Durante su estancia en Puerto Rico, en el 1938, Bosch leyó de cabo a rabo toda la obra de Hostos, y su impacto ya lo hemos comentado antes, fue un segundo nacimiento para nuestro autor. Pero además publicó varios cuentos: El Astrólogo, Una Jíbara en New York, El cabo de la Legión y El Dios de la Selva. Y además publicó varios artículos que comentaré en esta entrega. En El Mundo publicó Hostos, héroe civil, En torno al vivir y al morir, y Patria y Antipatria. En Alma Latina publicó El canibalismo en América. Los cuatro aparecen en el volumen 33 de sus Obras Completas. El primer texto refleja el impacto que provocaba en él su acercamiento a la obra de Eugenio María de Hostos. Las referencias de personajes nos brinda la amplitud de miras de Bosch al explicar la historia latinoamericana del siglo XX. “La guerra produce genios militares tan disímiles como Toussaint y Máximo Gómez; el ideal de independencia política culmina con Martí; el de unión con Morazán; el de estadismo, con Christophe. Pero la lucha sólo da un De Hostos, el más convencido de los destinos de América y el que elige la única arma que jamás producirá dolor” (v. XXXIII, p. 451). Las referencias elogiosas a Toussaint y Christophe, cuando en su patria el antihaitianismo campeaba para justificar la matanza del año precedente, coloca a Bosch en una gran estatura como estudioso de la historia y su integridad moral. Pero entre todos coloca en la cumbre a Hostos, porque “elige la única arma que jamás producirá dolor”. ¿Cuál es esa arma? “…el último y el más abnegado de los libertadores: Eugenio María de Hostos, libertador de conciencias” (v. XXXIII, p. 451). Es la transformación de la conciencia mediante la educación crítica que efectivamente libera a las personas.

De Hostos señalará rasgos que luego se verán reflejada en su propia vida. Afirma que a Hostos “No le interesa el reconocimiento de los hombres, que agradecen las actitudes heroicas; lo que le quita el sueño es la perdurabilidad de la obra. Cuenta con el tiempo” (v. XXXIII, p. 452). En gran medida mi esfuerzo al publicar esta serie responde a que del mismo Bosch se puede decir lo mismo. Hostos es arquetipo para Bosch en varios sentidos. Como educador, exiliado, comprometido con la emancipación de su pueblo, analista crítico de la historia de su pueblo, íntegro en su vida personal y escritor compulsivo que dejará una herencia en su textos para transformar la vida de hombres y mujeres más allá de su muerte. Cuando afirmó que había nacido de nuevo al leer de Hostos lo dijo de manera tan esencial que la vida y misión de Hostos y Bosch es una sola, continua y homogénea.

Por tanto al definir el gran aporte del educador puertoriqueño para América afirma Bosch: “Hostos es distinto de todos y tan grande como el que más: tan fervorosamente enamorado de América como Bolívar, tan resuelto como Sucre, tan férreo como Gómez, tan profético como Martí; les aventaja a esos cuatro en que no se mantiene en los hombres, si no en sí mismo, vale decir, en el tiempo. Y aliado al tiempo, Hostos se lanza a la conquista de la libertad de conciencia, para que América sea libre un día, sin caudillos, sin sables, sin arengas; libre en la plenitud de su destino” (v. XXXIII, pp. 452-453). Y esa libertad es presente y futuro para América. Basado en el amor según Bosch. “En el amor estaba la fuente inagotable de esa fe, de esa fuerza, de ese valor. En el amor hacia América. Su amor era ilimitado, porque toda acción no condicionada a límite de tiempo escapa, desde ya, a las lindes materiales. Espacio y tiempo son una misma cosa en Hostos, una misma cosa que empieza y termina en América” (v. XXXIII, p. 453). El amor por su pueblo es la llama que mantiene vivo el esfuerzo de Hostos en toda su vida, y ese mismo amor es la flama que descubrimos en toda la vida de Bosch. Ni Hostos, ni Bosch, sintieron las palabras de Bolivar de que “había arado el mar”, ambos mantuvieron el entusiasmo y la creatividad de sus talentos al servicio de sus pueblos. Concluye este artículo Bosch titulando a Hostos como “el gran héroe civil” (v. XXXIII, p. 454).

El segundo texto es una honda reflexión sobre la vida, enmarcado en un relato entre un escritor (a la manera de Sócrates en Platón) y un practicante en un hospital, género que por supuesto dominaba Bosch de manera ejemplar. Su título lo señala: En torno al vivir y al morir. Bosch cita a Nietzsche, a Beethoven y Edison, incluso expresa una reflexión religiosa de gran hondura: “Luego —se afirmaba a sí mismo—, por el solo hecho de vivir yo contengo el infinito y soy entonces una parte del todo que expresa al Todo, es decir, al Dios auténtico, no al parcial de tales o cuales sectas” (v. XXXIII, p. 456). Bendito Dios que siempre lo ocupó en sus reflexiones más íntimas y que lamentablemente varios lo emplearon en su contra perversamente para fines politiqueros. El Bosch de Judas, David y un Cuento de Navidad, siempre fue honesto consigo mismo y con los otros a la hora de plantear sus preocupaciones de Fe.

Profunda reflexión sobre la vida y la muerte que amerita un análisis que algún día espero sistematizar. Señala Bosch por boca de su personaje que “Un hombre no debe morir sino cuando ya sea imposible sujetarle la vida —continuaba el escritor— porque él vivirá siempre fuera de sí, unas veces en el sentimiento —amor de sus hijos, de sus hermanos, de sus amigos—; otras veces en la necesidad —sostén de los suyos—; siempre en el Estado —contribuyente o su defensor en un momento dado” (v. XXXIII, p. 458). Desde el compromiso con su familia, la responsabilidad con su sustento y los suyos, y llegando al Estado, Bosch explica la vida como entrega a los otros, a los demás, nunca como acto egoísta. Esa vocación de entrega la lleva hasta los niveles máximos cuando afirma que: “Un criminal es también un hombre, con tanto derecho a disfrutar su vida como usted y como yo. La sociedad está en el deber de prepararlo corrigiéndole, para que goce noblemente esa vida siendo útil a sus semejantes” (v. XXXIII, p. 459). No existe ser humano en el pensamiento de Bosch que no merezca ser recuperado para vivir plenamente en el acto más noble de toda vida humana, ser útil a sus semejantes.

El tercer texto titulado Patria y Antipatria encierra una de las enseñanzas que más me ha impactado, al definir lo que es la Patria señala: “…lo que importa no es el símbolo, lo no susceptible de transformación, valga decir, banderas, himnos, historia: lo que resume la patria es el pueblo que la habita” (v. XXXIII, p. 461). Cuando la patria no es amor por el pueblo termina en patologías como el racismo, el machismo, la xenofobia o la aporofobia. No vale la pena luchar por una bandera o rendirle culto a un personaje como Duarte (que gracias a Pablo Mella sj se ha desmitificado) sino comprometerse con la justicia y la prosperidad de todo el pueblo. Eso estuvo claro en Bosch toda su vida. Por eso cuando hoy asistimos a las expresiones de corrupción tan descomunales, arropadas por la impunidad, tenemos en Bosch una certeza impecable cuando afirma: “…un espíritu mezquino dirá que su patria está donde esté su comida, es decir, donde su estómago se halle ricamente servido y su ambición puntualmente atendida” (v. XXXIII, p. 462). Los mezquinos corruptos actuales no tiene ninguna filiación con la integridad de Juan Bosch, que usen su nombre es una ofensa contra su memoria y una afrenta para quienes queremos una patria donde el servicio a los más pobres sea el objetivo de toda función pública.

Pero hay un párrafo que debería estar colocado en cada escuela y oficina pública: “Se ama a la patria porque se ama a los hombres, y a los hombres porque se les considera dotados de virtudes, expuestas o en potencia, y sensibles a la superación. Así, cuando se ve que las virtudes empiezan a desaparecer, el deseo de servir, que es la más digna manifestación del amor, empieza a resolverse en un sentimiento repulsivo que irá aumentando en la medida en que más lejos se vea la patria del sitio ideal donde nuestro amor hubiera querido verla” (v. XXXIII, p. 463). Esa repulsa es lo que muchos sentimos hoy cuando asistimos al robo descarado del trabajo de los hombres y mujeres más íntegros de nuestra sociedad y como el futuro de nuestros hijos y nietos es hipotecado por una deuda gestada para enriquecer a unos pocos.

El último texto de ese año de 1938 en Puerto Rico se titula El canibalismo en América y es una suerte de crónica sobre el canibalismo en el arco antillano, una mezcla de referencias históricas y anécdotas difundidas por nuestros pueblos. Por supuesto Bosch rechaza medularmente semejantes prácticas.

Bosch inició temprano sus reflexiones en el exilio sobre la necesidad del compromiso de un hombre íntegro por la felicidad de su pueblo, emulando la vida y obra de Hostos. Su próximo destino será Cuba, donde llegará a finales del mes de enero del 1939.