Hasta ahora hemos hablado de los beneficios y perjuicios que sufrieron los españoles peninsulares y los criollos en los siglos XVI y XVII en nuestra isla, pero qué pasó con los africanos. ¿Cómo afecto la crisis económica de mediados del siglo XVI y las Devastaciones de inicios del XVII a los africanos y sus descendientes que estaban en condiciones de esclavitud en la isla? La población de la Isla durante el siglo XVI fue muy reducida, pero más se redujo con la extinción del negocio del azúcar y mucho más en el siglo XVII. Con la importación de población africana en condición de esclavitud para el negocio azucarero se estableció una proporción de 2 x 1 y hasta 4 x 1, en la relación entre los africanos esclavizados y los habitantes blancos europeos y criollos.
El tema de la esclavitud en la Isla de Santo Domingo amerita ciertos criterios metodológicos que los explica Bosch. “El cálculo que hemos hecho para la población esclava de los años 1550 y tantos se basa en el número de esclavos que había hacia el 1606, al quedar terminadas las despoblaciones. En ese año de 1606, según el censo que mandó hacer el gobernador Osorio —que por cierto debió ser un censo muy estricto, porque Osorio, el implacable despoblador, fue estricto en todo lo que hizo u ordenó hacer— había en nuestro país, que era entonces toda la Isla 9,648 esclavos, es decir, algo menos de dos mil familias esclavas” (Bosch, v. X, p. 47) Es de suponer que la inmensa mayoría de esos hombres y mujeres de ascendencia africana debieron vivir la mayor parte de su existencia en esta isla o nacieron aquí, ya que la crisis económica que padecíamos desde hacía décadas no justificaba la compra de esclavos.
Bosch analiza con mucha precisión el tema del cálculo de la población en los censos realizados por los funcionarios españoles en los siglos XVI y XVII: “Conviene aclarar, de paso, que para hacerse una idea de los censos de la época debemos tener en cuenta que en los primeros siglos que siguieron al Descubrimiento los censos se hacían sobre la base de dos clasificaciones: la de “vecinos” para los blancos, fueran españoles, criollos o extranjeros, y la de “cabezas” para esclavos negros y para negros y mulatos libres. Por vecino se entendía un jefe de familia, y a la familia se le calculaban cinco miembros. De manera que cuando un censo de la época informa que en tal lugar había, por ejemplo, mil vecinos, debemos entender que había cinco mil personas, y cuando dice que había mil esclavos debemos entender que había mil personas, y debemos calcular que en ese número de esclavos estaban comprendidos las mujeres y los niños, generalmente dedicados a trabajos domésticos lo mismo en las casas de sus amos que en los ingenios, los hatos y las estancias” (Bosch, v. X, p. 47). Este tema de la demografía es importante para entender que durante todo el periodo colonial la población de origen africana siempre fue superior en número a la población blanca. El mito trujillista de que somos un pueblo blanco se cae cuando estudiamos la historia y mucho más cuando vemos la composición racial de nuestra sociedad en el presente.
Mientras en Jamaica y Haití la población negra actual es mayoritaria, por encima del 90%, y en Cuba la separación entre blancos y negros es muy marcada, en la República Dominicana la población mulata es mayoritaria. ¿Qué pasó en nuestra parte oriental de la isla de La Española que provocó que blancos y negros se unieran y tuvieran hijos sin que la diferencia racial fuera un obstáculo? Algunos autores afirman la falta de racismo en los españoles, contrario al caso de Jamaica (los ingleses) o Haití (los franceses), pero eso no es cierto, porque en Cuba, que eran españoles, la división entre las razas era muy marcada, y la esclavitud en Cuba duró hasta finales del siglo XIX, cuando en las colonias francesas e inglesas del Caribe se dictaron leyes que la prohibían en la primera mitad del mismo siglo XIX, y únicamente en las últimas décadas hay cierto mulataje en Cuba.
El racismo estuvo presente en todos los proyectos coloniales del Caribe como justificación ideológica de la esclavitud. Y la esclavitud comenzó a desaparecer en el siglo XIX por ventajas económicas en la producción basada en las nuevas máquinas de vapor y no por la desaparición del racismo, al contrario, el racismo ha prevalecido a casi dos siglos del inicio de la disolución del régimen esclavista. En Estados Unidos, por ejemplo, la Guerra de Secesión (entre 1860 y 1865) tuvo como uno de sus objetivos la eliminación de la esclavitud en el sur, que generaba una competencia de precios con el norte, pero se mantuvieron las leyes y prácticas racistas hasta los años 60 del siglo XX, es decir un siglo completo, que generó un movimiento por los Derechos Civiles de la población afroamericana encabezada por líderes como Martin Luther King y Malcom X, y con la voluntad de presidentes como Kennedy y Johnson, pero aunque esas leyes se promulgaron y se obligaron a cumplirlas a los estados sureños, todavía en el presente -a pesar de haber tenido un presidente mulato como Obama- el racismo está presente en la sociedad norteamericana.
La discusión sobre el racismo ha vuelto a surgir con fuerza luego del asesinato de George Floyd a manos de la policía estadounidense. Ese tipo de hechos que es una constante en esa sociedad ganó relevancia cuando prácticamente todos vimos como el policía blanco mantenía su rodilla sobre Floyd hasta que murió, y movió a la población a protestar aún en medio de la pandemia y con los riesgos que suponía. Atizó la rabia contra ese crimen la inhibición del presidente Trump en condenarlo porque su base de apoyo es en gran medida blancos, fanáticos religiosos y racistas. El racismo en el sistema de justicia norteamericano se devela en el hecho de más del 10% de la población afroamericana entre 30 y 40 años estaba encarcelada en el 2007.
El impacto del tema en la sociedad dominicana se ha mitigado por el racismo dominante entre comunicadores, educadores y una parte significativa de la sociedad. Racismo que reduce la negritud a la población haitiana y pobre, provocando una autopercepción alienada de la mayor parte de la población que extirpa violentamente sus auténticas raíces africanas. Tal como han señalado muchos dominicanos y dominicanas emigrantes a Estados Unidos y Europa ellos descubrieron que eran negros cuando se lo hicieron notar en las sociedades donde se integraron.