Francisca López Civeira, catedrática cubana muy reconocida, en un texto publicado por la edición digital de Trabajadores, Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba, señala que la Constitución cubana de 1940 fue el “…resultado de discusiones muy fuertes por posiciones contradictorias, se consideró muy avanzada. En ella quedaron plasmadas reivindicaciones populares importantes, manteniendo las bases esenciales del poder burgués”. Dicha Constitución era el primer esfuerzo por ordenar el contrato social de los cubanos una vez derrocada la dictadura de Machado siete años antes. Destaca la Dra. López que: “Su primer artículo declaraba que Cuba era un Estado independiente y soberano, cuya organización era republicana, unitaria y democrática, así como proclamaba la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana, con lo que hacía una declaración general que podía satisfacer a amplios sectores de la población, aunque tales postulados debían acompañarse de las leyes que articularan su concreción”. Incluía, como lo afirma la misma autora, la prohibición de “…la reelección presidencial hasta después de transcurridos 8 años de haber desempeñado ese cargo”, lo cual confirma el grave daño que las reelecciones han ocasionado en nuestras democracias caribeñas.

Julio César Guanche en la publicación SinPermiso añade que “La opción cubana por el republicanismo social se hizo explícita en la Constitución. Su texto consagró el principio de intervención gubernativa en la economía, declaró el subsuelo como propiedad estatal, estableció la jornada de trabajo máxima de cuarenta y cuatro horas semanales, las vacaciones retribuidas, la licencia por maternidad, las pensiones y seguros, la protección al pequeño propietario rural, la proscripción del latifundio y la restricción de la posesión de tierras por extranjeros, la igualdad en el salario sin distinciones de género —ni de estado civil en el caso de las mujeres. Asimismo, prohibió disolver sindicatos sin sentencia firme de la autoridad judicial y estableció el derecho a la libre sindicalización”. Muchos de esos logros vendrían a reflejarse en la Constitución dominicana del 1963, es decir, 23 años después de que los cubanos lo lograron, aunque luego ellos los perdieran con la dictadura de Batista. “Bajo esa cobertura, el Estado cubano constitucionalizó la versión más avanzada que Cuba había conocido hasta entonces de un Estado social y democrático de Derecho, se dotó de una estructura moderna y, hasta 1952, en medio de una gran corrupción estructural, celebró elecciones cada cuatro años. Sin embargo, muchos de sus preceptos fueron solo “musicales”, como le llamaron varios asambleístas —esto es, irrealizables—. Su derogación formal por Batista en 1952 vino a certificar la crisis del modelo que había pretendido promover” (Guanche).

¿Qué relación tiene Juan Bosch con esa Constitución cubana? Estando ya él en Cuba, vivió todo el final del proceso que condujo a la convocatoria de una constituyente, irónicamente fue a Batista que se le pidió. “Fulgencio Batista trataba de sostenerse en el poder. Un día amanecía fascista, otro comunizante; se proclamaba hoy hombre del centro y mañana reaccionario empedernido. Su conducta política dependía de su interés personal. No hay en toda su historia una sola prueba de que alguna vez pensara en Cuba y pusiera los destinos del país por encima de los suyos. Pero la presión popular, conjugada con la situación internacional de pre-guerra, lo llevó, en 1939, a permitir que se convocara a elecciones para redactar una Constitución. Taimadamente aceptó esa Ley de Leyes; jamás, sin embargo, la admitió como buena” (v. VIII, p. 183). Aunque Batista claramente era el poder detrás del Gobierno, el presidente de Cuba en ese momento era Federico Laredo Brú desde el 24 de diciembre de 1936.

La convocatoria de una asamblea constituyente colocó a los amigos de Bosch del PRC(A) como los más votados. “…el 15 de noviembre de 1939 se celebró la elección de los diputados que debían integrar la Asamblea Constituyente y las ganó el Partido Revolucionario Cubano, con el cual se habían aliado tres grupos pequeños, y la elección del vocero o líder de los diputados auténticos recayó en Carlos Prío Socarrás, hermano de la mujer del Dr. Henríquez” (v. VIII, p. 604). Con Prío Socarrás mantendría Bosch una relación muy cercana de colaboración durante toda su estancia en Cuba, esta relación se rompería cuando siendo Bosch presidente en República Dominicana Prío le solicitaría un favor que Bosch consideró deshonesto, cuestión que trataremos en su momento en esta serie.

Para Bosch, llegado a inicios de ese mismo año a Cuba, el asunto de la constituyente debía ser algo ajeno a su persona, ya que era un dominicano recién llegado, pero no fue así. Ya desde mediados del 1939 Bosch reconoce que sus textos publicados en la isla mayor de las Antillas “…me estaban convirtiendo en persona conocida de muchos hombres y mujeres, y yo me daba cuenta de eso por los comentarios de los que me reconocían cuando me hallaba en medio de algunos de ellos, pero nunca pensé que al establecerse la Asamblea Constituyente, la que iba a redactar la llamada Constitución de 1940, la mayoría de los diputados del Partido Revolucionario Cubano (los auténticos) iban a pedirme que trabajara para ellos en una actividad muy delicada, adecuada para ser llevada a cabo por un profesor universitario de ciencias políticas que además fuera cubano, no por un dominicano que ni siquiera tenía el título de bachiller porque no había pasado del tercer año de la

Escuela Normal, como se llamaba en esos años en la República Dominicana lo que en Cuba se llamaba Liceo” (v. VIII, p. 605). 50 años después a Bosch le seguía pareciendo algo increíble la manera en que fue integrado a uno de los hitos políticos más importantes de Cuba.

Que la asignación fuera solicitada por el conjunto mayoritario de los diputados del PRC(A) y no exclusivamente por Cotubanamá Henríquez o Prío Socarrás, habla muy bien de la imagen que tenían de Bosch en la sociedad cubana de ese momento, a pocos meses de su llegada. ¿Cuál era la tarea que le solicitaron? “La tarea que se me encomendó fue la de estudiar varias Constituciones: la de la República Española, que ya no estaba en vigencia porque desde abril de 1939 el régimen constitucional había sido barrido por el levantamiento militar que llevó al poder al general Francisco Franco; la alemana, conocida con el nombre de Weimar, que había quedado desmantelada hacía seis años porque así lo dispuso Adolfo Hitler, pero había figurado entre las más avanzadas del mundo capitalista; la de Chile, en la que había varios artículos de intención progresista desde el punto de vista social, y por fin la de México, que en ciertos aspectos era tan progresista en el orden social como la de Chile” (v. VIII, pp. 605-606). 23 años antes de que Bosch motivara la Constitución dominicana de 1963 se estaba convirtiendo en un especialista práctico en el diseño de un contrato social de carácter progresista y que sirviera para impulsar el desarrollo de una sociedad como la dominicana. Sin estudios universitarios, con pocos meses de haber comenzado a pensar como un político, la inteligencia natural de Bosch y su sensibilidad social lo tenía produciendo para la sociedad cubana su constitución más avanzada. Quien no entienda que entre 1939 y 1940 Bosch se graduó como político al mayor nivel posible, no podrá comprender el resto de su vida y la lucidez de su perspectiva social en medio de grandes cambios y giros en su accionar.

La Constitución de 1940 fue promulgada el 1 de julio de 1940 en Guáimaro, Camagüey y puesta en vigor el 10 de octubre de ese mismo año, pero Bosch señala un acto celebrado en el Capitolio de La Habana, que debió ser posterior al 1 de julio por supuesto. “Yo no puedo recordar qué día de qué mes fue proclamada la Constitución Cubana de 1940; lo que sí recuerdo es que dos días antes de la fecha en que iba a ser promulgada el Dr. Henríquez puso en mis manos una tarjeta de entrada en el Capitolio en la cual se señalaba que debía ocupar, para mí solo, un palco, desde el cual presencié la ceremonia con que a los acordes del himno de Cuba la patria de José Martí quedaba regida por la nueva Constitución, ésa que iba a ser bautizada con el nombre de “la de 1940” (v. VIII, p. 606). Quizás, no lo sé con certeza, dicho acto pudo ser efectuado el 10 de octubre, día de su entrada en vigor.

En base a esa nueva constitución se celebraron elecciones que las ganó Fulgencio Batista para un periodo de 4 años. Según Bosch el triunfo de Batista se debió a “un sonado fraude electoral” (v. VIII, p. 184). Luego de 4 años no pudo evitar Batista la fuerza del PRC(A) que ganó las elecciones del 1944 con Ramón Grau San Martín y luego la de 1948 con Carlos Prío Socarrás, quien fue destituido por el Golpe de Estado de Batista del 10 de marzo del 1952, a escasos 7 meses de nuevas elecciones. La Constitución de 1940 de Cuba fue inhabilitada por dicho Golpe de Estado.