La Segunda Guerra Mundial impactó de varias maneras a nuestro continente latinoamericano. Por ejemplo, nuestras materias primas de exportación incrementaron su precio y eso nos benefició al equilibrar nuestra balanza de pagos con Estados Unidos, por otro lado, migrantes de varias partes de Europa y Asia se dirigieron a nuestras tierras huyendo del horror de la guerra y nos aportaron una gran riqueza cultural y habilidades artísticas, técnicas y profesionales. El flujo migratorio hacia América Latina había comenzado desde finales del siglo XIX, pero tuvo un gran pico en los años 40 y disminuyó cuando a fines de los años 50 Europa recuperó en gran medida su desarrollo económico y los bloques políticos de la Guerra Fría se estabilizaron.
La década de los 40 tiene dos extremos relevantes cuando pensamos en la emigración hacia América Latina, la derrota de la República Española en 1939 que impulsó una fuerte emigración española hacia nuestros países y la fundación del Estado de Israel en 1948 que reorientó hacia el Medio Oriente a una emigración de origen judío que escapaba de Europa por el entorno social antisemita predominante, incluido el genocidio del Holocausto, y que se movió hasta ese momento hacia nuestro continente. En ese contexto Bosch escribe el 25 de mayo del 1944 un artículo titulado Hebreos en nuestra América. Lo escribe cuando el flujo de migrantes judíos hacia América Latina era alto. Esa migración comenzó cuando las tropas alemanas invadieron Europa y en cada país ocupado segregaban y asesinaban las comunidades judías. Bosch escribe en Cuba, donde el 13 de mayo del 1939 el gobierno había impedido que 900 judíos entraran a su territorio y tuvieron que volver a Europa donde muchos encontraron la muerte. Fue el incidente del crucero SS St Louis.
Para contextualizar ese hecho copio el resumen del artículo de Adriana Hernández Gómez de Molina, del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, titulado La inmigración judía a Cuba y el impacto del antisemitismo europeo. el caso del St. Louis. “A pesar de la actitud tolerante de la sociedad cubana hacia los inmigrantes, el impacto de las campañas antisemitas orquestadas desde Europa se hizo sentir en la prensa cubana que reaccionó en contra de la inmigración judía. Esto influyó en la promulgación de restricciones migratorias que, en determinadas ocasiones, llevaron a negar la entrada de refugiados. El caso más representativo fue el del vapor St. Louis, que hubo de abandonar el puerto de la Habana en 1939 con 917 judíos a bordo”. (Hernández, Temas Americanistas, Número 31, 2013, pp. 50-62). Hernández hace un balance señalando por un lado que la sociedad cubana era tolerante a la emigración -y suficientes evidencias hay de ese hecho-, pero la prensa cubana, y los intereses detrás de ella, difunden una fuerte campaña antisemita en sintonía con la propaganda nazi. Y no fue el único caso, tanto en Estados Unidos, como en Argentina, semejantes campañas antisemitas se sintieron con fuerza debido a diferentes motivos. En el caso norteamericano prevalecía una fuerte corriente aislacionista que tenía expresiones de xenofobia y específicamente de antisemitismo. En el caso argentino la popularidad de Hitler y Mussolini influía poderosamente en replicar sus posturas ideológicas. El caso dominicano fue diferente, no encuentro en Trujillo ningún discurso antisemita (que algún historiador me advierta si me equivoco) y mientras Cuba rechazaba el SS St. Louis, el dictador concedía 5,000 visas a judíos entre 1939 y 1940, aunque únicamente 750 llegaron al país y fueron el núcleo de la conocida colonia de Sosua. (Notiamerica, 4 de marzo del 2017).
¿Qué dice Bosch en su artículo? “Oigo en mi “vecindad” periodística al cuidadoso somatén que llama a prevención en cuanto al problema hebreo en Cuba, y salgo a pasearme por la historia americana, tan ancha en lo que a los problemas raciales se refiere” (Vol. XXXIV, p. 331). La palabra “somatén”, poco conocida por muchos lectores, es “…una institución catalana de carácter parapolicial. En sus inicios un cuerpo armado de protección civil, separado del ejército, para defensa propia y la de la tierra. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) lo extendió a toda España, convirtiéndolo en uno de los pilares del régimen. Fue disuelto en 1931 por la Segunda República Española, salvo el Somatén rural catalán, y restablecido bajo la dictadura franquista. La abolición definitiva se produjo en 1978 tras el restablecimiento de la democracia” (Wikipedia). Bosch acusa a la prensa cubana -todavía en 1944- de promover una ideología antisemita propia de matones políticos reaccionarios. En honor a nuestro autor fue un acto de suma valentía de parte de él, que era un refugiado político en territorio cubano y bajo el gobierno de Fulgencio Batista, quien había ganado las elecciones del 1940 y ocupó el poder constitucional hasta octubre del mismo año en que se publica ese texto. No debe confundirse con el régimen de Batista del 1952 al 1958 que fue fruto de un golpe de Estado y que sucumbió ante triunfo de la Revolución de Fidel Castro, pero era el mismo político corrupto y autoritario.
Bosch señala los motivos que empuja a judíos, españoles y hasta asiáticos a emigrar a nuestros países. “¿Qué hace el hebreo que no lo hayan hecho antes otras razas? Españoles o germanos, los europeos que han llegado a esta América adultos ya, han traído de aquel mundo el espanto de la miseria metido en los huesos. El Asia, con sus hambrunas descomunales, no mella tanto al hombre de su tierra como Europa al suyo. Pues en Europa no basta con comer a diario ni con vestir más o menos bien; jamás tendrá allí poder o fuerza intelectual o prestigio quien carezca de dinero. Los hebreos, apátridas, lo saben mejor que nadie, pues sólo la posesión de dinero, cuanto más abundante mejor, les garantiza un techo moral. Aventados de Europa por una persecución feroz, llegan a América y no ven el horizonte de abundancia, de desperdicio casi, que rodea a esta parte del mundo” (Vol. XXXIV, p. 331). El fundamento antropológico de Bosch, su defensa radical a la dignidad de todo ser humano, que ya analizamos en su carta del 1943 al defender los emigrantes haitianos que llegaban a nuestro país, es una clave para entender su postura sobre la cuestión judía en América. El sufrimiento que provoca el hambre o la persecución política no menoscaban la integridad y valor de todo ser humano, todo lo contrario, lo hace más digno de nuestra solidaridad.
En su texto la evocación de la emigración de su abuelo materno y su padre a nuestro país surge de manera muy intensa. “Sin ser hebreos, ¿no venían los españoles, todavía a principios de este siglo, con igual terror a verse desamparados?; ¿no se metían por decenios y decenios en las bodegas o en los almacenes, sin salir de allí para nada?; ¿no se aislaban también, y formaban casinos para ellos solos?; ¿no vivían aquí con el alma puesta en la aldea española?” (Vol. XXXIV, pp. 331-332). Bosch no habla por teoría, afirma lo sentido, lo experimentado en su niñez y juventud, en lo que narraban sus ancestros. Él es fruto de esa experiencia y por tanto se ubica en su propio contexto al señalar que “…sus hijos (los de los hebreos) no serán así, y aún muchos de ellos pierden ese miedo a la miseria cuando algunos años les ha borrado el espanto que trajeron” (Vol. XXXIV, p. 331). Bosch heredó ese horror, pero encontró en la patria que le vió nacer un nuevo horizonte existencial como hombre. Bosch sintió con los campesinos del Cibao el hambre y la explotación que padecían, semejante a la de su familia que emigró desde España, y lo vemos en sus cuentos de los años 30. Pero también él mismo padeció el hambre (en Venezuela en 1930-1931) y la persecución política y la cárcel con Trujillo (1934). Su empatía con los que sufren se volvió universal. Con entereza señala que: “…si los españoles que aquí venían a levantar caudales se aislaban, a pesar de que eran de nuestra propia lengua, ¿qué les hemos de pedir a los hebreos? ¿Y por qué dudar de que, igual que los de aquellos, sus hijos no sean tan americanos como nosotros?” (Vol. XXXIV, p. 332). Como lo fue Bosch.
¿De dónde proviene el antisemitismo según Bosch? “El mal de que se acusa a los hebreos tiene su raíz en el sistema social que rige al mundo, el cual ha sido mucho más estricto y duro en Europa que en otros lugares de la tierra. Ese mal se embota aquí al paso de una generación, porque los americanos tenemos ante los problemas económicos una actitud mental cuya base es la sensación que viene de la abundancia” (Vol. XXXIV, p. 332). El egoísmo nacionalista fue, y sigue siendo, un cáncer terrible para la paz y el desarrollo de los pueblos. Fruto de esa mentalidad se han difundido doctrinas xenófobas y racistas, promoviendo muros y guetos, modelos como el apartheid o el mismo antisemitismo. Frente a esos crímenes contra la hermandad de todos los seres humanos Bosch defiende la acogida y la promoción de la integración de todos los hombres y mujeres en torno al trabajo y la justicia.