Procompetencia tuvo a bien publicar los hallazgos de una investigación realizada por su Observatorio. Como sabemos, este organismo tiene como función principal monitorear y evaluar las condiciones de competencia en los mercados dominicanos para, en consecuencia, dictar políticas llamadas a mantener y estimular la competencia leal y libre, promoviendo la eficiencia y adaptación de la economía nacional.

Resulta extraño que en esa investigación no aparezcan los productos del subsector acero, monopolizado por Gerdau Metaldom en sus categorías de productos largos (varillas de acero, barras lisas, redondas y cuadradas), planos (planchas de acero, láminas galvanizadas) y una significativa diversidad de productos de alambre. Entendemos que una investigación de este tipo no puede abarcarlo todo.

Esta empresa de capital nacional y brasileño tiene todas las características de un poderoso monopolio al que, en materia de prácticas desleales, difícilmente podamos aplicar la definición de rama de la producción nacional, sencillamente porque no representa en absoluto “un conjunto de productores de la mercancía similar o directamente competidora”, siendo su finalidad última la adquisición del poder sustancial del mercado en ausencia de competidores nacionales y extranjeros.

Lo cierto es que Gerdau Metaldom tiene la cuota principal del mercado para casi todos los productos mencionados, especialmente cuando hablamos de barras corrugadas y no corrugadas de acero para construcciones (varillas), mercado en el que hacen todo lo posible para seguir reinando en soledad, blandiendo en todo momento el palo con una sospechosa asistencia de los reguladores.

Para defender su posición monopólica, Gerdau Metaldom optó como siempre por el discurso desgastado sobre la destrucción de la producción “nacional” mediante la supuesta imposición de precios depredatorios y subsidiados por parte de los importadores: una desgracia que, dicen ellos, terminará afectando los empleos creados, los ingresos de los accionistas y las recaudaciones tributarias.

Nada mejor entonces que tocar nuevamente las puertas de la Comisión de Defensa Comercial (CDC), la cual, como sabemos, ha iniciado una investigación por la presunta existencia de dumping en perjuicio de ArcelorMittal, poderosa multinacional que trae sus varillas desde Costa Rica, miembro centroamericano prominente del RD-Cafta.

Lo primero que nos preguntamos es si la CDC puede dar curso a una investigación que proviene de una sociedad económica que, desde cualquier ángulo conceptual o doctrinario, es esencialmente un monopolio. Llegaríamos a esa misma conclusión cualquiera que sea la interpretación que hagamos de “daño grave a la rama de producción nacional”, concepto clave en este asunto de imponer derechos antidumping a las empresas extranjeras.

Si nuestra Constitución dispone que “no se permitirán monopolios, salvo en provecho del Estado”, y que el Estado favorecerá y velará “por la competencia libre y leal”, ignoramos cuáles serían los argumentos de la CDC para calificar como buena y válida la solicitud de investigación de prácticas desleales procedente una entidad empresarial inconstitucional.

Ya las varillas chinas, turcas y del resto de los países fuera del RD-Cafta pagan 63, 34 y 20% de arancel, respectivamente, y la única empresa importante que todavía no paga nada es ArcelorMittal por pertenecer Costa Rica a esa comunidad blindada de negocios.

La penetración acelerada del mercado dominicano por parte de ArcelorMittal con una participación en las importaciones totales del mencionado producto de 34.9% en 2017 y de 50.0% en 2018, y un plan de exportar como promedio 6,000 toneladas métricas mensuales al mercado dominicano en el año 2019 (hasta lograr una penetración del 20%), ha desatado los demonios de Gerdau Metaldom. Sus ejecutivos tratan de evitar con artimañas e infundios un duelo ineludible que solo beneficiaría al sector construcción, a las familias sin viviendas y al Estado.

En su solicitud de investigación Gerdau Metaldom presentó cuatro (4) facturas de venta de varillas Grado 40 en Costa Rica en el período junio-julio 2017, con un peso de 4 toneladas métricas, resultando que las mismas no fueron comercializadas por ArcelorMittal Costa Rica S.A. Pero lo peor, las facturas presentadas se refieren a varillas Grado 40, un producto que la empresa extranjera no comercializa en el país y que nunca ha exportado. En contraste, hurgando en las estadísticas aduaneras, pudimos comprobar que todas las varillas traídas al país por ArcelorMittal son ASTM A615 Grado 60, producidas bajo las especificaciones del Reglamento Técnico 458, formulado por nosotros en ocasión de nuestro paso por la Digenor.

Si vamos a mostrar precios de origen, debemos hacerlo para productos idénticos y en este caso se trata exclusivamente de varillas producidas bajo la norma internacional ASTM A615 Grado 60. Gerdau Metaldom soslayó las pruebas que debía presentar ante la CDC: las facturas emitidas por el mismo ArcelorMittal para la venta de varillas A615 Grado 60 en Costa Rica que es el producto que vende en el mercado dominicano.

Si Gerdau Metaldom gana el pleito sobre estas bases inaceptables y espurias, entonces la CDC ordenaría por las vías correspondientes la imposición de 17.3% de arancel a Costa Rica, esto, fuera del período de transición contemplado en el RD-Cafta.  En este caso, no solamente desaparecería del mercado dominicano el 50% de las importaciones de varillas; también se lograría el objetivo final de engullirlo todo eliminando con aranceles proteccionistas a todos los competidores potenciales.

Gerdau Metaldom disfrutaría en soledad de un sobreprecio monopólico de 750 USD por tonelada contra 570 USD en los mercados internacionales, lo cual le asegura aproximadamente un precio de USD$150 por tonelada o de RD$7,500 por atado. De este modo, si logran que la “investigación” prospere e imponen el 17.3% de medidas compensatorias a las varillas de Costa Rica, debemos esperar que el precio del atado en la República Dominicana alcance los RD$55,000.

Así las cosas, la posición dominante monopólica de Gerdau Metaldom estaría asegurada y entonces, para compensar las ilusorias pérdidas durante el proceso de “investigación”, los precios del acero se verían al final irremisiblemente incrementados entre un 50 y un 60%. ¡Viva la competencia libre y leal!