Los casos de personas infectadas por el coronavirus siguen aumentando, todos con el denominador común de que han ingresado libremente al país, sin ser detectadas por las autoridades en los puertos de entrada, a pesar de las medidas anunciadas por el Ministerio de Salud Pública. Ya suman cinco los casos confirmados.

Esta característica deja al país en una situación vulnerable ya que, si eso está pasado, en los puntos de ingreso regular y bajo la vigilancia oficial, uno se pregunta ¿qué pasará cuando el COVID-19 llegue a Haití y amenace con ingresar al territorio nacional por una frontera mercantilizada y débilmente protegida?

Afortunadamente, todavía no se registran casos conocidos, pero es cuestión de tiempo para que ello suceda porque, aunque no está tan expuesto como nosotros al flujo de turistas de todo el mundo, las condiciones socioeconómicas de la gran población, lo convierten en un perfecto candidato para ello.

Todos conocemos la gran precariedad del sistema de salud haitiano, y la situación de extrema inestabilidad política e institucional, fruto de un vació de liderazgo de larga data. En Haití el coronavirus causará graves daños ya que concentra más población, en menos territorio y exhibe niveles de pobreza e indigencia propicios para la propagación de enfermedades transmisibles.

Otro factor coadyuvante, es el tráfico de influencias que tradicionalmente ha prevalecido en la zona fronteriza, donde el ingreso ilegal y el contrabando alimentan diariamente a grupos poderosos, con la consabida complicidad de las autoridades, civiles y militares, de ambos lados. Es necesario que las autoridades hagan un esfuerzo real para revertir esta situación.

La falta de institucionalidad, eleva el riesgo de mayor contaminación

La vulnerabilidad y la falta de institucionalidad del país, quedó al desnudo en el caso de una dominicana proveniente de Italia que, siendo diagnosticada positiva, no aceptó el protocolo, se escapó del hospital y se fue a su casa en Villa Rivas. Quizás esa decisión tenga que ver con el hecho de que hasta el momento el país solo cuenta con cinco áreas de aislamiento para atender estos casos. 

La familia de un niño infectado en Santiago decidió sacarlo del centro de salud, contra todas las indicaciones de las autoridades, quienes se limitaron a señalar que “están negociando con los afectados y sus familiares “el manejo del caso”, una situación anómala y totalmente fuera del protocolo establecido y de las recomendaciones de la OPS.

Tiene razón el Dr. Waldo Suero, presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), al considerar como “un error” de las autoridades sanitarias el dejar que una mujer que dio positivo al coronavirus esté en su casa y no en un centro de aislamiento, como los demás pacientes afectados por la enfermedad.

Esa paciente está haciendo una vida normal, con un alto riesgo para otras personas que ni siquiera saben que pueden ser infectadas. Incluso esta señora dio declaraciones a varios periodistas sin tener la menor protección que se aconseja en esos casos para evitar el contagio.  

Todos los informes y resultados indican que este tipo de influenza ataca de manera muy especial a los envejecientes, debido a que esa edad se caracteriza por una menor defensa, y una alta frecuencia de padecimientos como la diabetes, la hipertensión, la insuficiencia renal y los problemas pulmonares, entre otros.

Paradójicamente, los grupos sociales más vulnerables y de alto riesgo, como los adultos mayores, son los que reciben la menor atención, cuando debería ser lo contrario. Tenemos ministerios de la mujer y de la juventud, mientras las dependencias que se ocupan de los envejecientes tienen menor jerarquía y escasos presupuestos.