Una de las tesis de Juan Bosch, luego de su giro ideológico de finales de los 60, es que el sistema capitalista se implantó muy tarde en nuestro país y esa es una de las causas de nuestro atraso económico, social y político. No importa que tuviéramos constituciones, presidentes, congresos y otras instituciones semejantes a la de Estados Unidos, no éramos una sociedad capitalista al iniciarse el siglo XX. En su obra Las Dictaduras Dominicanas, un texto de 1988, señala Bosch: “La sociedad estadounidense se organizó como lo hizo porque la vida de todos y cada uno de sus ciudadanos quedó moldeada por el sistema económico en que fueron formados desde que los primeros de ellos se asentaron en América del Norte, y ese sistema económico fue el capitalista, establecido en un lugar bautizado con el nombre de Virginia en el año 1609, esto es, doscientos setenta años antes de que en la República Dominicana comenzara a funcionar una empresa capitalista…” (v. IX, p. 381) En el razonamiento de Bosch no era posible que a la caída de Lilís -¡ni en la segunda década del siglo XXI!- el ordenamiento político y social de la República Dominicana funcionara con el grado de desarrollo que funciona el de Estados Unidos. ¿Razón? El capitalismo tardío de nuestra sociedad.

A la hora de explicar cómo Ramón Cáceres llegó a ser presidente de la República Dominicana nos encontramos con hechos que son inconcebibles en una sociedad de capitalismo desarrollado, ordenada políticamente por la democracia representativa. En pasadas Veritas liberabit vos, citando a Bosch, señalaba que con la muerte de Lilís la mayor parte de quienes participaban en política se organizaron en torno a Juan Isidro Jimenes (jimenistas o bolos) y Horacio Vásquez (horacistas o rabuses). Vásquez, por dirigir políticamente el tiranicidio de Lilís, (aunque fue propiamente Cáceres el ejecutor) pasó a ser el líder del antililisismo -aquellos que tenían querencias contra Lilís y los oportunistas que cambiaron de bando-, semejante a lo ocurrido cuando ejecutaron a Trujillo 61 años después. y se erigió como presidente y organizó unas elecciones. Jimenes en cambio era considerado por muchos el hombre más rico del país, hijo del segundo presidente que tuvo el país, y en su momento intentó derrocar a Lilís militarmente, pero fracasó.

Hábilmente Vásquez propuso que Jimenes fuera el candidato presidencial y él sería el candidato vicepresidencial. Fue la única candidatura. ¡Inconcebible en una democracia representativa! ¿Y quienes votaron? “Un número muy corto de hombres compuesto por las personas más importantes de las contadas ciudades que tenía entonces el país, de los cuales votaron nada más los que eran, o habían sido, adversarios de Heureaux” (v. IX, p. 371). Los “elegidos” comenzaron a gobernar el 15 de noviembre del 1899, es decir menos de 4 meses del asesinato de Lilís. 30 meses después el vicepresidente (Vásquez) derrocó armas en mano al presidente (Jimenes) y se erigió como presidente. De inmediato jimenistas y lilisistas se alzaron contra Vásquez y al año lo derrocaron y designaron presidente a Alejandro Woss Gil, un reconocido fiel de Lilís. Del conflicto entre los dos líderes antililisistas se abrió la posibilidad para que asumiera la presidencia un seguidor de Lilís. Woss Gil celebró elecciones, semejantes a las organizadas por Vásquez, y fue candidato a la presidencia con un jimenista llamado Eugenio Deschamps como vicepresidente. Duró semanas ese gobierno porque otro jimenista, llamado Carlos Felipe Morales Languasco unió en torno a sí a jimenistas y horacistas y derrocó a Woss Gil y Deschamps.

El movimiento de Morales se llamó La Unión, porque unió a jimenistas y horacistas contra el lilisismo representado por Woss Gil -a pesar de que su vicepresidente era jimenista- y tomaron el poder el 24 de noviembre del 1903. Es en este punto cuando Bosch señala la clave de lo que sucederá en el país. “Con los últimos días del año 1903 comienza una nueva etapa en la historia dominicana, la de lucha a muerte entre todas las capas de la pequeña burguesía; una lucha que va a durar, en su aspecto de violencia armada, hasta mediados de 1916 cuando el país pasa a ser ocupado por el ejército norteamericano” (v. IX, p. 371). Para Juan Bosch será en gran medida ese periodo de nuestra historia la fuente de inspiración para su primera novela: La Mañosa.

Siguiendo el argumento de Bosch: fruto del atraso en el desarrollo del capitalismo en el país, por su inserción muy tardía, los pequeños burgueses son quienes dirigen la política y la sociedad, y como clase social, en sus diversos estamentos, únicamente buscan el poder para enriquecerse y no favorecen la institucionalidad del Estado, como sí lo haría una clase dominante burguesa. El accionar de la pequeña burguesía es violento y depredador de las riquezas, carente de ideología, generador de caudillos autoritarios y seguidores ambiciosos.

Al igual que los casos anteriores Morales organiza unas elecciones y en lugar de que Jimenes fuera el candidato a la presidencia, Morales mismo sería el candidato, y a la vicepresidencia iría Ramón Cáceres, en lugar de Horacio Vásquez, como expresión de la unión de ambas fuerzas que lograron sacar al lilisista Woss Gil. Pero la lucha siguió bajo las banderas de jimenistas y horacistas. Señala Bosch: “Lo que se daba y se daría a lo largo de once años no era una lucha de clases entre pequeños burgueses horacistas y pequeños burgueses jimenistas. Era algo más complicado. En una lucha de clases limitada a la pequeña burguesía las tres capas de la baja se habrían lanzado contra las dos capas altas porque se sentían explotadas o engañadas por éstas, y al final de cada combate o batalla se habrían dedicado a saquear los comercios, las fincas ganaderas y las casas de familia de las capas altas; y no era eso lo que sucedía; era que cada pequeño burgués, no importaba cuál fuera la capa a que pertenecía, actuaba como enemigo a muerte de todos los pequeños burgueses que no fueran partidarios de su caudillo” (v. IX, p. 378). El caudillismo, como expresión de nuestro atraso económico y político, impedía la conformación de un Estado con capacidad de ejercer la soberanía, articular una institucionalidad que sirviera al desarrollo de la sociedad e impulsar políticas públicas al servicio de los más necesitados.

El 19 de junio del 1904 tomaron posesión como presidente y vicepresidente de la República Dominicana Carlos Felipe Morales Languasco y Ramón Cáceres, este último conocido como Mon. Morales, que no confiaba en los horacistas y mucho menos en su vicepresidente, se abrazó a la intervención de Estados Unidos que incursionaba militarmente en el país para “proteger” al presidente y cobrar la deuda de la Santo Domingo Improvement. Comportamiento típico de la pequeña burguesía dominicana que siguiendo su codicia casi siempre termina comprometiendo la soberanía del país. Y ocurrió lo que se esperaba. A fines del 1905 los horacistas iniciaron un movimiento para derrocar a Morales presionando para que los jimenistas fueran desplazados en el gobierno por hombres de su facción y que ocupara la presidencia Mon.

El comentario de Bosch es muy incisivo: “…Morales Languasco respondió con el de levantarse en armas contra su propio gobierno, y el día de Nochebuena de ese año (1905) salió en secreto hacia Haina donde debía iniciar su levantamiento, pero no pudo ejecutar ese plan porque el caballo en que iba lo tumbó y al caer en tierra se le fracturó una pierna, episodio que sólo podía darse en un país entregado a un estado de desorden general propio de una sociedad dirigida por pequeños burgueses como lo eran la mayoría de los jefes “bolos” y “rabuses” (v. IX, p. 380). Y va más lejos Bosch cuando señala que: “Cuando el presidente de la República Carlos Felipe Morales Languasco llegó a Haina a dirigir un levantamiento armado contra el Gobierno que él mismo encabezaba, no sospechaba que estaba llevando a cabo el episodio político más lamentable y al mismo tiempo más ridículo de la historia de América (…) un país donde sucedía un hecho de esa naturaleza no estaba capacitado para organizarse como lo hacía el Pueblo norteamericano cuya vida política era regida por una Constitución y funcionaba a base de elecciones en las que ese pueblo señalaba con sus votos quiénes debían dirigirlo desde la jefatura del Estado y desde los demás cargos gubernamentales, entre ellos los miembros del Congreso y los de la Suprema Corte de Justicia” (v. IX, p. 381).

El 12 de enero del 1906 asumió la presidencia un hombre llamado Mon, debido a la renuncia de Morales Languasco. Lo del apodo es importante: “El nombre de Ramón Cáceres quedó reducido desde su infancia a Mon Cáceres y así sería conocido mientras vivió y aun en la historia dominicana porque brotó como lava de un volcán de la muerte de Ulises Heureaux (…) La reducción de su nombre a su apodo que consistió en la segunda de sus dos sílabas era desde hacía mucho tiempo, y sigue siendo todavía hoy, un hábito dominicano que se les aplica prácticamente desde su nacimiento a los niños que no son hijos de gente rica o distinguida por razones de otro orden” (Bosch, v. IX, p. 389)