La traición de Juan Bosch al pueblo dominicano fue de tal calibre que en 1962, durante su efímero gobierno sietemesino expulsó del territorio nacional a la mayor cantidad de personas dominicanas nunca antes producida en la historia del país.
En su confabulación perversa con Kennedy y su "open door policy" (política de puertas abiertas), Bosch sacó del Lar nativo a cientos de miles de mujeres y hombres dominicanas y dominicanos mediante la espuria concesión de visas de "paseo" a toda una generación de mujeres y hombres quienes sabían a ciencia cierta la Verdad de su farsa democrática y podían dar cuenta de ello a las generaciones venideras, empujándoles a dejar atrás sus hijas e hijos para ir a trabajar como robots en las plantas procesadoras de telas y agujas en un Nueva York donde no tuvieron vida humana porque allí, en ese entonces, no habían aceras, ni calles, ni asientos en trenes y autobuses, ni lavabos en las factorías que las personas de color pudieran ocupar. Pregúntenles a Rosa Parks. Porque la oprobiosa era de Jim Crow y su horripilante exclusión, discriminación y racismo no sólo prevaleció en el sur, de ello hicieron también acopio los mal llamados liberales del norte.
En efecto, fue Lindon B. Johnson el que humanizó ese sistema de exclusión con la implementación de la Seguridad Social. Pero las personas dominicanas inmigrantes de entonces no pudieron beneficiarse de la misma sino cuarenta o cincuenta años después dado su estatus de inmigrantes indocumentadas e indocumentados, en la actualidad mal llamados por Bush y Trump "ilegales".
Los "landlords" o propietarios judíos de las factorías y viviendas que pagaban con su mísero salario las dominicanas y dominicanos, hicieron su agosto con los dólares y el sudor de nuestra gente, tremenda bonanza para ellos que con menos de un 2% de la población norteamericana se convirtieron en los dueños y señores de su tiempo, de sus beneficios y, en definitiva, de su trabajo realizado a cal y canto, comiendo, pisando y rompiendo hielo. Hielo vidrioso, rudo, áspero, nieve sucia, salada, amargada, frío que mutila las pupilas y bloquea la respiración. ¡Honor y gloria a la generación emigrante de los años sesenta, en especial a mis tías Luz y Aura y mi tío Ernesto y a mi madre Juana María Polanco que les apoyó en ese proceso!
La lectura de las obras maestras sobre la migración dominicana del Dr. Silvio Torres y la Dra. Ramona Hernández retratan sin cortapisas ni trabalenguas esa cruda y penosa realidad.
Como bien sabemos las personas estudiosas de los fenómenos migratorios, el "push" factor o factor de empuje de la ola migratoria de los sesenta fue la política gubernativa de Juan Bosch en su alianza con los gringos, de quienes luego, como en expresión de resarcimiento, criticó en su libro el Pentagonismo. Pero ya el mal estaba hecho y usted fue el responsable presidente Bosch! Respóndale al tribunal de la divina Providencia porque yo con mi pluma responsable no puedo más que contar la Verdadera Historia.