De Bolsonaro – casi- no se encuentran hechos agradables al oído de qué hablar. La administración de su gobierno siempre está ocupando en la palestra pública el número uno como el gobierno que más contradice con estupideces los problemas de la sociedad: Amazonas, agenda LGBT, partidos de oposición, espionaje, dictadura "blanda", impeachment y covid-19.
La incapacidad con la que este Señor ha manejado la crisis covid-19 raya la ridiculez más absurda. Pienso que los brasileños que le dieron su voto hace tiempo no concilia el sueño, es una pesadilla, cruenta, contrariada y en ocasiones hasta perversa.
Carece de ideología: a veces actúa como radical, o conservador, o"liberal" o de ni una cosa ni de la otra. Aplica una teoría desconocida, asincrónica para un sistema democrático. El camino de Bolsonaro (en la actual crisis covid-19 con más de un millón de contagiados) está empedrado, es confuso con bifurcación. Salud Pública es un desorden público. La gente comenzó a morirse.
Ya Brasil encabeza la lista de los casos peor manejado, y todo por tener en la jefatura al Presidente más terco de la región. Se rehúsa permanentemente en asumir plenamente recomendaciones dadas por la OMS tras la pandemia.
"Su" carácter engorroso no deja que la sensatez política fluya debidamente. Es prepotente, ególatra, con fuertes influencias narcisistas. Es bufón, cínico, simulador, activa el sonido violento del zumbar de las moscas cuando un ministro le contradice en público, lo cancela; como cancelan los Faraones a los que disienten de él. Se enfurece, cambia de color y hasta de ambiente.
Entonces, ¿qué puede esperarse de un Gobierno (como el de Bolsonaro) que no atiende un montón de necesidades básicas de la gente mientras los decesos aumentan por decenas de mil cada día? Es muy difícil seguir los acontecimientos que se suscitan allí, mediante escarceos.
Cuando desde el mismo Gobierno se esconde, se trunca o se tuerce la verdad de los contagios se hace casi imposible dar un diagnóstico relevante y atinado. Construir críticas objetivas para ofrecer sugerencias, es eufemismo político.
La indigestada forma de Comunicación que fomenta y redescrudece cada día Jair Bolsonaro es un camino de mentiras y manipulación que conduciría a Brasil a ninguna parte.
Cuando el Presidente se enfrasca en discusiones excéntricas, como la que ha protagonizado Bolsonaro en estos cuatro meses de covid-19, convierte a los Ministerios afectados en pequeñas islas del archipiélago de las diferentes demandas sanitarias y económicas de la gente. Es decir, aleja a los ciudadanos de los verdaderos objetivos y propósitos que tiene todo gobierno democrático a exhibirse ante sus correligionarios y demás paises con rostro humano.
Por eso el Presidente con un mínimo de sentido común, difícilmente se cuela en un chinchorro, en cambio daría la milla extra por la vida de la gente.
En perspectiva: El mundo junto con sus sabios, científicos, biólogos, médicos, maestros, (…) están atrapados en telaraña, con aparente poca cosa que hacer para salvar la situación. Pero todos estamos confinados y compelidos a aportar solución a la crisis y no rendirnos.
Y más aún una manera derrotista de concluir es particularmente importante pensar, incluso, si la gente no ve en lo inmediato una pizca sincera de generosidad de sus gobernantes para arreglar el asunto (covid-19), el pueblo desesperado tomaría por la caña del bate la teoría de la insurrección y el caos el camino de las calles que conduce a nada.