“Petión murió a principios del 1818 y le sucedió en la presidencia de la república Jean Pierre Boyer, comandante de la guardia presidencial. Henri Christophe se suicidó casi dos años después, en octubre de 1820 a raíz de un ataque de parálisis general que le tumbó de su caballo, con lo que se inició una sublevación militar en el reino. A la muerte de Christophe, Boyer lanzó sus fuerzas sobre el norte; de manera que al comenzar el año de 1821 Haití estaba políticamente unificada, como en los mejores tiempos de Toussaint Louverture” (V. IX, p. 79) Jean-Pierre Boyer había unificado Haití luego de una década de división entre el norte y el sur. El sur se definía como una República bajo la presidencia de Petión quien murió en 1818, quedando Boyer como su heredero y emprendió la anexión del norte, que era un Imperio, que sucumbió al suicidarse Christophe, en 1820, por tanto, la anexión de la parte Este era el final de un proceso de unificación de toda la isla. El móvil político de Boyer era impedir que una potencia esclavista volviera a utilizar el Este como base para destruir la independencia de Haití y en términos económicos poner a producir todo el terreno yermo de la parte oriental.
Boyer antes de integrar la parte oriental de la isla gobernaba una sociedad fragmentada en dos modelos de propiedad de la tierra. “Durante su gobierno de diez años Petión había mantenido una cuidadosa política de reparto de tierras y a su muerte la región del sur era predominantemente minifundista, lo que suponía estabilidad y trabajo para la mayoría de la población. En cambio Christophe mantuvo el latifundio de los tiempos prerrevolucionarios, y para sostener esa situación creó un aparato de fuerza que tenía al campesinado bajo un régimen de terror. Como ocurre siempre con las dictaduras de tipo latifundista, del campesinado salía el mayor número de los soldados que servían al amo; no tenían bienes ni trabajo porque no tenían tierras, y el rey los ocupaba en el ejército para que aterrorizaran a sus compañeros de clase social y sostuvieran la monarquía” (V. IX, p. 79). A pesar de que Boyer provenía del sur, era el segundo al mando bajo Petión, se sentía más inclinado al latifundismo del norte y tuvo la lucidez de entender que para integrar a la soldadesca de Christophe necesitaría más tierra y ésta sobraba hacia el este.
Juan Bosch lo formula claramente en este párrafo. “El presidente Boyer se encontró con que los soldados de Christophe debían ser sacados del norte o dotados de tierras, de lo contrario pondrían en peligro la estabilidad de su régimen y la reunificación del país; y Boyer no era partidario del minifundio petionista, sino del latifundio a lo Christophe, por lo que no se decidió a repartir las tierras del norte entre los soldados del difunto rey. Durante un año dudó. Al año, los dominicanos le ofrecieron la salida ideal” (V. IX, p. 80). Por una parte Bosch entiende que si Boyer hubiese repartido la tierra en el norte hubiese calmado la presión social de los militares y todo Haití se convertiría en una economía agraria minifundista con vocación de autosuficiencia, pero incapaz de generar riquezas para la exportación, por otra parte la idea del poder político en ese contexto descansaba en las armas y la propiedad de grandes extensiones de tierras, Boyer por tanto estaba obligado a mantener el mando militar y convertirse en latifundista, siguiendo la lógica de Bosch por supuesto. La oportunidad vino de una invitación de actores de la parte Este de la isla ante el descalabro que generaba una supuesta proclamación de independencia sin apoyos fuertes en la misma sociedad y mucho menos en el extranjero.
La solicitud del protectorado de la Gran Colombia colocaba a los gestores de la llamada Independencia Efímera en confrontación con los hateros que favorecían seguir bajo la soberanía española. Por supuesto tampoco los hateros favorecían someter a la colonia a la soberanía haitiana, pero antes de que pudieran organizarse, Boyer tomó la iniciativa, por la información recibida de los mismos creadores del naciente Estado. La gestión con Bolívar tiene su propia historia. “Pues en diciembre de 1821 —el día primero, para ser más precisos— los dominicanos proclamaron la creación de un Estado, al que llamaron Haití Español, y que pusieron bajo el protectorado de la Gran Colombia. Al día siguiente salía hacia Bogotá un enviado del nuevo Estado y otro hacia Haití, para comunicar los hechos a Simón Bolívar y al presidente Boyer. Ese día Bolívar estaba en Bogotá, pero preparaba su viaje al Ecuador, y hasta el 8 de febrero no supo palabra de los sucesos dominicanos. El Libertador se hallaba en Popayán cuando recibió carta de Santander dándole cuenta de que Santo Domingo se había declarado protectorado de la Gran Colombia” (V. IX, p. 80). Bolívar estaba muy lejos, Boyer demasiado cerca. Cuando el Libertador se enteró de la solicitud de Santo Domingo ya las tropas haitianas llegaban a dicha ciudad. La situación de ocupación estaba consumada y como dice el mismo Bosch “Boyer había encontrado ocupación para los soldados de Christophe, y la isla había vuelto a ser “una e indivisible” (V. IX, p. 80). Justo 20 años después que Toussaint, como general francés, se adentrara en la parte Este de la isla, que era totalmente francesa, Boyer volvía a colocar sobre una sola bandera todo el territorio insular.
Viéndolo en el contexto de la historia de la isla únicamente estuvo unificada durante los siguientes periodos: Entre 1493 y aproximadamente la tercera década del siglo XVII bajo la corona española. Entre 1795 y 1803 bajo la soberanía francesa. Entre 1822 y 1844 bajo el Estado de Haití. Y entre 1916 y 1924 bajo la ocupación de los Estados Unidos.
En el texto que estamos citando de Bosch, que data de los años 50, nuestro autor identifica una laguna en su conocimiento de la situación económica durante el gobierno de Boyer. “No sabemos todavía en qué medida el régimen haitiano influyó en la organización económica y social dominicana. Conocemos algo de la influencia que ejerció en el ordenamiento civil, en la división territorial, y por la presencia de comerciantes, profesionales y propietarios entre los revolucionarios de 1843, revolución en que participaron haitianos y dominicanos, podemos colegir que en los años de la ocupación haitiana la sociedad dominicana se estabilizó en el grado necesario para organizarse” (V. IX, p. 81). El conocimiento sobre la llamada ocupación haitiana dio un salto significativo con la publicación del libro de Frank Moya Pons titulado La Dominación Haitiana 1822-1844 en 1972, bajo la editorial UCMM.