Estudiar la historia de la sociedad dominicana nos conduce a imaginar muchas veces que estamos leyendo la prensa de hoy. Eso lo sabía Bosch. Debido al fardo del atraso histórico de nuestra economía, sociedad y organización política, debido a lo predecible que es nuestra pequeña burguesía en sus ansias por enriquecerse con los bienes públicos y su descontrolada ambición por controlar el poder del Estado, casi no hay momento de nuestro pasado donde se repite una y otra vez el mismo guión de la actualidad.

Un ejemplo es el gobierno de Horacio Vásquez. Refiriéndose a los hechos que condujeron a Trujillo al poder Bosch señala: “El primero de ellos fue la reelección del presidente Horacio Vásquez, que a pesar de que había sido elegido en 1924 para gobernar hasta el 16 de agosto de 1928 aceptó la tesis de que su mandato debía ser prolongado por dos años más, lo que se consagró mediante la redacción de una nueva Constitución, la de 1927; pero antes de que terminara el tiempo de la prolongación aceptó ser propuesto para que se le reeligiera por cuatro años, esto es, por un período que iría del 16 de agosto de 1930 al 16 de agosto de 1934” (v. XI, p. 327). Por lo visto los mismos canallas que “demostraron” que Cáceres debía reelegirse, que Vásquez lo hiciera, que Balaguer lo hiciera, siguen vigentes en el siglo XXI y hechos demostrativos hay de sobra.

Las uvas amargas de la reelección dieron vinos amargos. Con Cáceres la invasión de los Estados Unidos, con Vásquez la dictadura más brutal que nuestro pueblo ha vivido con más de 50 mil asesinatos, con Balaguer la represión, desaparición y la muerte de centenares de jóvenes, con Mejía la crisis económica mas grave que la sociedad dominicana viviera en esta generación. La pregunta fundamental es por qué ocurre eso en nuestra sociedad. Juan Bosch procede a explicarlo a partir del caso Vásquez. “Tanto la llamada prolongación como la propuesta reelección eran manifestaciones típicas del proceso que en países de escaso desarrollo clasista, como era entonces la República Dominicana, lleva al hombre que encabeza las fuerzas sociales desde la jefatura del Estado a sustituir, con el respaldo de esas fuerzas, a la clase gobernante que todavía no se ha formado” (v. XI, p. 327). Pero esa tesis tiene mayor alcance que únicamente el caso de Horacio Vásquez. Bosch indica: “…Balaguer, como Trujillo, como Ulises Heureaux, como Báez, se mantiene en el poder porque está ocupando, igual que lo hicieron Trujillo, Heureaux y Báez, el lugar que ha dejado vacío la clase gobernante de la República Dominicana, que todavía no ha logrado formarse; y esa situación del país se refleja en el PRD, organización política en la cual están representados varias clases y sectores de clases, pero no puede estar representada la clase gobernante que el país no tiene” (v. XI, p. 439). Que la sociedad dominicana, que el proyecto de nación dominicana, carezca de una clase gobernante es el motivo por el que vemos tantas insensateces en la vida política, en el ordenamiento social, en la articulación económica y hasta en las expresiones culturales.

En qué país mínimamente organizado el principal partido de oposición pasa semanas contando los votos de unas elecciones de no más de dos centenares de miles de electores, qué país los lambones del gobierno “interpretan” descabelladamente la constitución para justificar la reelección del presidente, qué país ocurren cosas como en Pedernales donde unos forajidos expulsaron a los haitianos residentes y comerciantes y ahora el pueblo está sumido en la miseria, qué sociedad tiene al tonto nieto del sátrapa haciendo campaña electoral o en qué sociedad desarrollada las autoridades de una provincia, San Pedro de Macorís, prohíben una expresión cultural del pueblo dominicano que es patrimonio de la humanidad declarado por la UNESCO. Y todo esto acontecido en menos de un mes. Esos hechos y otros más demuestran cuan díscola está la sociedad dominicana, guiada por ambiciosos pequeños burgueses, sin una clase gobernante y mucho menos un proyecto capitalista avanzando con una organización social progresista y un Estado de Derecho. Lo grave del hecho es que los medios de comunicación no destacan adecuadamente la falta de sentido de esos acontecimientos o los promueven por ser pagados por el Gobierno. La alienación de la pequeña burguesía dominicana es tan acentuada que andan en pánico imaginando una invasión haitiana y reciclando un discurso racista que no se compadece con el color de sus abuelas. Las “bocinas” son responsables en gran medida del embrutecimiento de nuestra sociedad.

Cómo se forma una clase gobernante. “Hablamos, naturalmente, de países capitalistas, y debemos aclarar que una clase gobernante de un país capitalista no se forma mientras entre las fracciones que se dividen el poder económico no ha aparecido la que toma la dirección de todas ellas, o sea, la fracción a la cual llamamos el sector hegemónico, el más potente en recursos económicos, sociales y políticos de ese país. En un momento dado del desarrollo del capitalismo del país X, esa fracción hegemónica fue la mercantil; en otro momento, en tal o cual país, fue una coalición o alianza de dos o más sectores…” (v. XI, p. 439). La formación de una clase gobernante está necesariamente ligada al desarrollo del sistema capitalista, al menos las que conocemos históricamente.

Es importante señalar que Bosch se refiere a facciones económicas, es decir sectores productivos, no a lo que pasa entre nosotros que grupos de descerebrados dicen seguir a tal o cual facción y lo que hace es seguir un líder político con la esperanza de que si llega al Gobierno le dé un cheque mensual o un negocio para hacerse rico. La sociedad dominicana no ha sido dirigida en ningún momento de su historia por un sector económico, productivo, que impulse un plan de desarrollo bien pensado, a eso nos referimos con la ausencia de una clase gobernante. Prosigue Bosch: “En la República Dominicana no se ve todavía la fracción hegemónica alrededor de la cual deberán reunirse todos los sectores capitalistas que bajo la dirección de aquélla pasarán a convertirse en la clase gobernante, pero para gobernar a través de sus representantes en los partidos políticos, y no ellas mismas en las personas de miembros destacados de cada sector. La llamada democracia representativa es el producto político de una sociedad burguesa desarrollada a tal punto que cada tarea de las que se llevan a cabo en ella sea ejecutada por especialistas, y los políticos son los especialistas de todo lo que se relaciona con el Estado, que ha sido hasta ahora la forma suprema de organización de la sociedad y lo seguirá siendo nadie sabe por cuánto tiempo” (v. XI, p. 439-440). De la conexión entre el desarrollo del capitalismo y la necesaria formación de la democracia representativa, fue lo que llevó a Bosch a considerar a finales de los 60 que no era viable en una sociedad dominicana carente de un clase gobernante capitalista avanzada la articulación de una democracia a la manera que la tienen las sociedades burguesas desarrolladas, además luego de la invasión del 1965 estaba claro que Estados Unidos no iba a permitir una democracia en República Dominicana.

Cuando las tropas norteamericanas abandonaron el país en 1924 seguíamos sin una clase gobernante porque no teníamos una sociedad burguesa, igual que cuando ajusticiaron a Lilís o Santana nos entregó a España o los trinitarios idearon independizarnos. Pero tampoco la teníamos al liquidar a Trujillo, ni en esta segunda década del siglo XXI. La falta de dicha clase gobernante fue lo que impulsó a Horacio Vásquez a desconocer el término de su mandato constitucional e inventar una reforma para poder reelegirse sin saber que conducido por su codicia trabajaba para otro que esperaba en las sombras, como lo señaló Bosch en su artículo Los dos caminos de la hora.

La falta de una clase gobernante es lo que hoy tiene al PLD, el PRM, el PRD y el resto de los grupos familiares que se llaman partidos políticos diciendo disparates, sin una organización que valga ese nombre, incapaces de dirigir al pueblo dominicano hacia el progreso y buscando cada uno “lo suyo”. La falta de una clase gobernante es lo que posibilita que un periódico tengan como principal titular que el nombre de un sacerdote -reconocido como opositor de una poderosa minera- aparezca en actas de nacimiento como padre de niños, cuando en el caso del nuncio, que si era de naturaleza criminal, lo tapaban sin disimulo. ¿Será por moral o por vínculos con la minería ese titular? La falta de una clase gobernante permite que el sistema de justicia sea impune con ladrones de miles de millones de pesos del erario público y riguroso con ladrones de gallinas.

Bosch vivió el gobierno de Vásquez entre sus 16 y 20 años de edad. En la próxima entrega de Veritas liberabit vos retomaremos su biografía a partir de 1929.