En la pasada contienda electoral por la presidencia de Brasil el candidato conservador de extrema derecha Jair Messias Bolsonaro por el Partido Social Liberal obtuvo la victoria sobre su contrincante Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), que había ostentado el poder por la mayor parte de estas dos últimas décadas.

Se trata de un gran cambio en el tipo de candidatos que habían elegido los brasileños para dirigir su país en los últimos años. Esto por la personalidad explosiva de Bolsonaro, quien, en una sesión del congreso, llamó poca mujer a una de sus colegas congresistas, ataca a los homosexuales, manifiesta su simpatía con el sistema militar dictatorial imperante en Brasil hasta la instauración de la democracia en 1985, apoya la tortura, como medio para prevenir el crimen, y afirma que a los policías se les debería dejar matar a las delincuentes sin perseguirlos judicialmente.

Esta nueva dirección hacia candidatos negadores de los derechos fundamentales se debe, en gran medida, a los escándalos de Petrobras, a la corrupción administrativa durante los gobiernos Lula-Dilma y al alto índice de criminalidad y muertes violentas, de 29.9 homicidios por cada 100,000 habitantes. El propio Bolsonaro fue apuñalado durante un acto de campaña por alguien que dijo que cumplía una misión encomendada por Dios.

Es un peligro para la democracia cuando las sociedades se mueven en el desorden, la violencia social, el irrespeto a la ley y la falta de confianza ciudadana en las instituciones por un tiempo prolongado. En esos escenarios sociales se generan revoluciones y tipos de candidatos, que se venden como Mesías –como el propio segundo nombre de Bolsonaro lo indica- con discursos altisonantes y de fuerza que resuenan y son comprados por la gente, aun cuando eso conlleve la destrucción de la democracia.

Es cierto que ricos y poderosos, antiguos aliados a los gobiernos de Lula-Rousseff y el sistema judicial fraguaron y ejecutaron la salida del poder del PT, pero, sin entrar en juicios de verdad o mentira, el resultado electoral se debe también a la necesidad de cambio por el descontento con los gobiernos del PT, particularmente por los escándalos de corrupción. Debemos ponernos frente al espejo.