“Así contaba el viejo Dimas cierta noche: —Yo andaba con uno de mis muchachos buscando caoba; ya teníamos buen trecho caminando cuando topamos la culebra…” Así comienza la novela más famosa de Juan Bosch, titulada La Mañosa. La otra es El oro y la paz, publicada décadas después. El fuerte de Bosch como narrador siempre fueron los cuentos, aunque incursionó también en la novela, como hemos dicho, y en biografías noveladas como Judas Iscariote el calumniado y David, biografía de un rey. Contrario a lo que muchos pueden pensar no es igual construir un cuento que una novela, son técnicas diferentes y el mismo Bosch lo explica en una obra titulada El arte de escribir cuentos. La Mañosa fue publicada por Bosch en 1936, durante su estancia en nuestro país entre el 1931 y 1937 bajo la dictadura de Trujillo. Tomando en cuenta que fue una etapa donde pasó muchas vicisitudes, incluida la cárcel, como explicamos en el pasado artículo, es más que destacable que haya podido redactar la que será conocida como su obra más importante, al margen de varios cuentos.

El estudio más importante y exhaustivo sobre La Mañosa la realiza Guillermo Piña-Contreras, en una obra titulada: La Mañosa: estudio, cronología, notas y variantes, publicado en el 2004. Y es el mismo Piña-Contreras quien prologa el tercer volumen de las Obras Completas que está dedicado exclusivamente a La Mañosa. Y no hay una versión de la novela, sino cuatro, y no fue la primera la que publicó Bosch. Señala Piña-Contreras un descubrimiento importante: “…no se tenía información de que Bosch hubiera escrito dos versiones antes de que La Mañosa viera la luz a mediados de 1936 en Santiago de Los Caballeros” (v. III, p. VIII). ¿Los motivos? “Si la edición que circulaba desde el 23 de junio de 1936 era ya una obra subversiva, los manuscritos debían ser considerados como las armas de un complot para derrocar al nefasto régimen” (v. III, pp. VII-VIII). Es indudable que Bosch era muy consciente de los riesgos de su escritura con una dictadura intolerante y criminal como la de Trujillo, que lo había llevado a la nefasta cárcel de Nigua. Por tanto, la edición que publicó fue una inteligente obra de depuración para evitar al máximo una “mala” lectura del dictador y sus acólitos.

Pero La Mañosa es una profunda radiografía de la sociedad dominicana a inicios del siglo XX y una disección del ejercicio de la política que descansaba en la violencia desenfrenada, que seguía siendo la norma en la dictadura trujillista. Bosch con el tiempo valoraba de manera no muy feliz su obra. Piña-Contreras lo indica: “Ahora bien, si hay alguien que se dio a la tarea de maltratar

a La Mañosa, no a la mula, a la novela, fue Juan Bosch. La veía como un error de juventud, llena de lirismo y de referencias biográficas. Sin embargo, como los grandes escritores, La Mañosa siempre estuvo, valga la contradicción, entre sus obras literarias preferidas, como lo podemos ver en el trabajo de orfebre y el tiempo que le dedicó, por más de cuarenta años, a su primera ficción de largo aliento” (v. III, p. VIII). Esta actitud de Bosch aparece constantemente en su obra posterior, especialmente cuando su pensamiento político realiza profundos giros a consecuencia de la invasión norteamericana del 1965.

En 1974 salió una edición especial de La Mañosa en la que Bosch incluye unas Palabras del autor para la tercera edición y unas Palabras para la edición especial. En las primeras, escritas en 1966 Bosch señala sobre La Mañosa: “…no fue escrita para poner de relieve una situación política, correspondiera o no al presente o al pasado de nuestra convulsa sociedad (…) fue escrita con un propósito estrictamente literario” (1974, p. 9). Por tanto, la intuición de Piña-Contreras que comparto plenamente, no es aceptada por Bosch 30 años después, pero eso no quita que para Trujillo cualquier expresión literaria que él entendiera cuestionara en parte su régimen era considerada una agresión contra su persona y el pago por dicha “ofensa” usualmente era la vida del autor.

Dejemos que el mismo Bosch nos explique su obra en el texto del 1966. “En La Mañosa, según el plan que me hice, debía haber un personaje central, y sería la guerra civil; y todos los seres vivos que desfilaron por las páginas del libro, sin exceptuar la mula que le daría nombre, deberían ser, en un sentido o en otro, víctimas de ese personaje central. El mismo jefe del movimiento armado, Fello Macario, sería otra víctima de la fuerza que había desatado, puesto que su imagen de combatiente leal a ciertos principios debería quedar destruido al final” (1974, p. 10). Esa consecuencia del uso de la violencia como mecanismo de control político que se traga al final al autor de la misma conduciría a Trujillo 25 años después de publicarse La Mañosa a su cita en el malecón el 30 de mayo del 1961 en la noche. Ese análisis es estrictamente político y el mismo Bosch lo reconoce. “Sólo en ese sentido La Mañosa sería política, puesto que las continuas revueltas armadas causaron tantos males al país que contribuyeron a impedir su desarrollo. En una forma o en otra, todos los dominicanos sufrieron las consecuencias de esas contiendas personalistas planteadas y resueltas a balazos” (1974, p. 10). Y a pesar de que los alabarderos de Trujillo -los de su tiempo y los del presente- ensalzan su figura como aquel que extinguió la lucha entre caudillos en toda la geografía nacional y por tanto borró de la historia dominicana el escenario que narra Bosch en la Mañosa, lo que no mencionan es que su forma de gestionar el poder se basó en los mismos criterios de violencia que los caudillos anteriores y que asesino a decenas de miles de dominicanos, haitianos y de otras nacionalidades durante sus tres décadas de dictadura.

En sus Palabras de 1974 para la edición especial de La Mañosa Bosch ahonda en la naturaleza de la novela y sus diferencias con la misma debido al paso del tiempo. “En agosto de 1966 me dolía delas interminables guerras civiles que había padecido el país” (1974, p. 13). Se refiere a las Palabras de la edición del 1966. “…para ese mes de agosto de 1966 ignoraba la causa de esas guerras civiles tanto como la ignoraba cuando escribí la novela; y en agosto del 1968 estaba diciendo , en Composición Social Dominicana, que la causa de nuestras guerras intestinas era la lucha de clases, una lucha de clases que carecía de orientación ideológica y que además se llevaba a cabo entre capas diferentes de una numerosa pequeña burguesía que peleaban a muerte porque la guerra civil fue, durante muchísimo tiempo, el canal de ascenso social más seguro que conocía el país” (1974, p. 13). Por tanto, lo que Bosch intuyó estéticamente en 1936, y que plasmó en La Mañosa, y en muchos de sus cuentos, logró comprenderlo racionalmente y explicarlo políticamente, en 1968. A lo largo de su vida siempre Juan Bosch sintió en lo más hondo el sufrimiento del pueblo dominicano, de los más pobres, y mediante varias formas denunció, explicó y actuó para erradicar las causas que generan la pobreza de nuestro pueblo.

Lo más grave de las guerras civiles y la posterior dictadura trujillista es que no logró transformar la sociedad dominicana en una sociedad y economía burguesa. Debido a las guerras civiles “…hubo hombres que ascendieron socialmente, pero fueron tan contados que no cuajaron en una burguesía, y sin una burguesía que lo dirigiera el país no tenía salida histórica. Esto es lo que explica el desaliento que dejaban las guerras civiles en las capas superiores de la pequeña burguesía, que no veían posibilidad de pasar a la burguesía; eso es lo que explica el desaliento del final de La Mañosa” (1974, p. 15). Semejante sensación arropa a la pequeña burguesía dominicana en el presente que frente a la gestión de partidos políticos que fueron hechura de Juan Bosch no logramos sacar de la pobreza a la mayor parte de los dominicanos y dominicanas, y que lejos de acercarnos a una sociedad burguesa, se han convertido, estos partidos, en creadores de hombres y mujeres ricos usufrutuando los bienes públicos para beneficio de ellos, sus familias y la permanencia en el poder de estos carteles partidarios.

La honestidad intelectual de Bosch, cuestión rara en nuestro medio, se manifiesta en el párrafo conclusivo de sus Palabras de 1974.  “Yo no sabía lo que acabo de decir cuando escribí la novela en el año 1935 ni cuando escribí en el 1966 las palabras para su tercera edición; vine a saberlo cuando el conocimiento de lo que es la lucha de clases iluminó para mí la historia del país y me llevó a escribir Composición Social Dominicana” (1974, p. 15). Bosch no murió en la mentira, la misma en que vive confundida la sociedad dominicana debido a la manipulación de los actores políticos del gobierno y la oposición, los medios de comunicación y una educación que propaga miedos y fantasías. Releer a Bosch, en sus textos literarios y no-literarios, siempre es un ejercicio de lucidez.