Llevo varias semanas analizando textos publicados por Juan Bosch en La Habana durante el año 1944 en los que comenta la situación política de varios países latinoamericanos, pero no habla de Cuba, y fue allí, en ese año, que ocurrió un hecho de gran importancia que impactó la vida de nuestro autor: el ascenso del Partido Revolucionario Cubano (PRC-Auténtico) al poder en las elecciones de ese año y su continuidad en el mismo mediante el triunfo en las elecciones del 1948.

En entregas precedentes destacamos que al llegar Juan Bosch a Cuba al final de enero del 1939, se vinculó profundamente con la dirigencia del PRC-Auténtico a través de Cotubanamá Henríquez (hermano paterno de los Henríquez Ureña) y fruto de ese vínculo lo reclutaron para contribuir en la redacción de una nueva constitución para Cuba, la de 1940. Señala Vanni Pettina en la obra Historia de Cuba (Madrid, 2009), edición coordinada por la Dra. Consuelo Naranjo Orovio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España lo siguiente: “Al amparo de la Constitución de 1940, Cuba vivió su etapa democrática más intensa. Batista fue legítimamente elegido presidente en 1940 y gobernó hasta 1944 por medio de una alianza de partidos, la Coalición Socialista Popular (CSP), entre los cuales se encontraba también el Partido Comunista Cubano, en aquel entonces Unión Revolucionaria Comunista. Durante sus cuatros años de gobierno, Batista pudo aprovechar la situación positiva del mercado del azúcar, producida por el estallido de la II Guerra Mundial y las dificultades del tráfico marítimo desde Java y Australia que hacían más rentable y seguro para el Reino Unido abastecerse de azúcar en Cuba” (Pettina, p. 365) Para quienes no conocen bien la historia cubana o creen que todo comenzó el 1ero de enero del 1959, es importante señalar que Batista antes de ser el brutal dictador que ejecutó un golpe de Estado el 10 de marzo del 1952 y que a su vez fue derrocado por la revolución encabezada por Fidel Castro, había sido electo democráticamente, con el apoyo de los comunistas cubanos, en 1940 y cumplió su mandato hasta el 1944 cuando ganó el PRC-Auténtico, y antes Batista fue un líder militar importante en el derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado, la llamada Revolucion de 1933.

Bosch vivió ese cuatrenio bajo Batista (1940-1944) en el laborantismo de formar el PRD junto a otros exiliados y es precisamente en el gobierno de Batista, amigo de Trujillo, que obligan a los líderes del PRD a cambiar su nombre por el de Asociación Democrática Antinazi Dominicana, al tenor de la lucha mundial contra el nazismo encabezada por Estados Unidos y por la parentela evidente, de fondo y forma, entre el PRC y el PRD. Ni a Batista, ni a Trujillo, les gustaba un movimiento de exiliados dominicanos con el nombre de Partido Revolucionario.

Sobre la Constitución de 1940 Pettina hace un comentario muy elogioso y curiosamente su vinculación con Batista como gestor: “El otro mérito indiscutible de Batista fue el acuerdo que alcanzó establecer entre la casi totalidad de las fuerzas políticas cubanas para la aprobación de un nuevo texto constitucional que abrogó el del 1902 y que entró en vigor en 1940. La nueva Carta Magna representó uno de los instrumentos legislativos más avanzados de su tiempo, igualando los avances sociales de la Constitución mexicana de 1917. La Constitución de 1940 atribuía la soberanía política al pueblo y establecía una serie de derechos sociales inalienables como el derecho a la vivienda, al trabajo, a la huelga, a la unión sindical, al sueldo mínimo y a la seguridad social; fijaba además, un límite a la propiedad máxima de tierra por persona o entidad lucrativa, la subordinación de la propiedad extranjera de suelo a los intereses socio-económicos de la nación, el derecho a la expropiación y el reconocimiento de la (…) Ley de Nacionalización del Trabajo que obligaba a las empresas que operaban en la isla a emplear al menos un 50% de trabajadores de nacionalidad cubana” (p. 364).

En esa Constitución participó Bosch dentro del equipo del PRC-Auténtico y menciona con orgullo como se vinculó a esa tarea. “…nunca pensé que al establecerse la Asamblea Constituyente, la que iba a redactar la llamada Constitución de 1940, la mayoría de los diputados del Partido Revolucionario Cubano (los auténticos) iban a pedirme que trabajara para ellos en una actividad muy delicada, adecuada para ser llevada a cabo por un profesor universitario de ciencias políticas que además fuera cubano, no por un dominicano que ni siquiera tenía el título de bachiller porque no había pasado del tercer año de la Escuela Normal, como se llamaba en esos años en la República Dominicana lo que en Cuba se llamaba Liceo” (v. VIII, p. 605).  Y luego comenta su trabajo con ciertos detalles: “La tarea que se me encomendó fue la de estudiar varias Constituciones: la de la República Española, que ya no estaba en vigencia porque desde abril de 1939 el régimen constitucional había sido barrido por el levantamiento militar que llevó al poder al general Francisco Franco; la alemana, conocida con el nombre de Weimar, que había quedado desmantelada hacía seis años porque así lo dispuso Adolfo Hitler, pero había figurado entre las más avanzadas del mundo capitalista; la de Chile, en la que había varios artículos de intención progresista desde el punto de vista social, y por fin la de México, que en ciertos aspectos era tan progresista en el orden social como la de Chile” (v. VIII, pp. 605-606). Mientras España y Alemania sucumbían al averno de regímenes fascistas, destruyendo sus conquistas en el orden social y político, en Cuba Juan Bosch colaboraba con el PRC-Auténtico y otras fuerzas políticas cubanas en dotar a esa nación de una constitución avanzada. La comparación entre la Constitución cubana de 1940 y la dominicana de 1963 amérita un análisis que desarrollaré al llegar a ese momento en este esfuerzo por analizar la vida y obra de Juan Bosch.

Una de las grandes conquistas de la Constitución de 1940 fue cerrarle el paso al continuismo presidencial prohibiendo la reelección. Al cumplirse los 4 años del gobierno de Batista en 1944 no podía presentarse como candidato, por más popularidad que alcanzó usando los grandes ingresos por la venta de azucar. Basta tomar en cuenta que: “…en 1942 y 1943 el presidente demócrata (se refiere a Franklin Delano Roosevelt) autorizó la compra total de la zafra cubana a un precio de 2,65 centavos la libra” (Pettina, 365, citando a Wright, John en su disertación Cuba, sugar and the United States: diplomatic relations during the Administration of Ramón Grau San Martín, 1944-1948) Con mucho dinero se puede hacer populismo y ganar el favor popular. Con azucar o con petroleo. Casos conocemos. Retornando al texto de Pettina: “Si la Constitución no hubiese vetado una segunda reelección, probablemente Batista se habría presentado con buenas probabilidades de ganar la convocatoria electoral del 1944. No pudiendo hacerlo, Batista presentó como candidato presidencial de su reagrupamiento a Carlos Saldrigas” (pp. 365-366) Del lado del PRC (Auténtico) el candidato fue Ramón Grau San Martín, que derrotó facilmente al candidato de Batista. A partir de ese momento Juan Bosch comenzó a vincularse al Gobierno Cubano porque sus amigos pasaron a ser quienes dirigían el gobierno de Cuba. Ningún otro exiliado dominicano en Cuba ascendió con tal celeridad en los ambientes políticos y culturales de dicha isla como Bosch, ni llegó a tener tanta influencia en el Estado cubano como él, basado en su talento, su capacidad de trabajo e integridad.

Las elecciones se celebraron el 1 de junio de 1944. Grau San Martín candidato de la Alianza Auténtica-Republicana obtuvo 1, 041, 822 de votos para un 55,4% del total y Saladrigas Sayas de la Coalición Socialista-Popular obtuvo 839, 220 votos para un 44,6%. “Grau que, al fin y al cabo representaba el componente reformador del bando revolucionario  que en 1933 había gobernado Cuba, ganó las elecciones de 1944 prometiendo proseguir las reformas, esta vez en el nuevo marco democrático establecido por la Constitución de 1940” (Pettina, p. 366) Para entender lo dicho anteriormente hay que señalar que como fruto de la revolución de 1933 Grau fue presidente de Cuba del 4 de septiembre de 1933 al 15 de enero de 1934, como parte del proceso de normalización de la vida política cubana luego del derrocamiento de Gerardo Machado, y en esos 4 meses y medio impulsó profundas reformas como el derecho del voto a las mujeres y la autonomía universitaria, lo que le pone en el punto de mira del Departamento de Estado de Estados Unidos y Batista se alía con los norteamericanos para sacarlo del poder, lo cual consigue. En el imaginario cubano quedó la impresión de un Grau progresista por esos breves meses de gobierno y eso le permitió ganar las elecciones del 1944 con la apuesta de profundizar en reformas sociales y económicas que impulsaran el progreso y la equidad social en la sociedad cubana.