En el proceso de construir esta biografía política y bibliográfica de Bosch -que gracias a la generosidad de Acento y Fausto Rosario publico- he considerado oportuno evaluar la explicación de Bosch sobre los periodos de tiempo que vamos analizando. He optado por considerar como un bloque unitario el periodo entre 1909 y 1929, es decir, entre su nacimiento y su primer viaje a España. Un segundo bloque será entre 1929 y 1931, correspondiente a su viaje por España y Venezuela y su retorno, y un tercero entre 1931 y 1937, que corresponde a su estancia en el país hasta su partida hacia Puerto Rico. Los demás periodos los explicaré en su momento oportuno. Por tanto nos valemos de textos que produjo Bosch décadas después del momento que estudiamos para iluminar los sucesos políticos de dicho periodo desde su óptica.
Bosch nace durante el gobierno de Ramón Cáceres, emigra como niño a Haití, y retorna justo cuando Estados Unidos invade, primero Haití, y luego República Dominicana, y establece la dictadura del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos que se prolonga desde el 1915 hasta el 1924, y luego vendrá el gobierno de Horacio Vásquez (1924-1928) y su ilegítima prolongación (1928-1930). Así que esta etapa de su vida transcurre entre los dos gobiernos de los líderes del tiranicidio de Ulises Heureaux. Para hacer comprensivo este momento debemos conocer la situación del final de la dictadura de Lilís, que es propiamente el punto de partida de todo lo que sucederá en nuestro país durante las primeras tres décadas del siglo XX y luego ir hasta el inicio de nuestra existencia como Estado.
Afirma Bosch que “Ulises Heureaux reunía dos condiciones que no se hallan juntas en ninguno de los personajes que figuran en la historia nacional con el carácter de jefes del Estado. Esas dos condiciones fueron la del político de gran sagacidad y la del jefe militar que sabía usar la fuerza armada no para aplastar al enemigo sino para ponerlo a su servicio. De faltarle una de esas dos condiciones habría sido imposible que el país hiciera el tránsito del precapitalismo al capitalismo, en su primera etapa, sin pagar un alto costo de vidas” (v. IX, p. 369). Esta cita corresponde al libro Las Dictaduras Dominicanas, publicado en 1988. Para Bosch fue Lilís quien llevó la sociedad dominicana, en el orden político y social, de formas precapitalistas de economía al modo de producción capitalista, no necesariamente en sus formas más avanzadas, ya que afirmará algo parecido sobre el gobierno de Cáceres, la dictadura estadounidense y la dictadura de Trujillo. La benevolencia que le concede a Lilís en ese proceso es fruto de su comparación con otros gobernantes de América Latina que al encabezar un proceso semejante bañaron en sangre sus sociedades. La codicia del capitalismo, siempre que irrumpe en cualquier sociedad del globo terráqueo, se alimenta de miles, de millones muchas veces, de muertos, tanto por la represión como por el hambre.
Hay una discusión acerca del momento en que las relaciones capitalistas se comenzaron a desarrollar en nuestra sociedad. El debate se ubica entre la década de los años 70 del siglo XIX, cuando inversionistas extranjeros huyendo de la Guerra de Independencia de Cuba comenzaron a establecer Ingenios Azucareros en el país, hasta quienes lo ubican en las dos o tres décadas previas por la articulación de los tabaqueros del Cibao con los grandes importadores capitalistas extranjeros de ese producto. La postura de Bosch es la siguiente: “…al comenzar el último tercio del siglo XIX (fue) cuando se fundó en la República Dominicana el primer establecimiento capitalista. Ese establecimiento (…) fue el ingenio La Esperanza que levantó en las vecindades de la Capital un cubano de los que habían salido de su país a causa de la guerra de independencia iniciada allí el 10 de octubre de 1868. La Esperanza era movido a vapor y empezó a producir en el año 1874…” (v. XII, p. 7). La cita es de una obra de Bosch del 1986 que tiene por título Capitalismo tardío en República Dominicana. Para medir el impacto de esos primeros ingenios señala Bosch en la misma obra: “El ingenio La Esperanza quedó fundado en el año 1874 y diez años después Eugenio María de Hostos calculaba que había 35 ingenios produciendo azúcar, que entre todos ellos trabajaban 5 mil 500 jornaleros dominicanos y 500 extranjeros” (v. XII, p. 9). Diez años después, es decir en el 1884, ya Lilís era quien gobernaba el país y terminaba su primer mandato.
Por eso es tan relevante el gobierno de Lilís y el impacto que provocó su ajusticiamiento. “A la muerte de Heureaux el país quedó librado al desorden porque era imposible que se hubiera formado una clase gobernante en el corto tiempo pasado desde la creación del primer establecimiento capitalista conocido en el país. La muerte de Lilís fue obra de un grupo de la alta pequeña burguesía cibaeña, y más concretamente mocana…” (v. IX, p. 370). El caos que se generó luego del asesinato de Lilís era fruto de la falta de institucionalidad del Estado Dominicano y esa falta de institucionalidad era a consecuencia de la falta de una clase gobernante que tuviera como objetivo el desarrollo del capitalismo. El problema era que no había existido una dictadura, ni siquiera la de Lilís, que creara esas condiciones de institucionalidad tal como ocurrió en Europa. “La etapa que debía llenar el paso del precapitalismo al capitalismo no podía ser recorrida si el país no estaba dirigido por una dictadura así como en Europa se necesitó de los reyes absolutos para pasar del feudalismo hacia el capitalismo” (v. XII, p. 11). Indudablemente la dictadura de Lilís no fue “suficiente” para llenar ese cometido y por eso con su desaparición se sucedieron gobiernos efímeros y guerras entre caudillos en toda la geografía nacional. La dictadura sangrienta que establecería las bases del capitalismo dominicano comenzó 3 décadas después del ajusticiamiento de Lilís.
Sin una clase gobernante, qué sucedió tras el suceso en Moca en el verano del 1899, ¿cómo se ordenó la vida política del país?: “A la muerte de Heureaux el Pueblo dominicano se adscribió a dos caudillos. Uno, don Juan Isidro Jimenes, había sido durante años el jefe de la casa comercial más fuerte del país; cuando Heureaux comenzó a desviar el poder del Gobierno hacia los latifundistas y a utilizar a los comerciantes que le eran leales sólo como instrumentos para obtener dinero, Jimenes, en defensa de sus propios intereses pero también interpretando el momento histórico, organizó una revolución contra el dictador. La revolución fracasó, pero Jimenes quedó consagrado como jefe político y a la caída de Heureaux alcanzaría la presidencia de la República” (v. IX, pp. 98-99). Al igual que en otros momentos de nuestra historia, no fue el grupo de Jimenes quienes ejecutaron a Lilís, pero recibieron como mango maduro fortuito el gobierno -no el poder- ante la muerte del tirano.
El otro caudillo fue “…Horacio Vásquez, (quien) procedía de una familia de propietarios campesinos y negociantes medianos, y por su matrimonio había entrado a formar parte de una familia de comerciantes fuertes. Inclinado en su juventud a la política, estuvo en el destierro en los primeros tiempos de la tiranía; al volver al país organizó la conspiración que culminó con la muerte de Heureaux, y fue vicepresidente en el Gobierno de Jimenes” (v. IX, p. 99). No eran líderes con ideologías diferentes, ni tenían proyectos de transformación de la sociedad distintos, es más, no tenían ideología o proyecto de sociedad, simplemente eran dos caudillos con apetitos de poder para beneficiarse personalmente y a sus seguidores. Dice Bosch: “Alrededor de esos dos hombres que políticamente no representaban divergencias sensibles, se agrupó el Pueblo en dos partidos. Los jimenistas se llamaron “bolos”, porque su emblema era un gallo sin cola; los horacistas se llamaron “rabudos”—o “rabuses”, en el habla popular—, porque su emblema era un gallo coludo” (v. IX, p. 99). El caudillismo era la norma y la simbología política nos remite al atraso rural en que vivían la mayor parte de los dominicanos y dominicanas.
El atraso social y político del país a la muerte de Lilís era fruto precisamente del atraso de nuestra economía, ya que a pesar de tener varios miles de hombres y mujeres insertos en relaciones capitalistas de producción, la mayoría de la sociedad dominicana vivía en formas precapitalistas de economía, donde el trueque era la norma y se producía básicamente para sobrevivir el trabajador y su familia. El gobierno era el botín para ascender socialmente y repartir dádivas entre los seguidores del caudillo que aspiraba a ser presidente. Luego de varios gobiernos efímeros fruto de refriegas entre caudillos subió al gobierno Ramón Cáceres, en cuyo segundo periodo nacería un niño llamado Juan Emilio Bosch Gaviño.