Juan Bosch regresó a Santo Domingo al final del verano del 1931. Llegaba luego de dos años de vivir trashumante entre Barcelona, Tortosa, Puerto Rico, Venezuela, Trinidad y Martinica. Trabajó en decenas de oficios para sostenerse. Pasó hambre, padeció enfermedad y en muchas ocasiones no tenía siquiera un lugar para dormir. Fueron dos años en que su temperamento fue cincelado y sus valores puestos a prueba. No creo que volviera porque quisiera sino porque no encontró la manera de establecerse en otras tierras y las vicisitudes que padecía lo hicieron extrañar profundamente a su familia y su patria. Aunque no tengo una cita que lo corrobore no me cabe la menor duda de que regresó delgado y con las huellas de todas las penurias que había vivido. Pero su alma estaba intacta y su vocación por la escritura seguía igual de intensa. Con su vuelta al país se iniciará una etapa intensa donde producirá algunas de sus obras literarias más memorables, padecerá cárcel, se casará, tendrá su primer hijo, y su vida pública ascenderá rápidamente hasta recibir la propuesta de la tiranía de ser congresista, y entonces opta por marchar a Puerto Rico, en los primeros días del 1938. Esta es una de las etapas más interesantes de la vida de Bosch que iremos develando en los próximos números de Veritas liberabit vos.
¿A dónde llegó Bosch? “En esa época (¿fines de 1931, primeros meses de 1932?), mis padres vivían en la calle Doctor Faura, en una casa de madera; el patio estaba ocupado por un gran gallinero porque todavía papá compraba y vendía gallinas, pollos y huevos, y frente al gallinero había una construcción, también de madera, en cuyos altos estaba mi dormitorio, que era a la vez mi lugar de trabajo” (v. XXXVII, p. 307). Santo Domingo vivía en un frenesí de construciones y reconstruciones fruto del impacto del Ciclón San Zenón en 1930 y Trujillo hábilmente aprovechaba esa circunstancia para dinamizar la economía y construir la ciudad que él quería, a la que terminaría poniéndole su nombre. Geográficamente la vida de Bosch transcurrió en su niñez y primera adolescencia en el valle del Cibao, luego se muda a Santo Domingo donde trabajará en varias compañías de emigrantes españoles hasta partir a España y al volver su vida volverá a desarrollarse en Santo Domingo hasta su partida al exilio más prologando de su vida.
Refiriéndose a ese periodo de su vida señaló que: “En los años 1931-1937, setenta después de haberse fundado en el país el primer establecimiento industrial que iba a mantenerse produciendo beneficios durante varios años (que como he explicado en otras ocasiones fue el ingenio La Esperanza, propiedad de un cubano llamado Joaquín Delgado), la República Dominicana carecía del desarrollo económico necesario para que ese desarrollo se reflejara en las actividades económicas y sociales, razón por la cual el trabajo cultural no era pagado salvo en los casos, por cierto muy contados, de las pocas personas que eran directoras y redactoras de periódicos” (v. XXXVII, p. 317). Por tanto su vocación hacia la escritura no era rentable para sostenerse económicamente y debió dedicarse a colaborar con los negocios de su Padre y buscar trabajo en otras actividades. Pero eso nunca debilitó su vocación por escribir y será en ese periodo donde escribirá muchos cuentos, su famosa novela La Mañosa y llegará a dirigir la página cultural del Listín Diario, que por lo visto lo hizo pro-bono.
El entorno intelectual en que se movía Bosch había sido cooptado por la tiranía. El 23 de abril de 1930, en plena efervescencia electoral, un grupo de intelectuales publicó una carta en apoyo a la candidatura de Trujillo. Un mes y días después de esa carta, el 1 de junio de 1930 son asesinados salvajemente en su casa Virgilio Martínez Reyna y su esposa Altagracia Almánzar que estaba embarazada. Gran parte de esa familia saldrá al exilio y se unirá a la lucha contra Trujillo desde el exterior. Este crimen fue una alborada de la verdadera naturaleza criminal de la dictadura.
Trujillo asume la presidencia el 16 de agosto de 1930 y el 20 de noviembre de 1930 se funda el Partido Dominicano, que funcionará como partido único durante toda la dictadura. El 4 de octubre de 1931 Juan Bosch publica dos poemas en el periódico Listín Diario. Años atrás había iniciado los estudios del bachillerato, pero solo completó el tercer año, por lo que toda su formación intelectual desde ese momento fue autodidacta. Ese mismo año, cuando el humanista Pedro Henríquez Ureña regresó al país a desempeñar el cargo de Superintendente General de Enseñanza, le ofreció asesoría intelectual y literaria y lo introdujo en la lectura de Horacio Quiroga, Guy de Maupassant y otros maestros del cuento europeo y latinoamericano. Hacia junio del 1932 pasa cuatro semanas de nuevo en Constanza. Su salud siempre fue un problema en esos tiempos.
Juan Bosch fue desde el principio cuentista y se dio a conocer a partir de 1931 en la revista Bahoruco, dirigida por el venezolano Horacio Blanco Bombona: “Un buen cuentista dominicano”, titulaba Blanco Bombona, y decía “Hemos publicado en los últimos números de Bahoruco cuentos del escritor dominicano Juan E. Bosch. No nos gusta prodigar elogios a diestra y siniestra, porque creemos que ese sistema ha malogrado a más de un joven escritor que con esfuerzo y estudio pudo hacer algo que valiera la pena. Pero no queremos dejar pasar inadvertida la capacidad de nuestro colaborador Bosch para el cuento. En breves páginas capta un suceso, un ambiente y con una sobriedad, digna de encomio, escribe su relato. Nos parece que a la República Dominicana le ha aparecido un buen cuentista. Bosch es vegano de nacimiento y acaba de retornar al país de un viaje de dos años por la península y por algunos países de Hispanoamérica de los que rodean el mar Caribe”.
En los cuentos aparecidos en Bahoruco ya se iba definiendo el costumbrismo campesino dominicano en que desembocaría el “Conchoprimismo”. En Carteles, revista cubana que se leía en Santo Domingo, apareció en marzo de 1932 el siguiente comentario sobre uno de sus escritos: “La Mujer, un cuento de Juan Bosch, el primer cuentista dominicano del momento. Domina el género y tiene la rara virtud de narrar con una sencillez que da relieve al tema. La Mujer es una tragedia rural dominicana”. Refiriéndose a ese comentario de la revista Carteles, se dijo en Bahoruco: “Hace un año comenzó Bosch a publicar sus cuentos en este semanario. Desde el primer cuento advertimos que se trataba de un vigoroso talento de narrador, que pinta las costumbres campesinas en una sobria y precisa prosa. En una palabra, que había alcanzado maestría en el difícil arte del cuento a una edad muy temprana, pues Bosch en la actualidad sólo cuenta veinte y tres años. Nosotros repetimos varias veces que no conocemos sino dos grandes cuentistas dominicanos, entendiendo por tales a los que tratan temas criollos. Uno era José Ramón López en sus buenos tiempos. El otro es Bosch”.
Al tenor del momento el 1931 fue un año muy productivo para Bosch, el 3 de octubre de publica Chencho en Bahoruco, semanario ilustrado, el 4 de octubre publica dos poemas en el Listín Diario bajo la firma de Juan E. Bosch. El 10 de octubre publica Tierra de hombres en Bahoruco, semanario ilustrado y el misma revista publica el 21 noviembre Un caso raro de fidelidad. Concluye el año con su cuento Bobié el 5 de diciembre en la misma revista. Al terminar ese año, el 15 de diciembre, arriba al país Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) para asumir la Superintendencia de Educación desde el 1 de enero del 1932, fruto de las gestiones de su hermano Max ante el dictador. El gran humanista dominicano no tenía idea al llegar de la naturaleza del régimen. Bosch sigue creando y publicando gran cantidad de cuentos, la mayor parte en Bahoruco, semanario ilustrado. En enero Noche Buena y Por qué enloqueció el Profesor Lesbein. El 30 de enero publicó Los Vencidos, que tiene la peculiaridad de que a partir de ese cuento Bosch siempre publicará su nombre como Juan Bosch, en lugar de Juan E. Bosch, este cambio se lo sugirió Pedro Henríquez Ureña. En la misma revista publica el 6 de febrero Los Sacrificados y el 27 del mismo mes Jibijoa.
La Mujer es una de las obras más valoradas de Bosch por la posteridad. Según testimonio de Bosch su intención era escribirle una carta a un amigo y le salió el cuento de un tirón. Él cuenta un detalle muy hermoso. “…el día que escribí “La Mujer” bajé con las hojas de papel en la mano y encontré en el comedor a mi hermana Josefina a quien le dije, mostrándole las hojas escritas a maquinilla: “Hermana, he escrito un cuento que va a ser traducido a varias lenguas”, como efectivamente sucedió” (v. XXXVII, pp. 307-308). Su intuición no le falló y hoy día no sólo se valora la técnica de ese cuento, sino su tema, especialmente cuando la misoginia es una patología social en nuestro país que provoca tantos feminicidios.