“El cuerpo no es más que un caparazón. Lo que importa es la mente y el corazón.”
Hay cazadores furtivos que cosechan cuernos de rinocerontes porque en Asia unos pocos ilusos creen que el polvo hecho de su cacho tiene diversas propiedades curativas y mágicas y por eso pagan su peso en oro, poniendo a este espectacular mamífero en serio peligro de extinción. Espanta pensar en la magnitud de semejante estupidez en pleno siglo XXI, y un fuerte sentido de impotencia nos embarga al no poder eliminar este vestigio de barbarie que persiste por los incentivos económicos de una demanda perversa basada en supersticiones. En el intento por salvar al rinoceronte de la extinción, biotecnólogos trabajan contra el reloj en la producción de “cuerno sintético” para tratar de sustituir la codiciada sustancia exótica (y ganar alguito en el proceso), antes de que los cazadores acaben con los pocos ejemplares de la especie que quedan.*
También hay unos cuantos malvados que cazan seres humanos (de su propia etnia) para descuartizarlos y vender las partes porque desde hace una década en una región del continente africano se ha regado la maldad de decir que pócimas y amuletos hechos de órganos de albinos dan poderes mágicos a sus consumidores. En algunos casos se contentan con mochar brazos y piernas a sangre fría, sobre todo a niños y mujeres, para vender las extremidades salvajemente amputadas en su carnicería inhumana. También hay malandrines que violan a las jóvenes porque creen la leyenda de que el coito con una albina cura el VIH. Como resultado los albinos y sus familiares viven hoy en un estado de terror permanente en la zona circundante al Lago Victoria, una larga pesadilla sin despertar.**
La vida de los albinos nunca y en ningún lugar ha sido fácil. Siempre es un batallar por sobrevivir los devastadores estragos de los rayos ultravioletas sobre su piel y sus ojos, y el flagelo de la incomprensión de quienes convivimos con ellos. Y cuánto más en el trópico donde el sol es avasallador y frecuentemente también la pobreza y la ignorancia conspiran contra la vida de quienes carecen de la defensa del pigmento en la piel y el iris, así como la visibilidad que brinda cierta protección a las minorías más numerosas, concentradas y organizadas. Sobre todo en las comunidades donde prevalece la tez oscura, ser albino es una calamidad mayor. En África tradicionalmente se ha sospechado que el albino es fruto del adulterio con un blanco, un fantasma o un demonio, y por tanto la criatura indefensa es víctima frecuente de infanticidio por los padres no albinos que consideran su nacimiento una desgracia familiar. Si la criatura sobrevive la primera infancia, entonces es un ser maldito y rechazado, un monstruo.
El albino nace con una condición hereditaria e irreversible que además no es superficial. No es como algunas personas que se destiñen frívolamente la piel con ungüentos para blanquearse. El albinismo es una condición hereditaria heterogénea en la que hay una ausencia congénita de pigmentación (melanina) de ojos, pelo y/o piel: es una mutación genética que incluso ocurre en muchos animales. Los progenitores pueden no ser albinos, pero portan el gen. Afecta mundialmente a una persona en aproximadamente 17 a 20,000 habitantes, pero en algunos países africanos y Puerto Rico es hasta diez veces más frecuente que el promedio mundial, aparentemente por la alta incidencia de consanguinidad de los progenitores.***
Debido a la falta de pigmento en el iris, el albino padece un tipo de ceguera funcional prematura, que es frecuentemente causa de retraso escolar y constituye una seria limitante para practicar deportes y otras actividades que requieren de buena visión. Como consecuencia el pobre niño además es clasificado como “lento”. Con el agravante de que para proteger piel, pelo y ojos de los rayos de sol, el albino debe permanecer en el interior o disfrazarse con sombrero protector, lentes de sol y mangas largas, sobre todo en las horas más calientes del día. Con este perfil es el perfecto blanco para las bromas y crueldades de los compañeros de escuela y vecindario, que no necesitan de mucho incentivo para practicar el “bullying” contra los más débiles. No es difícil imaginar lo que semejante experiencia significa para la autoestima del sujeto y las limitaciones que impone en sus oportunidades de trabajo como adulto.
En ese fértil caldo de cultivo de la discriminación histórica de los albinos brota la cruel persecución mercenaria, primero reportada en Tanzania hacia 2007, y que se ha expandido a naciones vecinas como Uganda, Malaui, Burundi y otras. En poco tiempo un grupo de curanderos ha desatado una cacería implacable de los albinos para satisfacer la perversa demanda creada artificialmente por ellos mismos. Los prejuicios ancestrales latentes son tan peligrosos precisamente porque en ciertas circunstancias son utilizados por mentes enfermizas, como algunos curanderos de Tanzania, para propagar el mal que crece como la yerba mala en terreno abonado. Fue lo que Hitler hizo al aprovechar el milenario antisemitismo occidental expresado en el pogromo, para desencadenar el mayor genocidio en la historia de la humanidad. La homofobia cultural fue sin duda un elemento importante en la horrible masacre de Orlando. Trump agita viejos sentimientos xenófobos contra mexicanos y otros hispanos para sacar ventaja (por lo menos, eso piensa él y siempre existe el riesgo de que tenga éxito) en la campaña electoral por la presidencia de EEUU. Por eso es tan importante purgar nuestros prejuicios del subconsciente colectivo, pues dejarlos tranquilos en el olvido, es un riesgo que no debemos correr.
Que la tragedia de los albinos en algunas regiones de África en la última década nos sirva de reflexión sobre la importancia de seguir exorcizando los prejuicios que habitan nuestro subconsciente como fantasmas de un pasado cavernícola. Pues ignorar, justificar o negar la existencia de prejuicios solo acrecienta el peligro de que en el futuro esos sentimientos reprimidos exploten- posiblemente azuzados por los brujos de turno-y desencadenen una nueva catástrofe humana producto del odio ciego contra una minoría. Ser “humano” conlleva ciertas responsabilidades, y una de las principales es precisamente preservar la vida y prevenir el sufrimiento evitable. Es mejor prevenir que remediar.****
*http://www.dw.com/es/cuernos-sint%C3%A9ticos-la-salvaci%C3%B3n-de-los-rinocerontes/a-18680199
**http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/12/141210_violencia_albinos_tanzania_lf
***http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150709_albinismo_puerto_rico_sindrome_prevalencia_amv
****Para cerrar con optimismo, afortunadamente la respuesta de la comunidad internacional ha elevado la conciencia sobre el caso de los albinos y se toman ciertas medidas para proteger a esta minoría del ataque desatado. Ver el reciente esfuerzo a su favor del fútbol profesional: http://www.elconfidencial.com/deportes/otros-deportes/2016-02-08/futbol-albino-black-man-white-skin_1147529/