No hay dudas, de que la elección de hoy domingo en Chile es histórica, no solo para Latinoamérica, sino que el mundo entero mira a Chile con interés en estos momentos. Pero ¿Por qué esta elección es relevante? La razón principal es que esta elección presidencial puede cerrar un ciclo de la historia chilena, y en consecuencia iniciar otro nuevo ciclo.
Pongámonos en contexto. En medio de la democracia existente en Chile, el 3 de noviembre de 1970 llegó al poder, el médico cirujano, Salvador Guillermo Allende, con un modelo de gobierno de corte socialista. El 11 de septiembre de 1973, se produjo un golpe de Estado, tras el cual Augusto Pinochet inició una larga y cruel dictadura que cometió incontables violaciones de los derechos humanos: torturas, asesinatos y desapariciones forzadas. No obstante, aquella dictadura sentó las bases para para un modelo económico que generó un crecimiento sostenido en la economía chilena.
De la dictadura pinochetista Chile empezó a salir en el año 1988, con el famoso plebiscito mediante el cual, Augusto Pinochet trató de legitimar su permanencia al frente del Estado chileno. Sin embargo, el dictador Pinochet perdió aquel plebiscito y se inició una nueva etapa o un nuevo ciclo en la vida política chilena.
En este nuevo ciclo, etapa, periodo o como usted lo quiera llamar, hubo una especie de polarización en el centro, donde una fuerza de centroizquierda y otra de centroderecha monopolizaron la preferencia del electorado, por un espacio de 30 años y estas dos fuerzas fueron las que guiaron a Chile a la democratización.
Sin embargo, hemos de recalcar que, la derecha vino a ganar unas elecciones, solo recientemente, cuando se convirtieron en centroderecha, lo que sucedió cuando en 2009, eligieron a Sebastián Piñera. Por primera vez, escogieron a un candidato presidencial que no había sido públicamente pinochetista, ni había apoyado la continuidad de Pinochet en aquel plebiscito del año 1988. Sebastián Piñera ganó nuevamente la elección de 2017 y es presidente desde 2018, correspondiéndole entregar el poder en marzo del próximo 2022, a quien gane en la elección de hoy 19 de diciembre.
Hasta esas elecciones de 2009, siempre había ganado las elecciones presidenciales, la coalición de centroizquierda que aliaba, al Partido Demócrata Cristiano y al Partido Socialista. Este último, ya se había apartado, de lo que había sido en los tiempos de Salvador Allende y se encaminó entonces, a un tipo de gobierno de corte socialdemócrata.
En esa etapa, la coalición de centroizquierda, fue la que más tiempo permaneció en el poder y la que podemos decir, hizo un aporte fundamental a la despinochetización de la política en Chile y también hizo una gran contribución al crecimiento y desarrollo económico chileno, al adoptar y mantener características fundamentales, del modelo económico que imperaba en aquel país, cuando estos llegaron al poder y que, durante la dictadura, había sido generado por economistas como, Hernán Büchi.
Podemos citar, de la coalición de centroizquierda, a los presidentes: Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei (1994-2000) por los democristianos y Ricardo Lago (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) por los socialistas.
A pesar, de que, estos gobiernos de centroizquierda, llevaron a Chile a los umbrales del desarrollo y a una reducción notable de la pobreza, no pudieron eliminar una espinita en sus zapatos y que brotó esto últimos años con inusitada violencia: la profunda desigualdad social que existe en Chile.
Esa etapa exitosa de 30 años de la política, caracterizada en el centro del espectro político por la polarización de la centroizquierda y la centroderecha es la que justo ahora, llega a su final en Chile y este domingo los chilenos se encaminan a un nuevo ciclo de su historia.
¿Por qué un pueblo que por cerca de tres décadas se mantuvo votando al centro, en la primera vuelta votó por posiciones ideológicas radicales? ¿Por qué votaron por un Gabriel Boric al frente de una coalición de izquierda y un José Antonio Kast encabezando una coalición de derecha?
Las respuestas podríamos encontrarlas en algunos hechos relevantes, como cuando Michelle Bachelet buscó impulsar reformas más profundas, para corregir la deuda social acumulada, pendiente tras tres décadas de crecimiento económico que, si bien, había reducido considerablemente la pobreza, no había logrado reducir la desigualdad. Bachelet quiso corregir esto en su segunda gestión. Sin embargo, no recibió el apoyo de la centroderecha que, en aquella ocasión, acusó a los socialdemócratas de comunistas, desactivando las iniciativas de Bachelet en esa dirección.
A lo mejor, si la centroderecha no se habría opuesto y si la centroizquierda no hubiera sido tan vacilante y hubiese forzado el consenso, de una reforma que redujera esa terrible desigualdad, tal vez, no se habría dado esta movida hoy, desde una polarización en el centro del espectro ideológico, hacia una polarización en sus extremos.
También hay que sumar a esto, el miedo al caos que sintió un importante sector de la sociedad chilena, pues desde el año 2019, el gobierno de Sebastián Piñera fue golpeado, por una serie de estallidos sociales que fueron a más, hasta convertirse en gigantescas y violentas protestas sociales que desafiaron el orden interno en gran parte de aquel país.
A todo esto, se le adhiere el tema migratorio, la gran crisis que ha provocado la inmigración masiva, principalmente, desde Venezuela en el norte. Además, el caos de las rebeliones de la etnia mapuche en el sur, principalmente en la Araucanía.
Todos estos miedos juntos, son los que han fortalecido la posición de la ultraderecha y propulsado la candidatura de José Antonio Kast. Mientras que las políticas públicas inconclusas o la dificultad confrontada, en su segundo gobierno por la Bachelet, para corregir o para reducir, la gran desigualdad imperante en Chile, debilitó la propuesta de la centroizquierda.
Luego, estos dos polos ideologizados trabajaron solos, pues el discurso, de la izquierda radical, de Gabriel Boric, fortaleció la candidatura y ultraconservadora de José Antonio Kast. Pero al mismo tiempo, el discurso ultraconservador de José Antonio Kast, marcado por añoranzas pinochetistas, terminó fortaleciendo al candidato de la izquierda, Gabriel Boric.
Sin tratar de ser prestidigitador, lo que podría pasar hoy, si el miedo al caos toma fuerza y se impone al deseo de corregir la deuda social acumulada estas tres décadas, o lo que igual, el miedo al caos se impone a la voluntad de corregir la desigualdad, esto podría terminar favoreciendo a José Antonio Kast, para obtener el triunfo en las urnas.
Si, por el contrario, lo que toma fuerza es, esa sensación de salto a lo desconocido que se ha estado verificando en Chile, después de la primera vuelta, en una sociedad, acostumbrada a votar al centro, y que, en medio de esa sensación, presionó y forzó a que Boric se moviera, desde la izquierda hacia el centro y que Kast también se moviera, desde la derecha al centro.
Si la sensación de salto a lo desconocido toma fuerza hoy domingo, el más favorecido en las urnas podría ser Gabriel Boric. Porque, Gabriel Boric antes de buscar la candidatura presidencial con el Partido Comunista, trató de ser el candidato presidencial, de una alianza de centroizquierda, para lo cual intentó conseguir el apoyo del ala progresista del Partido Demócrata Cristiano y de algunas figuras del Partido Socialista, lo que no logró, porque estos tenían como candidata presidencial a Yasna Provoste, que era la candidata de su coalición de centro-izquierda.
Aclaremos que, el Partido Comunista de Chile, ya no es, en términos ideológicos, lo que fue en la década de 1960, 1970 y 1980. Aunque sigue siendo un partido político de corte marxista, sus posturas hoy, están más cercanas a las de, la socialdemocracia.
Es bueno resaltar que, en esta coalición de la izquierda, hubo una elección interna para elegir el candidato presidencial y en esa elección Gabriel Boric, asumiendo un programa o propuesta más de centro, enfrentó a Daniel Jadue que era el candidato del Partido Comunista y le ganó.
La propuesta de Gabriel Boric es básicamente socialdemócrata. En sus propias palabras, es el modelo del estado de bienestar que existe en Europa occidental. Entonces, el modelo que plantea Gabriel Boric no está en Cuba, ni en Venezuela, ni en Nicaragua. Es por eso que consiguió el apoyo, tanto de Michelle Bachelet como de Ricardo Lagos, para esta segunda vuelta. Dos expresidentes socialdemócratas, centristas moderados que le dieron su apoyo porque Boric claramente se movió a la centroizquierda.
En el caso de José Antonio Kast, es más difícil creerle seriamente, en el movimiento hacia el centro que se vio forzado a hacer. Y esto es así, por lo descabellado de algunas de sus propuestas. Además de expresar su admiración desmedida por Jair Bolsonaro y Donald Trump, Kast propuso sacar a Chile de las Naciones Unidas. Por tales razones, es casi imposible, con semejantes ideas pensar en que podría gobernar desde el centro. De todos modos, las urnas tienen las últimas palabras y hablaran hoy domingo.