Nunca en la vida me había lavado tanto las manos como ahora, me dijo un amigo. Después de tan  cínica confesión, no sé si acusarlo con la OMS o con Blue Demon, cuyas manos además de limpias eran inmensas, por algo le apodaban El Manotas. Lástima que ya no esté entre nosotros, aunque nos queda Blue Demon Junior, un muy digno heredero. 

El calendario me da la excusa para hablar de lo que me gusta y en este caso, señala que el pasado 24 de abril fue el cumpleaños de «el Demonio Azul», aunque claro, todo mundo sabe que las leyendas no tienen edad, no soplan velas, ni tonterías por el estilo.

Nació en La Rinconada en 1922, en una familia numerosa y trabajadora. Me imagino a aquel niño de 5 años, Alejandro Muñoz, echándole maíz a las gallinas y soñando con máscaras celestes, sin entender bien a bien el origen de esos delirios… Luego se irá a vivir con unos tíos a Monterrey, donde empezó a trabajar en el ferrocarril como garrotero; esto es, los que preparan los trenes que van a salir. Allí conoce a Rolando Vera, quien le mostrara el mundo de las luchas. Fue como un segundo padre, si se me dispensa la frase manida, ya que no sólo le hablaba del poder de una llave como la Nelson (inventada por Míster Blue) sino de las mañas de la vida y de los tramposos que se aparecen sin avisar…

Como todo héroe hecho y derecho trabajaba en el gimnasio con disciplina, con ahínco, hasta que en 1948 tuvo la escalera del Olimpo ante sí: su primera pelea de a de veras, contra un tal Chema López, al que venció en Laredo, Texas. ¿Le habrán pagado en dólares; la migra le pidió que se descubriera el rostro para comprobar su identidad; lo llevaron a alguna tienda gringa después del combate; le dieron a probar un pedazo de hamburguesa? La única certeza era la del triunfo, que se le insinuaba entre los matorrales sedientos de la carretera. Después, le ofrecieron trabajar en la Arena Monterrey y ya sabía (siempre lo supo) que a partir de ese momento iba a ser Blue Demon.

Qué hay en un nombre, se preguntaba Shakespeare. ¿Un rudo salido del infierno?, ¿un rudo que emerge purificado de azul? Hay un mito, el mito compartido sobre el cual se erige la lucha libre mexicana…

Eso sí, en sus inicios, una sombra le cuidaba las espaldas, no era azur sino oscura, valga la redundancia. Black Shadow, con quien hizo una verdadera pareja. Fueron imbatibles, temibles, terribles y todos los «bles» que se nos vengan a la mente. La gente pensaba que eran hermanos por lo bien que se entendían en el encordado y como tales los presentaban: «Directamente desde el inframundo: Los hermanos sooombraa». Para ese entonces ya había emigrado a la ciudad de México y el graderío empezaba a construirle su pedestal al idolazo; hasta lo habían nombrado novato del año.

«Blue Demon llamando a Santo, Blue Demon llamando a Santo». Es la frase que más se recuerda de las películas, cuando los mejores gladiadores de todos los tiempos, unían sus puños para salvar a la humanidad. Aunque en el cuadrilátero, ya se sabe, eran menos amigables. Nadie puede jactarse de haber derrotado al Enmascarado de Plata, sólo él, Blue Demon, que en 1953, en una Arena Coliseo a reventar, le aplicó una (otra) llave de su invención, la estaca india y se llevaba la tercera caída y el campeonato.

Blue Demon contra Santo. El Enmascarado de Plata versus el Demonio Azul. Nunca hubo duelo  más atractivo. La cima es un espacio mínimo donde caben pocos. Lo sabemos casi de memoria, el resto de los contrincantes que osaba destronarlos sufrían y fracasaban pero en serio. Por ejemplo, Santo se quedó con la cabellera de Perro Aguayo y El Demon, ya en su última etapa, le aplicó una fórmula al Matemático de la que, para encontrar la salida tuvo que develar su rostro.

Por eso existió una auténtica una rivalidad, que volaba del ring al periódico, de los gimnasios a la pantalla grande… En otra película recuerdo que a Blue le lavan el cerebro o le dan una pócima que lo transforma en malvado o fue víctima de una conjura diabólica. En pocas palabras, Santo no se da abasto pues no puede contra todos. Nunca los malos tuvieron mejor refuerzo. Demon, en lugar de ayudar a su amigo, le responde con patadas voladoras.

Ahora, viendo como está la situación, por qué no se buscan. Ellos no necesitan tapabocas, su máscara los protege y ningún virus-virulento podría siquiera rasguñarlos ¿No hay wifi en el más allá? Aunque sea por el Twitter, aunque sea con una paloma mensajera. Por qué no se organizan y obligan a que los políticos chuecos se laven las manos…

Hace poco Televisa en su plataforma, sacó una serie del luchador, en la que Tenoch Huerta encarna al ídolo demoníaco. No la he visto, pero al parecer no es tan fiel a la vida de Don Blue, cosa que no es de extrañar… Asimismo, en línea podemos ver todo: peleas auténticas sin límite de tiempo, películas, videos, entrevistas y hasta uno que otro documental.

Sé que parece insensato, pero hagamos una petición titánica y entre todos convoquemos a los hijos de las leyendas. En un descuido, Blue Demon Junior le aplica un candado doble (mejor triple) al señor Trump, aunque le tumbe el peluquín, pa’ que se esté quieto y el hijo de Santo hace lo propio con los diputados del congreso, a ver si ya se ponen a trabajar honradamente.