En números anteriores de Veritas liberabit vos analizamos los esfuerzos de organización del PRD durante el gobierno de Batista (1940-1944) y las dificultades que enfrentaron con dicho gobierno que los llevó a tener que cambiar el nombre por el de Asociación Democrática Antinazi Dominicana. Aprovechando el simbolismo del Centenario en el 1944 los líderes del PRD se esforzaron en celebrar un congreso que unificara la gran diversidad de grupos de exiliados que luchaban contra la dictadura de Trujillo. “Al año siguiente, 1944, el Partido Revolucionario Dominicano inició una campaña dirigida a obtener un acuerdo de unidad con otras agrupaciones de exiliados dominicanos que siguiendo el ejemplo que habíamos dado los perredeístas al fundar y mantener la primera organización antitrujillista del exilio dominicano habían establecido agrupaciones de diferentes tendencias. El Partido Revolucionario Dominicano consiguió que en La Habana se celebrara un congreso unitario, que se llevó a cabo también en el año 1944, y en él estuvieron presentes, en representación de la Unión Patriótica Dominicana, Ángel Morales; por el Frente Democrático Dominicano, el Dr. Ramón de Lara; como observador, a nombre de Acción Democrática de Venezuela, el poeta Andrés Eloy Blanco, y representantes de todas las seccionales del PRD. Ese congreso unitario tuvo apoyo en fuerzas políticas cubanas como lo demostró la recepción que les hizo en su casa a todos los participantes en él, el Dr. Eddy Chibás de la cual se conservan fotografías” (v. VIII, p. 614). Si Batista les dificultaba la tarea, los líderes del PRC-A los respaldaban plenamente.

Con la inminente derrota del fascismo alemán, que al final del 1944 era evidente por el avance indetenible del Ejercito Rojo hacia el centro de Europa y el éxito del desembarco de Normadía al final del verano de ese año que colocó a centenares de miles de soldados norteamericanos en el frente occidental europeo, para todos los que en el Caribe luchaban contra las criminales dictaduras que les gobernaban, se acercaban tiempos de cambios, ya que establecían una semejanza entre los autoritarismos fascistas europeos y los caribeños. Ocurrió un caso: el 18 de octubre de 1945. El dictador venezolano Isaías Medina Angarita fue derrocado por un golpe militar en alinza con Acción Democrática. Al día siguiente Rómulo Betancourt asume la presidencia de la Junta Revolucionaria de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela hasta el 17 de febrero 1948 cuando por medio de elecciones democráticas es elegido Rómulo Gallegos como presidente.

Bosch considera, al igual que muchos otros dirigentes antitrujillistas, y en general los enemigos de las dictaduras caribeñas, que era el momento adecuado para que las dictaduras del área fueran derrotadas y suplantadas por democracias, y esa intuición se afirmó con fuerza con los hechos que ocurrieron en Venezuela a pocas semanas del final de la Segunda Guerra Mundial. El esfuerzo por unir a toda la oposición antitrujillista refleja un gran optimismo en nuestro autor. “En la historia de la República Dominicana, y especialmente en la de la dictadura que la oprime, se inicia ahora un capítulo nuevo, llamado a cerrarse muy pronto con la desaparición del trujillato. Al finalizar los trabajos del Congreso de la Unidad Democrática Antitrujillista, las fuerzas de la liberación dominicana han quedado unidas bajo un solo plan, con una sola jefatura y un solo propósito” (v. XXXV, p. 69). Este texto lo publica la revista Quisqueya Libre en abril de 1945 y al pie del inicio del artículo señala “Este artículo fue el último escrito por Juan Bosch, sobre asunto dominicano, antes de partir para tierras americanas. Quisqueya Libre lo ofrece a sus lectores, tanto por los conceptos que contiene sobre los dirigentes del Frente Unido, cuanto por su valer antitrujillista”. Bosch habia salido de Cuba antes del ascenso de Grau San Martín del PRC-A, en octubre del 1944, y por lo que señala Quisqueya Libre, todavía en abril del 1945 no había regresado.

En Guatemala, un año antes que en Venezuela, es derrocada la dictadura de Federico Ponce Vaides, y se inicia una década de modernidad y democracia a partir de una reforma constitucional y los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz. Este proceso fue abortado por los intereses económicos de la United Fruit Company, que con el respaldo del Departamento de Estado, gestó un golpe de Estado. Contra la democracia latinoamericana y caribeña militaban los dictadores y las oligarquías criollas, pero también los intereses económicos y militares de los Estados Unidos. La construcción del PRD y la unidad de todos los antitrujillistas en el exilio era observada por el mismo Trujillo y sus aliados como un peligro latente, pero también era visto con ojeriza por funcionarios y diplomáticos norteamericanos que favorecían la continuidad de la dictadura dominicana para preservar las inversiones norteamericanas y el control en el Caribe de cualquier intento de gobierno comunista, una vez la Guerra Fría se declaró.

Bosch pasa a evaluar los resultados del Congreso de la Unidad Democrática Antitrujillista. “En el Congreso participaron veintidós delegados de todas las organizaciones oposicionistas de la vecina república, la gran mayoría llegados de Puerto Rico, Venezuela, México, Estados Unidos. El acuerdo fundamental fue el de elegir un Comité Supremo del Frente Unido de Liberación Dominicana, compuesto por tres distinguidos revolucionarios, y el de designar dos delegados, uno de ellos con plenos poderes para dirigir el movimiento y el otro encargado de realizar trabajos específicos en toda América. Como presidente del Comité Supremo del Frente Unido fue elegido el Dr. Ramón de Lara; sus compañeros de organismo son el Lic. Ángel Morales y el Dr. Juan Isidro Jimenes-Grullón. Para el cargo de Delegado General, jefe del movimiento, el Congreso seleccionó al Dr. Leovigildo Cuello; la Delegación Especial fue confiada a este columnista” (v. XXXV, pp. 69-70). El viaje de Bosch por el continente americano consolidando alianzas y nuevos aliados, es fruto de la delegación del Congreso de unidad. Bosch vivirá en los siguientes dos años experiencias muy complejas, tanto en el terreno de la política de Cuba como en el movimiento de unidad, el PRD e incluso el gran proyecto expedicionario de Cayo Confites.

La valoración de Bosch sobre presidente del Comité Supremo del Frente Unido es intensa. “El Dr. Ramón de Lara es un símbolo del sufrimiento padecido por la mediantilla entregada al desenfreno trujillista. Rector de la Universidad de Santo Domingo, la más vieja de América, médico de la Universidad de Bruselas, cirujano ilustrísimo, entró a presidio cinco veces antes de abandonar el país hacia el destierro. Como todos sus enemigos, ha sido víctima constante de la calumnia con que Trujillo persigue a los servidores del pueblo. La última hazaña de que le ha hecho objeto este tiranuelo que tanto empeño pone en hacerse llamar gobernante demócrata mientras se desmiente con los hechos, fue pedir su extradición al Gobierno cubano, cosa que ocurrió tan pronto el Dr. Lara pisó esta tierra para asistir al Congreso como Delegado del Frente Democrático Dominicano” (v. XXXV, p. 70). Meritos suficientes tenía el Dr. de Lara para encabezar este esfuerzo de integración de todos los luchadores contra la dictadura de Trujillo.

Todavía en ese momento, 1945, Bosch alaba las condiciones de Jimenes-Grullón para ser dirigiente de un movimiento de tal envergadura y con tan elevado propósito. “Igual que con él y que con Ramón de Lara, se hizo con Juan Isidro Jimenes-Grullón, acogido desde hace años a la hospitalidad de Cuba, seleccionado para ocupar un puesto en el Comité Supremo del Frente Unido. Médico de la Universidad de París, abandonó su carrera y se lanzó a la lucha contra el trujillato. Padeció los martirios de las cárceles y las contingencias del destierro, al cual salió con los suyos. Es autor de varios libros, entre ellos La República Dominicana, análisis de su pasado y su presente, y de numerosos folletos con los cuales ha combatido sin tregua a la tiranía” (v. XXXV, p. 71). La expectativa de quien sería el primer presidente democráticamente elegido a la caída del tirano, 18 año después de ese texto, es muy optimista. “Esos hombres van a dirigir la lucha contra el trujillato. Para el pueblo dominicano, que los conoce bien, su selección significa el principio del fin de una era bochornosa y siniestra. El dictador de Santo Domingo lo sabe también. Su estado de ánimo, desde que se inició el Congreso, es el de una fiera acorralada por sus perseguidores” (v. XXXV, p. 71).