales de los años ’70 cuando rompió con él y su proyecto del PLD y regresó al PRD. En agosto de 1915 la familia Bosch Gaviño regresó a La Vega, República Dominica, pocos días después de que los Estados Unidos invadieron Haití (28 de julio del 1915). Un año después, el 29 de agosto del 1916, Estados Unidos también invadirá la República Dominicana. Ambos lados de la frontera quedaron sometidos a la voluntad de Washington…no sin resistencia.
Juan Bosch Gaviño regresa a la República Dominicana desde Haití con 6 años de edad, inició su educación formal en Río Verde con la profesora Paquita Sánchez, quien le enseñó las nociones básicas de lectura y escritura. “El regreso a La Vega, pacífica de nuevo, a la misma casa de la calle Progreso, que tenía una barrica de agua elevada, en el fondo el patio… «Una vez le pregunté a mamá por qué estaba tan elevada esa barrica de agua, y ella me dijo que la habían puesto allí porque un día, por andar de travieso, estuve a punto de ahogarme, y me salvó una muchacha que vivía frente a la casa y que pasaba por casualidad: Térsida Alvarez (hermoso nombre), a quien recuerdo también montándome en un caballito de carrusel…» (…) Recuerdo que estaba en el patio de una casa que nos quedaba enfrente de la finca de mi abuelo en Río Verde; allí vivía una muchacha pelirroja llamada Blanquita Sánchez… Al pie de un palmar había una gallina que había empollado unos huevos de pata…Tenía varios pollitos y un patito.. El patito se había metido a nadar al agua, y la gallina estaba vuelta loca, en la orilla; gritaba como si fuera una madre; lanzaba una especie de alarido, porque el patito estaba nadando en el agua, y ella trataba de penetrar en el agua, pero tan pronto metía la pata, volvía para atrás, pues parece que sentía miedo».” (Colombo, 2009, 21-22) No hay en Bosch expresión oral o escrita que no tienda a transitar el camino del relato hermosamente contado, del uso de las palabras con una magia fascinante, hablara de su vida, de la política o cualquier otro tema.
La muerte era tan familiar y cercana en el ambiente que se crió Bosch. En 1922 dos de sus hermanos, junto a otros miles de niños dominicanos, mueren de disentería. Pero una anécdota de su niñez retrata la violencia cotidiana en que se crió Bosch. “1913 o 1914 eran tiempos de revoluciones caudillistas, de generales de tropa improvisada, de tumbar al gobierno que subiera; tiempos de profusión de ejércitos y de muertes sin concierto… «Recuerdo que estábamos mi hermano Pepito y yo debajo del piso de la casa, buscando moneditas de medio centavo, y nos pusimos a ver, por las rendijas de la madera, lo que ocurría en la casa de enfrente que era como un colmado… Llegaron unos soldados vestidos de fuerte azul con unas rayas rojas en las mangas, y sacaron a un muchacho… el muchacho estaba muy asustado… Un soldado le llevó la cabeza de un machetazo… La cabeza saltaba como si fuera una pelota y el cuerpo, ya sin cabeza, levantó una pierna como si fuera a caminar… En eso salió de su cuello un chorro de sangre tan grueso como el bracito mío, y se desplomó en mitad de la calle. Juan Bosch empezaba a vivir apenas; empezaba a ver cosas y más cosas.” (Colombo, 2009, 22) Cosas que nutrieron su narrativa y posteriormente su análisis social y político, vivencias que alimentaron el amor por su pueblo y sobre todo por los más pobres, que en ese entonces eran los campesinos. Es consistente con esas experiencias que su primera novela fuera La Mañosa.
En 1918, con apenas 9 años de edad, se tienen noticias de que Juan Bosch Gaviño pronuncia un discurso ante la tumba de un profesor vegano y escribe sus primeros cuentos. Su precocidad era notable. Esos primeros cuentos desaparecieron en el incendio que destruyó la biblioteca personal de Federico García Godoy (1857-1924). Para ese año también hay la referencia de que Juan Bosch Gaviño editaba y dirigía junto a su amigo de la infancia Mario Sánchez Guzmán un periódico escolar llamado El Infante. Juan Bosch Gaviño en ese año acompañó a su padre José Bosch Subirats en sus viajes por la Linea Noroeste en la República Dominicana. El mismo Bosch en el libro El PLD: un partido nuevo en América evoca un recuerdo de cuando tenía entre 9 y 10 años. “…sentado en el comedor de la casa que ocupaba en París por gentileza de Héctor Aristy, recordé de súbito que cuando tenía nueve o diez años, estando en misa en la iglesia de mi pueblo me di cuenta de que todos los sacerdotes hacían los mismos gestos, exactamente iguales, cuando se preparaban para dar a los feligreses la comunión y también cuando les ponían en la boca el símbolo del pan.” (Bosch, 2009, v. VIII, 697) Esa evocación, 50 años más tarde, tendría una importancia significativa en la actividad política de Bosch de sus dos últimas décadas de vida pública.
Pero ni la literatura, ni la política son a criterio de Bosch su vocación original. En 1985, en una entrevista que le hace Augusto Obando, Bosch reconoce su vocación temprana por la escultura. “En La Vega de los años 20, el niño Bosch soñaba con hacerse escultor, sueño utópico en un medio tan primitivo como ha debido ser ese en aquel entonces. “Un buen día, cuando tenía como 12 años, me dije: ‘si me hago escultor, ¿de qué voy a vivir aquí?’. Entonces fui dejando eso y me fui intimando con la literatura, para lo cual me fue de mucha utilidad la lectura de las obras de esos grandes maestros”. Esta referencia está en la página 224 del volumen 38 de sus Obras Completas. La cantidad de trabajos y oficios que durante toda su vida ejerció Bosch es una larga lista. A lo largo de esta serie iremos señalándolas.
La vocación literaria de Bosch nace muy temprano, pero a la vez es una vocación que tiene como objeto un sujeto concreto. “… me dí cuenta muy temprano que de las expresiones artísticas que podía desarrollar, la que más me permitía decir lo que quería decir era la literatura (…) se me planteó a una edad muy temprana el problema de que había que decir cosas del pueblo dominicano. No sabía qué cosas eran, eso no lo podía determinar. Admiraba al pueblo dominicano porque había aprendido a admirarlo en la casa de comercio de mi padre, al cual iban los campesinos a vender sus productos: maíz, frijoles, andullos; en fin, las pocas cosas que producían.” (Piña, 2000, p. 21) El tema de la procedencia familiar de sus actitudes artísticas es un tema común en muchas de las entrevistas que le hicieron a lo largo de su vida, una de sus respuestas fue establecer ese vínculo con la familia materna de su padre, los Subirats (Piña, 2000, p. 23). Posteriormente veremos un vínculo artístico con su abuelo Juan Gaviño, pero también se refiere a su padre: “Mi padre escribía algunas cosas, pero como él era un español, catalán, que llegó al país como albañil, tenía la cultura de un artesano o de un obrero en Europa, pero no la cultura necesaria para ser un escritor (…) leía buenos libros, gustaba de la buena música. Había pertenecido en Barcelona (…) al orfeón del padre Claret.” (Piña, 2000, p. 23) Bosch siempre valora como privilegiada su niñez, debido a la calidad de las personas que le rodeaban y las experiencias con los hombres y mujeres del campo, su pobreza y honradez, su valentía y determinación en trabajar, a pesar de la gran miseria en que se hallaban insertos.
Hacia el 1923, con 14 años de edad, comienza a publicar poesía en la revista Las Brisas del Birán de la ciudad de Barahona. Para ese entonces la distancia entre La Vega y Barahona era inmensa con lo rudimentario de los caminos, estaba más lejos de lo que hoy percibimos. De ese año 1923 Juan Bosch Gaviño recuerda en el Post Scriptum que redacta el 17 de junio de 1991, es decir, a sus 82 años de edad, como colofón a la quinta edición de su obra Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo, que fue publicada por vez primera en Caracas, Venezuela, en 1959, que “…en el año 1923, cuando en las vacaciones escolares yo viajaba de la Vega a la Capital en un camión Ford de una tonelada que mi padre había comprado cuando debido a la devastadora crisis de los años 1921-1922 hubo que clausurar la firma comercial, importadora y exportadora, establecida en la Vega con el nombre de Gómez, Bosch y Compañía, de la cual era gerente mi padre.” (Bosch, 2009, v. IX, p. 159). Acompañando a su padre Bosch comenzó a viajar por el país, por lo menos entre el Cibao y la Linea Noroeste y el Cibao y Santo Domingo.
El hecho político más relevante en la niñez y adolescencia de Juan Bosch fue indudablemente ver su país y el vecino ser ocupados por tropas de los Estados Unidos. Ese periodo, común a ambos pueblos, demanda un estudio profundo de historiadores dominicanos y haitianos en conjunto, analizando sus causas y características, las comunes y las diferentes. Un detalle que siempre me ha llamado la atención es la semejanza de dos grandes líderes guerrilleros de ambos lados de la frontera, que enfrentaron con valor a las tropas de Estados Unidos, del lado dominicano Olivorio Mateo (1876-1922) y del lado haitiano Charlemagne Peralta (1886-1919). Reducir a un simple brujo la figura de Olivorio es un sesgo político de algunos que buscan quitarle la conciencia política al pueblo dominicano que engendra líderes anti-imperialistas de tal magnitud como el del jefe guerrillero de San Juan de la Maguana.