El año 1943 fue muy especial en la vida de Bosch. Primero, ya lo hemos comentado, se funda oficialmente el Partido Revolucionario Dominicano, pero debe adoptar un nombre diferente por las presiones de Trujillo sobre Batista. A inicios de mayo sale el divorcio de Bosch con su primera esposa Isabel García Aguiar y al final de junio, justo el día de su cumpleaños, se casa con Carmen Quidiello Castillo. 15 días antes de su boda con Doña Carmen, Bosch escribe una carta que será famosa. Le habían visitado tres amigos vinculados al régimen trujillista y luego de una conversación que por lo visto a Bosch le desagradó en gran medida, decide escribirles una carta justo cuando abandonaban Cuba de regreso a la República Dominicana. Analizaremos la carta con detenimiento en este y subsiguientes entregas de Veritas liberabit vos.
Sobra la boda de Juan y Carmen es importante señalar que sus testigos fueron el general Enrique Loynaz del Castillo, dominicano, y ayudante del generalísimo Máximo Gómez durante la Guerra de Independencia cubana; la escritora española María Zambrano y el poeta cubano Nicolás Guillén. Loynaz del Castillo ayudará a Bosch años después cuando la dictadura de Batista lo apresó e iba a enviarlo detenido donde Trujillo.
Para contextualizar la carta del 14 de junio del 1943, escrita en La Habana, Cuba, es importante señalar que una de los motivos que llevó a Bosch a salir del país en enero del 1938 fue el hecho de la masacre de hombres, mujeres y niños negros en la frontera dominico-haitiana a finales del 1937, ordenada por Trujillo para cerrar el paso fronterizo con nuestra vecina nación en base al terror. Ese genocidio afectó profundamente la sensibilidad de Bosch, que en carne propia había vivido la cárcel durante el régimen del sátrapa y sabía de encarcelamientos y crímenes del dictador contra opositores, e incluso contra quienes no se doblegaban a su voluntad. Enterado que el dictador quería reclutarlo como diputado sus dos opciones para permanecer en el país era la muerte o hacerse cómplice de los crímenes que ejecutaba Trujillo, por tanto únicamente tenía la opción de marcharse. La sensibilidad de Bosch sobre los padecimientos del pueblo haitiano partían de su estadía siendo niño en dicha nación y que dos hermanos suyos nacieron allá, pero se fue articulando a lo largo de su vida tal como en algunos de sus cuentos se muestra y le acompañó al partir hacia el exilio precisamente por el crimen cometido por Trujillo. Hasta el genocidio del 1937 el régimen no había desarrollado un discurso anti-haitiano, incluso hay discursos de Trujillo donde él mismo se identificaba orgulloso de ser de origen haitiano por el lado materno, pero luego de la masacre varios intelectuales al servicio del régimen ayudaron a elaborar un discurso oficial donde se denigraba al pueblo haitiano y eso lo vendrá a descubrir Bosch cuando se reúne con sus amigos. El discurso anti-haitiano sobrevivió a la muerte del tirano y hoy día es una nota distintiva de los sectores reaccionarios de la vida política dominicana y ha calado incluso en varios líderes del PLD que además de corruptos son racistas, negado medularmente el pensamiento y accionar político de Juan Bosch.
Los tres amigos de Bosch, con los que tuvo la reunión y luego les remitió su carta, eran: Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy. Demorizi es bien conocido por su gran aporte a la recuperación y divulgación de textos históricos. Incháustegui es un clásico de la poesía social dominicana. Tanto Demorizi como Incháustegui sobrevivieron a la dictadura y por su accionar posterior demostraron que no eran trujillistas, sino, como muchos otros, rehenes de la dictadura. Marrero en cambio sería asesinado por la dictadura acusado de filtrar información a la prensa extranjera sobre el grado de corrupción de la tiranía. Evaluar su accionar durante la tiranía es complejo, pero una perspectiva general nos lleva a considerar que ninguno de los tres fueron trujillistas de corazón, como otros sí lo fueron. Frente a Trujillo algunos intelectuales se sumaron a la dictadura por su sintonía con el pensamiento y accionar del tirano, otros se aislaron como el caso de Lugo, un grupo colaboró por temor a ser asesinados, que sería el caso de los tres mencionado y un cuarto grupo se marchó del país por no tolerar vivir bajo una dictadura. Evaluarlos excede el propósito de este artículo, pero indudablemente Bosch y Jimenes Grullón se inscriben entre los últimos.
La carta, que quedó en manos de los destinatarios, fue publicada por la dictadura, junto a una respuesta sobre los puntos tratados en la misma. Su referencia es: Para la historia, dos cartas. Santiago, R.D. Editorial el Diario, 1943. Es razonable que los amigos de Bosch dieran cuenta de la misma al tirano, ya que el riesgo de que Trujillo supiera de la carta y ellos no se la hubieran mostrado, era muy alto y lo pagarían con sus vidas y posiblemente la de sus familiares. De esa edición es que la Obras Completas de Juan Bosch la toman y aparece en el volumen IX.
El primer párrafo de la carta contiene una referencia compleja que ha generado interpretaciones muy diversas. Escribe Bosch: “Ustedes se van mañana, creo, y antes de que vuelvan al país quiero escribirles unas líneas que acaso sean las últimas que produzca sobre el caso dominicano como dominicano. No digo que algún día no vuelva al tema, pero lo haré ya a tanta distancia mental y psicológica de mi patria nativa como pudiera hacerlo un señor de Alaska” (V. IX, p. 211). ¿Qué significa que serán las últimas líneas que produzca como dominicano? Es notorio que Bosch tenía preparada la boda con Doña Carmen para dentro de dos semanas después de esta carta y por tanto podría ser ese el primer paso para terminar adoptando la nacionalidad cubana. Habría que investigar la legislación cubana de ese entonces, pero sea cual fuere, Bosch tenía suficientes vínculos con sectores políticos cubanos y mucho respeto por parte de los intelectuales de ese país y su sociedad para que obtuviera la nacionalidad de la isla vecina sin muchas dificultades. Además como hijo de dos españoles, ya que su madre había nacido en Puerto Rico cuando esa isla era parte de España, obtener la nacionalidad española tampoco hubiese sido algo tan difícil, incluso que para ese tiempo el gobierno español estaba bajo la dictadura de Franco. Años después, entre 1966 y 1969, Bosch viviría en España, pero salvo documentación contraria, lo hizo con pasaporte dominicano.
Otro aspecto interpretativo sería la tensión vivida por Bosch entre la vida política cubana, donde lograba cada día mayor aceptación y reconocimiento, y lo complejo que resultaba organizar al exilio dominicano para luchar contra Trujillo, precisamente tres meses antes se había iniciado la formalización del PRD frente a las autoridades cubanas y había generado dificultades hasta con el nombre del partido y luchas internas entre los líderes.
Bosch habla del “caso dominicano” y como veremos en el resto de la misiva se refiere a las deformaciones que la dictadura trujillista estaba provocando en su “patria nativa”, en el orden político, económico, social e incluso ideológico. Ese diálogo con esos amigos fue un diagnóstico de lo que había pasado en su país desde inicios del 1938 y las consecuencias que él preveía en el futuro de la sociedad por la nefasta influencia de la tiranía. Por supuesto Bosch no preveía que faltaban casi dos décadas más de sufrimiento y perversa forja de la dictadura trujillista sobre el pueblo dominicano. Mientras los dominicanos y dominicanos que vivían en el país eran adoctrinados en el temor, el racismo, el caliesaje, el culto al dictador, el sometimiento al orden violento y la obediencia al gobierno, Bosch se formaba en valores democráticos, en una sociedad donde había diversidad de partidos políticos, donde la cultura florecía sin restricciones ideológicas y donde él podía expresar su punto de vista sin temor a ser represaliado. Es óptica de Bosch se ve reflejada en su obra Cuba, la isla fascinante. Cuba tampoco era un paraíso, la corrupción imperaba y muchas de las luchas sindicales, estudiantiles y hasta partidarias se expresaban mediante el accionar de matones que liquidaban a sus opositores, pero comparada con República Dominicana, era una sociedad más abierta y mucho más desarrollada en el campo económico y cultural, en esa década de los 40 donde vivió Bosch.
Un fragmento del segundo párrafo de la carta respalda lo que he venido diciendo. Señala Bosch que: “Acaso para mi dicha, nunca fui feliz en la República Dominicana, ni como ser humano ni como escritor ni como ciudadano; en cambio sufrí enormemente en todas esas condiciones” (Vol IX, p. 211). ¿Cuál era esa dicha? Que tal situación lo llevó a vivir en Cuba y que en dicha isla conoció el amor de su vida: Carmen Quidiello.