Las naciones a nivel mundial han observado las bondades de utilizar los territorios contiguos a los ríos para desarrollar los espacios existentes en beneficio de la población que reside y visita la ciudad en que se encuentre.

Con profunda pena observamos la situación actual de una de las principales fuentes acuíferas a nivel nacional. Ubicado en el corazón del Gran Santo Domingo, el río Ozama pasa por uno de sus peores momentos en los que se destaca la contaminación, el hacinamiento y la degradación de los territorios colindantes a la riada en cuestión.

A pesar de la realización de numerosos planes para la adecuación de este importante pulmón natural de nuestra nación, los mismos no han podido llevarse a la ejecución perpetuando el deterioro del Ozama por varios años, contribuyendo con la destrucción de la flora y fauna de la zona, el auge de las enfermedad de vinculación hídrica, la vulnerabilidad de sus comunidades y al deterioro de las actividades económicas que pudieran desarrollarse en el sector.

Para nadie es un secreto los altos niveles de contaminación que posee el río Ozama extinguiendo todas las especies naturales que pudieran crecer en este ecosistema; copado de desechos tóxicos, grandes toneladas de basura y una gran cantidad de excrementos tanto humanos como animales.

El hacinamiento existente fomenta la promiscuidad, el consumo de drogas, la depravación, la delincuencia y reduce a su mínima expresión cualquier tipo de actividad de sano esparcimiento, corrompiendo los residentes de los barrios próximos a la riada. Esto desencadena una disminución abrupta en la calidad de vida de sus residentes los cuales se ven obligados a subsistir dentro de estos elevados niveles de insalubridad; corriendo el riesgo de ser arrastrados por las embravecidas corrientes que se producen cada vez que un fenómeno atmosférico visita nuestra nación.

Finalmente este deterioro aniquila cualquier posibilidad de crecimiento económico de la zona, ya que la zona no está preparada para albergar la gran cantidad de turistas que nos visitan a cada año y tampoco está preparada para que grandes capitales nacionales e internacionales inviertan sus recursos en un lugar que podría convertirse en un lugar ambientalmente primoroso.

La imagen actual del río Ozama debe transformarse con la finalidad de rescatar su potencial urbano y devolver los niveles de habitabilidad básica a una población que sucumbe ante el deterioro de su territorio.